Capítulo 21

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Dedicado a DeysiH250

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Dedicado a DeysiH250

***

La cámara no dejaba de capturar ni el más mínimo movimiento de los hombres a la entrada de la barbería. Barnes había aparcado el auto a menos de media cuadra del local, en una calle bastante desértica y oscura. Era perfecta para pasar desapercibidos. Desde ahí podían documentar perfectamente la entrada de todos los participantes a la reunión y todos sus acercamientos. 

Los dos primos habían sido los primeros en llegar, acompañados de otros cuatro japoneses que Hana jamás había visto por la empresa. Debían de ser sus guardaespaldas. Unos minutos más tarde llegó un segundo grupo, también formado por unas seis o siete personas.

—¿Quién es ese? —susurró Hana. No era necesario señalarlo, pues era evidente quién era el líder. 

—Ese bastardo es David McGwire —respondió Barnes—. Es viejo en este negocio; ha estado involucrado en todo tipo de tráfico desde hace muchos años. —Hana observó al hombre canoso a lo lejos. Llevaba un lujoso traje blanco y todos los demás a su alrededor parecían necesitar de su aprobación incluso para respirar—. Era muy poco conocido cuando los Dragones Rojos gobernaban la cuidad, pero cuando tu padre y tu abuelo murieron y los Miyasawa dejaron el país le quedó el camino libre.

—Y si él es el líder, ¿por qué querría trabajar con los Miyasawa?

—Porque una reputación los precede. A ellos se les atribuye haber acabado con la familia Sakura. En parte es cierto, pero muy pocos recuerdan que tu padre solo masacró a casi la mitad de esos bastardos en su misma casa cuando se enteró de lo que habían hecho con tu abuelo.

—¿Los... masacró? —Su voz se quebró ligeramente, pero no quiso demostrar debilidad frente a Barnes. Sabía que su padre no había sido precisamente un santo; sin embargo, aún le costaba asimilar el hecho de que muchas personas habían muerto por su mano.

Barnes asintió.

—Era un hombre fuerte, pequeña flor, y la paciencia o la compasión nunca estuvieron entre sus virtudes.

Hana miró un instante hacia la entrada de la barbería —que ya se había quedado vacía— y luego respiró profundo.

«No importa —se dijo—. Seguramente lo merecían». Su padre había sido un hombre justo, no un simple asesino.

—Ya sabemos al menos con quién se están relacionando en la ciudad y tenemos pruebas —le dijo Barnes—, pero eso no será suficiente para la policía. Hay que atraparlos en plena acción. 

—Son muy cautelosos, ¿cómo lo haremos?

—Ese será precisamente tu papel en esto, florecita.

—¿Qué? —preguntó ella con incredulidad—. ¿Cómo lo haré? Me tomó semanas averiguar sobre este encuentro.

—Te tomó semanas porque ellos no habían hecho ningún movimiento significativo aún —aseveró él—. Pero esta reunión solo significa que están planeando un golpe importante, probablemente mover un gran cargamento hacia otro lugar del país. Y será muy pronto, estoy seguro. Debes estar más cerca de ellos que antes y permanecer muy atenta.

Hana asintió sin estar demasiado convencida. Barnes no parecía dudar ni un poco sobre lo que decía, pero ella no estaba tan segura de que fuera a conseguir información. Además, no le apetecía en absoluto acercarse a los primos. A ninguno de los dos.

—De acuerdo —dijo, finalmente—. Lo intentaré.

Barnes le sonrió con aprobación.

—Créeme, tu padre estaría muy orgulloso de ti, de la mujer en la que te has convertido.

Su pecho se hinchó de felicidad al escucharlo. ¿Realmente a Hiroshi le hubiera gustado tener una hija como ella? ¿Estaría complacido al ver todo lo que estaba arriesgando por vengar la memoria de la familia y recuperar su herencia? Al menos esa idea le daba algo de sosiego. 

—Tengo algo para ti —dijo el hombre y abrió la guantera del auto. Hana sintió un escalofrío al ver lo que le estaba entregando.

—¿Un arma? —preguntó con escepticismo y sin comprender en lo absoluto lo que Barnes planeaba. Se apresuró a dejar bien en claro su posición—: Yo no pienso matarlos, solo quiero que vayan a prisión.

—Nadie dijo nada sobre matar. Es solo para algún caso extremo en el que la necesites. Sabes disparar, ¿no es cierto?

Ella asintió. Había aprendido desde muy joven en las clases de defensa personal a las que había asistido a petición de su madre.

—Bien —añadió Barnes y puso el auto en marcha—. Solo no olvides que estás tratando con gente muy peligrosa, Hana. Ellos no dudarán ni un segundo antes de halar el gatillo si llegan a descubrir tu verdadera identidad.

Hana volvió a asentir de un modo casi imperceptible mientras miraba la pistola sobre su regazo. Sus manos habían comenzado a temblar ligeramente. 

Había estado consciente desde el comienzo que estaba lidiando con mafiosos, posiblemente asesinos, pero eso no significaba que ella también quisiera convertirse en uno de ellos. Jamás había pasado por su mente tomar una vida humana. Y esperaba nunca tener que hacerlo.

 Y esperaba nunca tener que hacerlo

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La flor del ocaso © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora