Capítulo 24

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Dedicado a kendall_or

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Dedicado a kendall_or

***

Ese era el momento adecuado. Haru estaba entretenido con el resto de los trabajadores y era demasiado cortés —e idiota— como para salir fuera y seguirlo. Por ese motivo, Tadashi se apresuró a avanzar hacia una cabina telefónica que había a dos callejones de la empresa, en sentido contrario al centro. Necesitaba hacer esa llamada sin dejar pasar ni un día más y, tanto en la casa como en la oficina, era imposible.

Había comenzado a oscurecer y a esa hora la ciudad estaba bastante movida, llena de personas y autos que regresaban a sus hogares. Sin embargo, había visitado esa cabina un par de veces y sabía que era un sitio bastante silencioso y apartado de las miradas curiosas. 

Apenas llegó, abrió la puerta y descolgó el teléfono. Odiaba tocar esos objetos mugrosos, pero no le quedaba otra opción. Inconscientemente, miró hacia el callejón por el que acababa de pasar, que estaba a unos escasos dos metros de la cabina. Sentía la extraña sensación de que estaba siendo observado, aunque eso carecía de sentido, pues nadie tenía forma de saber sus intenciones. Había sido muy cauteloso hasta ese momento.

Marcó el número y esperó que le contestaran al otro lado.

—Ya hay una fecha fijada —dijo con seriedad—. Será en cinco días, el 21. Nada puede salir mal, ¿lo entiendes? 

Su oyente asintió.

—Recuerda, lo más importante es mantener a la policía fuera de esto. —Esperó la respuesta y luego añadió con ira—: ¿Lo intentarás? ¡Me valen una mierda tus intentos! ¡Te estoy pagando una fortuna, lo único que tienes que hacer es intervenir en el cargamento y desaparecer con él! No me importan las bajas, solo quiero que ese maldito viaje falle, ¿te queda claro, pedazo de mierda?

Cuando terminó la conversación colgó violentamente. Estaba hasta los cojones de lidiar con incompetentes.

 —¡Maldita sea! —musitó e intentó canalizar su mal humor. 

Sin embargo, su vista estaba fija en el callejón y, al encenderse el alumbrado público del área, una sombra se vislumbró perfectamente a su entrada. Desapareció con la misma rapidez, pero no le quedaba duda alguna: alguien lo estaba siguiendo.

Salió corriendo de la cabina y se adentró en el callejón. Escuchó el repiquetear de pasos que se daban a la fuga. Todos sus planes pendían de un hilo y se irían al carajo si no atrapaba al responsable. Su vida entera estaría acabada si a su padre le pasaba por la cabeza su intento de traición. 

«Mierda», se dijo mientras corría tras la maldita sombra. Había un callejón tras otro, parecía un jodido laberinto. Estaba cada vez más oscuro.

—¿Quién carajos eres? —gritó, sin detenerse—. ¡Te pagaré lo que quieras!

Solo quería ganar tiempo. Ese bastardo se estaba escapando frente a sus narices. Dobló en una esquina y tropezó con unos botes de basura, pero no detuvo su paso. Tenía que atraparlo. 

No obstante, sus plegarias fueron escuchadas. Ese era el final del camino.

Detuvo su paso al ver que al otro extremo solo había un enorme muro. Su pecho subía y bajaba con violencia. No tenía la más mínima idea de cuánto se había alejado de la empresa o de dónde estaba. Solo sabía que estaba rodeado de todo tipo de inmundicias y que su enemigo estaba acorralado a menos de diez metros de él. Sin embargo, no podía verlo. Estaba oculto tras un contenedor de basura.

«No tienes escapatoria, cabrón —pensó mientras se inclinaba y tomaba un pedazo de tubo del suelo, sin desviar la mirada—. No me dejaste opción». 

Caminó sigilosamente hacia el contenedor, apretando el «arma». 

—Solo quiero que hablemos —dijo en tono neutro—. Dime qué quieres y te lo daré. —Dio un par de pasos más en silencio. Podía escuchar la caótica respiración a menos de dos metros de él—. Si me conoces, debes saber que tengo mucho dinero, pued—

Entonces escuchó el ruido ensordecedor y sintió un dolor punzante. Cayó de espaldas en el asqueroso suelo y el tubo rodó lejos de su mano. 

Todo comenzó a oscurecerse para él. Le habían disparado.

 Le habían disparado

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La flor del ocaso © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora