Dedicado a MarilynMarquez6
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El sonido del bolígrafo golpeando una y otra vez el escritorio tenía a Haru muy ansioso y molesto. Tadashi lo sabía, y quizás exactamente por eso no paraba de hacerlo.
Frente a ambos en el escritorio estaban los documentos de las finanzas de la empresa. Todo había comenzado muy bien y tenía perspectivas de seguir avanzando fructíferamente. Sin embargo, ni siquiera eso lograba contentar a su primo.
—¿No vas a decir nada? —preguntó Haru, esperando una respuesta al respecto de las buenas noticias. Tadashi bufó.
—Pues solo tengo algo que decir: puedes meterte tu maldita empresa por el trasero si quieres —exclamó con desprecio—. Sabes que solo estoy aquí porque mi padre no me dejó opción.
Y luego se levantó del sillón y se largó de la oficina tirando la puerta tras de sí.
Haru suspiró profundo y decidió darlo por incorregible. Estaba harto de los reproches de su primo, pero debía calmarse y mantenerlo todo bajo control.
Desde pequeño Tadashi había sido demasiado irritable y odiaba no cumplir su voluntad —y no había cambiado demasiado con los años, a pesar de que ya tenía casi veintiséis—. No obstante, Haru se había acostumbrado a lidiar con su carácter volátil y su falta de consideración. Ya ni siquiera trataba de hacerlo entrar en razón.
También estaba el hecho de que su primo nunca había estado a favor de salir de su país natal. Incluso le había costado bastante convencer a su tío, a pesar de la enorme confianza que siempre depositaba sobre sus hombros por ser el mayor de los herederos de la familia. Pero Haru estaba convencido de que había sido una excelente idea para incrementar el patrimonio familiar. Consolidarían sus negocios en la ciudad y tendrían su naciente empresa para mantenerlo todo en orden.
Y también estaban sus «otros motivos» para mudarse al país, aunque esos prefería no compartirlos ni siquiera con su familia.
Finalmente, decidió ignorar la molesta actitud de Tadashi. A fin de cuentas, su primo era un cascarrabias, pero siempre cumplía muy bien su parte del trabajo y no lo dejaba solo. Además de que era su único familiar en ese país.
Guardó los documentos en uno de los cajones del escritorio y se levantó. Estiró las pequeñas arrugas de su traje y se ajustó el nudo de la corbata justo antes de salir de la oficina. Últimamente le daba más importancia a su apariencia física que de costumbre. Quería al menos pensar que ese cambio no tenía nada que ver con ciertos ojos azules que coincidían con él cada vez que visitaba el espacio que compartían los tres abogados y que, coincidentemente, quedaba muy cerca de las dos oficinas de dirección.
Apenas caminó unos metros fuera, no pudo evitar fijarse en Hana Langford. Estaba sentada tras su escritorio haciendo llamadas y alistando contratos, como casi siempre. Era una chica joven, pero muy competente, al igual que los otros dos abogados del bufete de Joy Barnes.
Y, aunque quizás era solo una impresión errónea, esa mañana le parecía que estaba más radiante que nunca. Ella pareció notar que la estaba observando, pues volteó a verlo y le sonrió ligeramente.
Haru se sintió en ese instante como un adolescente, incluso algo nervioso, pero no lo demostró. La saludó de vuelta y caminó lejos de allí. En la reunión del día anterior había notado cierta hostilidad en la mirada de Tadashi hacia ella. No le había mencionado nada a su primo, pero lo quería lo más lejos posible de la chica. Sabía que, aunque él no era precisamente un santo, estar cerca de Tadashi podía llegar a ser peligroso para ella.
No obstante, esa era la menor de sus preocupaciones en ese momento.
Su nueva vida había comenzado a asentarse y no podía perder tiempo. Era hora de empezar a moverse en lo que realmente lo había llevado a hacerlo todo en primer lugar. Por ese motivo, bajó hasta el aparcamiento del edificio y se subió a su auto.
«Bien, Haru —se dijo—, que comience la cacería de brujas».
Y sí que quería cazarlas y quemarlas en la hoguera después de lo que estaban intentando hacer. No permitiría que nada ni nadie dañara a su familia o a aquellos que le importaban.
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La flor del ocaso © [✓]
Mistero / Thriller"Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos". -William Shakespeare. ** Hana Langford no conoció a su padre. Él murió en un accidente de tránsito antes de que ella naciera, o al menos eso le han contado. Sin...