Capítulo 14

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Dedicado a EstefanyD26

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Dedicado a EstefanyD26

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Las puertas del ascensor se abrieron y Haru salió casi corriendo. Tenía varias cosas que hacer aún en la oficina y no podía quedarse hasta muy tarde pues tenía una reunión importante en la noche. No sería solo una cena con los accionistas de la empresa, sino también el punto de encuentro marcado para recibir una información sobre sus verdaderos negocios que no debía ser entregada por teléfono.

No obstante, el resto de sus pensamientos pasó a un segundo plano cuando vio a Hana acercarse. Llevaba prisa y cargaba con su bolsa y algunos documentos. ¿Se marchaba acaso?

—Hola —la saludó—. ¿Te vas a casa? ¿Ocurre algo?

—Hola… —respondió ella y le sonrió. Le pareció que estaba algo inquieta por algún motivo—. Eh… en realidad sí me voy, pero solo porque el señor Tadashi me autorizó…

—¿En serio? —preguntó, extrañado. Su primo no solía ser generoso con los trabajadores a menos que quisiera obtener algo en su beneficio.

Ella suspiró profundo y miró sus zapatos un instante. Parecía dudar sobre lo próximo que diría.

—Pues, sí. Verás, él me… invitó… a la velada de esta noche. Me dijo que podía irme antes para prepararme. Imagino que será un evento bastante formal.

A Haru pareció cortársele la respiración por un momento. ¿Tadashi la había invitado? Mil ideas pasaron por su mente. ¿Qué mierda se traía ese cabrón entre manos?

—Haru, ¿está todo bien? —La expresión de preocupación de Hana lo hizo volver a la realidad.

—Eh… sí, solo… tengo mucho trabajo por hacer. —Se aclaró la garganta y agregó—: Nos vemos en la noche entonces.

Ella asintió y continuó su camino. Sin embargo, él había olvidado por completo lo que planeaba hacer antes del encuentro. Solo una frase se repetía una y otra vez en su cabeza: «Voy a matarlo».

Caminó por inercia hasta la oficina de Tadashi y ni siquiera se molestó en llamar a la puerta. La abrió de un tirón y luego la cerró tras de sí con la misma violencia.

Tadashi estaba sentado en su sillón hablando por teléfono y no se sorprendió al verlo en ese estado. Eso confirmaba sus sospechas de que lo estaba haciendo a propósito.

—Te llamaré luego… —le dijo a la persona al otro lado de la línea y colgó. Con mucha calma, se recostó en su asiento y cruzó ambas manos en su regazo—. Y bien, ¿a qué se debe tu visita?

La flor del ocaso © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora