Adios.

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Las semanas volvían a pasar y todo era espectacular en casa. Los días de escuela eran monótonos pero todos los fines de semana salíamos a divertirnos a cualquier lado que las niñas quisieran. Íbamos al parque, al cine o simplemente salíamos a pasear.

Por otro lado, Frank aun no podía encontrar trabajo ya que en todos los lugares decentes le pedían currículum. A veces lo veía llorar porque se sentía poca cosa, pero se mejor que nadie que podrá encontrar algo estable.

El último fin de semana llovió como nunca en New Jersey. El clima se tornaba cada vez más helado y a los demás no se les ocurrió una mejor idea que salir a jugar con los charcos. Yo preferí quedarme en casa y poder seguir trabajando en mi cómic. Tuve un momento de tranquilidad hasta que Frank, Lily, Cherry y Bandit llegaron temblando, con sus narices rojas y estornudando.

Las tres pequeñas tenían licencia médica hasta mañana así que me encontraba caminando solo por los pasillos de la aburrida escuela. Iba directo al salón de maestros para poder marcar mi tarjeta y seguir con mi jornada.

Al entrar, me encontré con todo el personal sentado y Ray parado frente a todos.

-¡Way! -Exclamó mi amigo con rulos-. Te estábamos esperando.

-¿Me perdí de algo? -Pregunté mientras me sentaba con curiosidad. Todos me miraban como si hubiera llegado tarde a algún lado. Quizás que mierda olvidé.

-Oh... no. -Respondió con una risa- Estaba apunto de comenzar. Bueno... como les decía, mi esposa lleva cinco meses de embarazo y el doctor dijo que se estaba volviendo muy riesgoso para ella y el bebé, así que debe quedarse en casa y yo tengo que cuidarla.

-¿Qué quieres decir con esto, Toro? -Preguntó el director del establecimiento cruzándose de brazos con su ceño fruncido.

-Que renunciaré. -Respondió en seco haciendo que todos soltaran un suspiro de asombro. ¡Dios! ¿Qué le pasa a esta gente? Era obvio y eso que yo soy un asco comprendiendo cosas.- Lamento mucho que haya sido tan repentino, pero mi esposa y bebé están primero.

-Entiendo tu decisión, Raymond. -Comentó el director con un suspiro derrotado. Fue bastante difícil encontrar un maestro de música, los chicos del establecimiento estuvieron sin esa clase por meses y ahora, el mejor que hemos tenido, se va.- Debo volver a trabajar y buscar un maestro nuevo. Si alguien tiene alguna recomendación, que vaya a mi oficina.

La mayoría se paró de sus asientos y comenzó a abrazar a Ray, para luego decirle las típicas palabras e irse. Espere que todos se fueran y a estas alturas ya me daba igual faltar unos minutos a las clases, los chicos lo deben estar disfrutando.

-Te extrañare mucho, Raycito. -Dije con una risa, ya que el odiaba que me refiriera a él de esa forma-. Nada será lo mismo sin ti en este lugar. Espero que puedas volver pronto.

-Lo dudo mucho. Christa quiere ir a vivir con su madre un tiempo y es en otro estado.

-Oh... es una lástima. Aun así espero poder volver a verte, amigo. -Lo abracé con fuerzas ya que sabía que no lo vería en mucho tiempo. Francamente, lo voy a extrañar mucho.

Luego de despedirnos, volví a las clases para comenzar con una actividad que llevaría semanas. Una pintura con un tema a elección propia. Todos los años hacia lo mismo para un concurso de pintura que me exigían realizar a partir del cronograma anual.

Al paso de la horas, al fin tenía un receso así que me dirigí a la oficina del director, quien se encontraba agobiado buscando anuncios de maestros de música sin trabajo.

-¡No hay nadie, Way! -Exclamó al borde del colapso.- No podemos pasar por lo mismo o nos cerrarán la escuela porque no contamos con el personal suficiente.

-¿Es posible eso? -Pregunté ya que pensé que solo ocurría en películas-. Bueno... como sea, venia a decirle algo al respecto a eso.

-¡Habla ya, hombre!

-Conozco a alguien muy apasionado por la música... es amable y comprensivo con los jóvenes. Es un gran guitarrista y...

-¡Que venga hoy mismo! -Exclamó sin dejarme terminar. Justo iba a llegar a la parte en que no tenía la profesión de maestro pero dudo que le importe mucho.

Salí de la oficina y marque al teléfono de Frankie.

-¿Qué estás haciendo? -Pregunté rápidamente apenas contestó.

-Primero que nada, buenos días. -Respondió con gritos de las niñas en el fondo.

-¿Cómo te sientes?

-Bien, supongo... amanecimos todos sanos.

-Genial, necesito que vengas. Te espero acá.

...

Llevaba más de media hora sentado afuera con Bandit, Lily y Cherry. Estaba nervioso esperando a Frank, no había respuesta o señal de vida desde que entro a la oficina.

-¿Papi está en problemas? -Pregunto Lily balanceando sus pies en la silla.

-No linda... estamos acá para que le den trabajo.

Antes de que entrara, le dije que solo respondiera un "si" a sus preguntas. Así lo hice yo y me dio el trabajo enseguida.

Los cursos mayores ya estaban saliendo de sus clases y pasaban al lado nuestro saludando a las niñas, quienes les respondían de la misma forma.

-Adios, maestro Way. -Dijo Chloe con su voz coqueta de siempre.

Las niñas me miraron con una ceja alzada y negaron con su cabeza.

Frank salió de la oficina haciendo que todos nos sorprendiéramos. Todos esperábamos una respuesta de él, pero no hablaba y su cara no expresaba ninguna emoción como para poder adivinar que había pasado allá adentro.

-¿Y? -Pregunto Cherry con un grito.

-Comienzo mañana...

Vecinos | Frerard |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora