Tatooine

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Hello there! Acá un nuevo capítulo

La nave de Vader y la inquisidora había aterrizado en nada más ni nada menos que Tatooine. Él que sobrevivieran había sido totalmente un milagro porque la cápsula se había destruido en su mayoría y ellos se habían protegido usando la fuerza. Quedaron inconscientes por largas horas y despertaron con los rayos del amanecer de Tatooine.

Padme fue la primera en despertar y se asombró al ver a su maestro allí, su máscara estaba destrozada y gran parte de su rostro se podía ver. Él le parecía tan conocido. Sentía como si lo conociera de toda su vida, sentía que algo importante estaba olvidando. Dos jóvenes, el rostro bajo esa máscara. Intentó negar, pero su mente era un caos, la fuerza ondulaba a su alrededor pero ni siquiera la fuerza la podía ayudar a aclarar su mente. 

Recordaba haber traicionado al hombre inconsciente frente a ella. Él la mataría cuando despertara, debía huir, pero su pierna estaba algo lastimada, no podría correr pero si caminar. Tomó su sable de luz y cuando fue a tomar el sable de luz de su maestro, él la detuvo usando la fuerza.

Estaba perdida.

- No irás a ningún lado inquisidora- dijo él apretando su cuello con la fuerza- Me has traicionado y pagarás por tu traición- dijo poniéndose de pie con dificultad.

Ambos se miraron fijamente. Sus rostros se les hacían tan familiares. Sentían que su memoria era frágil y que algo olvidaban. Él parecía perderse en los ojos de la asustada mujer frente a él, y ella parecía querer recordarlo. Era como si sus miradas gritaran que se recordaran, pero no podían hacerlo.

Él recordaba haberla sacado de la estrella de la muerte, haber escapado con ella ¿Por qué había escapado con una traidora? Una promesa, pero no recordaba cuál. 

Ella recordaba que él la había salvado ¿Por qué? ¿Por qué él la había salvado si ahora iba a matarla?

Él la soltó y encendió su sable de luz. Ella supo que le daría la posibilidad de morir con honor. Sus manos temblaron cuando encendió su sable de luz. Nadie se enfrentaba a Darth Vader. Algunos aseveraban que ni siquiera el emperador lo haría.

Ambos estaban allí, en medio de las arenas de Tatooine, miles de recuerdos llegaban a sus mentes. Era como si la fuerza los rodeara y quisiera decirles algo.

Ella fue la primera en atacar, si iba a morir, quería hacerlo pronto para evitar su sufrimiento. Él bloqueó su ataque y la miró a los ojos. Sus ojos no eran amarillos, eran de un hermoso color castaño que para él era como si los hubiera conocido toda su vida. ¿Quién era esa mujer? 

Sus cabellos ondulados y castaños caían en cascada por sobre sus hombros y parecía decidida a morir con dignidad. Aquella determinación Vader la conocía, cuando la entrenó, la había rechazado por ser extremadamente débil con la fuerza, pero su habilidad física lo sorprendió. Ella era ágil y fuerte a pesar de que su dominio de la fuerza era deficiente. Solo por eso la había entrenado sin matarla.

Ella observaba la parte de su rostro que quedaba expuesta. Le parecía tan conocido. Sus ojos alteranaban entre el enfermizo color amarillo característico de los sith y un hermoso color azul que se veía casi surrealista en sus facciones iracundas. 

Él tenía el cabello largo, algunos mechones color rubio arenoso se colaban por la abertura de su máscara. Parecía más humano y no el cyborg que ella siempre creyó que fue.

Sabía que moriría, pero si solo pudiera quitarle esa máscara. Ambos volvieron al combate, intentando ignorar los sentimientos que los embargaban, y en un golpe ágil ella saltó por sobre su espalda con dificultad por lo lastimada que estaba su pierna y le quitó la máscara.

El guerrero de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora