42. Olvídate de Christian Collins para siempre.

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42. El Ganador de la undécima edición de El Juego de Las Apuestas es...

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Christian baja corriendo de la plataforma, yo me quedo inmovilizada en el mismo punto donde estoy, frente a la multitud. Llorando, por que mi plan no resultó. Más bien empeoró las cosas. Me acabo de ganar el odio absoluto de Christian.

Primero unos, luego otros, y al final todos comienzan a aplaudir, a aplaudirme a mí, a lo que hice. Están eufóricos.

—Bueno... —habla Michaell recuperándose del estado de asombro en el que estaba. Sonríe con satisfacción por que odia a los Collins y Christian es uno, y lo acabo de destruir prácticamente—, fuiste una jugadora muy buena, y la primera que el juego de las apuestas ha tenido. Mereces nuestro respeto, Alice. Por tu majestuoso plan de pasar de ser la víctima a ser la jugadora.

La gente no para de aplaudir. Trago grueso, me seco las lágrimas e intento hablar por el micrófono que tengo en las manos pero me es imposible. Siento que seguiré llorando cuando lo haga.

—Tranquila. No tienes qué decir nada, sólo disfruta del mérito que te hacemos por haber hecho que Christian terminara enamorado de ti y entender más que nadie que en este juego todo se vale, que la única norma es: si te enamoras pierdes —dice Michaell. esquivo sus halagos y al público por que no me importan, ya nada me importa a partir de ahora, del odio que Christian me tiene.

Dejo el micrófono sobre la mesa en la que está Harry, y bajo las escaleras a pasos ligeros, tratando de evitar las lágrimas por que la multitud me flashea al pasar de cerca y ya no quiero que me vean hundida por más que lo esté.

Llego a la salida de la tarima, perdiendo su atención, me sostengo de una grada para quitarme los tacones, colgarlos de mis manos e irme corriendo de aquí.

—El último, quinto jugador que sobrevivió hasta la final fue Ryan George —Michaell ya está presentando al siguiente. Enseguida detengo mis pasos al escuchar ese nombre que por una causa lógica conozco. Regreso hacia la tarima secándome las lágrimas y Michaell continúa—. Así es, señores. Ryan George.

¿RYAN GEORGE?

—El novio de Shelsea —susurro, impactada—. ¡Esto no puede ser! ¡Shelsea no se merece esto!

El patán sube con una gran sonrisa en su rostro. Busco a Shelsea con la vista y la encuentro fácil por qué está sobre la alfombra, viendo con los ojos bien abiertos como Ryan muestra la papeleta donde está escrito su nombre: Shelsea Collins.

La multitud hace un sonido colectivo de asombro.

«¡Lo siento, Shelsea!», lloro. ¿Cómo pudo suceder eso? ¿Cómo fue posible poner como víctima a la chica mayor de los Collins, si ellos mismos son los que impulsan esta actividad?

¿Será este el plan que Michaell tenía deparado? Si así fuera, entonces, ¿Todo el amor que Ryan dije tenerle a Shelsea era una farsa? Ahora es cuando más comprendo por qué la maltrataba hasta físicamente.

—La chica que me tocó fue Shelsea Collins —habla el cínico con total tranquilidad—, y aquí está la prueba de que cayó.

Señala el reflejo del proyector donde se muestran cada una de las evidencias que logró recoger. Pero el proyector ya no lo maneja Harry. Dos chicos del consejo directivo lo han bajado a la fuerza y Michaell es quien maneja la máquina ahora.

Otros dos están deteniendo, por la fuerza, a Charlie —quien tiene el diablo adentro por la furia— para que no suba a la plataforma a detener el show.

El Juego de Las Apuestas © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora