49. Epílogo

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—Dedicado con una cordial especialidad a las chicas del grupo de WhatsApp por que ellas vinieron a salvarme.

49. Epílogo.

Y por si se estaban preguntando los Collins presentaron la nueva propuesta a los estudiantes del Elit en lo que las autoridades mayores mandaban al nuevo director.

Por suerte tuvo un excelente recibimiento por parte de todos, pero mucho más por parte de aquellas chicas tipo: Steph, Bonnie, Audrey y yo. A quienes les cuesta conseguir pareja en estos tiempos.

Ustedes me entienden.

Los Collins también ofrecieron una disculpa en público por los estragos que El Juegos de Las Apuestas causó. La respuesta a dicha disculpa fue tardía hasta que después de tanta insistencia la aceptaron.

Bueno, al menos la mayoría de las víctimas.

Por otro lado mi relación con mamá hasta ahora sigue siendo la misma, ella me visita semanalmente para regañarme, o aconsejarme sobre cómo mantener la casa y yo le respondo con gruñidos, malas caras, y a veces fríamente.

Después se va diciéndome que me ama, y dándome un abrazo y un beso en la frente.

A Mackenzie no soy capaz de perdonarlo, y no es que me interese saber de él pero dicen que mis medios hermanos lo abandonaron para irse a vivir con su madre, Cressida.

También se comenta que lo no se le ve salir de la casa en la que ahora vive, y que cuando lo ven salir notan que su aspecto ya no es el mismo de antes. La ropa la tiene rota, vieja, sucia, y está machacado.

Ha caído en el alcohol y las drogas, se rehúsa a recibir la visita de los hijos y algunas veces lo miran en los buses pidiendo limosna.

Aunque desgraciadamente sea mi padre, mi lado oscuro y malvado se siente muy bien de que al final esté pagando sus karmas.

Christian, vive conmigo, en mi casa. Cursa su bachillerato en línea (de la misma forma en la que yo curso mi tercer año de secundaria) y durante su medio tiempo libre trabaja en un taller automotriz ( de las misma forma en la que yo lo hago como administradora de la fábrica).

Le he dicho que no es necesario que trabaje, que podemos vivir de las ganancias de la empresa, y de lo que yo gano al administrar la misma, pero el necio dice que no, que quiere llevar el sustento al hogar con su esfuerzo así que no le insisto más.

De acuerdo a nuestra postura, tuvimos que vivir grandes tropiezos para llegar a ser lo que ahora somos: jóvenes adultos independientes, que ya saben lo que quieren en la vida  y que están seguros que  tener un buen físico o intentar encajar en un lugar como el Elit lo era no son problemas verdaderos, son caprichos.

Ahora seguimos un solo propósito: disfrutar cada segundo de nuestras vidas plenamente independientemente de que no seamos los más lindos físicamente o los más populares, por que al final entendimos que eso no es indispensable para lograrlo.

De acuerdo al qué dirán los demás  sobre el misterio de nuestro parentesco, y nuestra decisión de estar juntos nos importa un carajo.

Lo importante ahora es saber que a pesar de lo que vivimos nos tenemos uno al otro pero lo más importante: nos tenemos a nosotros mismos. Y solo así todos nuestros problemas son más fáciles de resolver.

Bueno, no todos pues ahora enfrentamos una nueva responsabilidad: ¿En manos de quién quedaría el Elit para que no vuelva a ser el de antes?

Pues aunque ambos ya no formamos parte de este (por que aunque quisiéramos no podríamos hacerlo mientras enfrentamos la vida solos) nos preocupa, sentimos que es nuestro deber no volver a dejar pasar a un director como Mackenzie para que la historia no se vuelva a repetir.

Después de unos meses la conocimos, sí, a la nueva directora. Una anciana con actitud de jovencita, quien entró a tomar su cargo con unas diademas en los oídos, cantando y bailando One More Time.

No era lo que esperábamos pero nos pareció bastante conveniente cuando aceptó con emoción la propuesta de El Juego de Los Besos, así que la admitimos.

Si acaso ella intentaba abusar de su poder Michaell ya nos había dado una idea de cómo actuar ante una problemática como esta.

Ahora el Elit es feliz a su manera, casi todos los que conozco son felices, Christian y yo somos felices y —como un pacto que demuestra la fuerza de dicha felicidad— volvimos a juntar los dos pedazos de papel donde habíamos dibujado aquel corazón y en su interior nuestros nombres habíamos escrito, lo guardamos en un cuadro y lo pegamos en la pared de nuestra sala

 En un futuro planeamos enseñárselo a nuestros hijos, nietos, bisnieto, tataranietos, etcétera, para que conozcan nuestra historia, y aprendan algo de ella.

Y como una prueba de que nos amamos y que nada interviene en lo que sentimos ni siquiera en lo que podemos ser, Christian cada semana retira el sobre con los resultados de ADN, y yo me encargo de romperlos frente al él sin abrirlos, igual a como lo hice con el primero.

Esa acción se nos vuelve un juego constante y repetitivo pero, ¿Qué juego no hemos ganado?

Fin.

El Juego de Las Apuestas © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora