18. Debo de algún modo acabar con este sufrimiento.

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18. Debo de algún modo acabar con este sufrimiento.

1

Una vez estaba subida en un columpio de llantas que mamá me había hecho, recuerdo que era tan feliz mientras me mecía de un lado a otro, yo sentía que volaba. Un día la cuerda se rompió, entonces caí chimándome la rodilla.

Ese es el sentimiento que estoy sufriendo en estos momentos, multiplicado por mil. Yo sólo era una niña queriéndose divertir, y ahora sólo fui una adolescente enamorada, ilusionada por un maldito patán que se ha estado burlando de mí todo este tiempo.

Dicen que del amor al odio sólo hay un paso, y ese paso entre Christian y yo ya está dado.

Retrocedo sin dejarme ver de las dos figuras más abominables de mi vida. Trato de secar mis incontrolables lágrimas en lo que llego a las escaleras, pero choco con dos personas y caigo estampada en el suelo.

Elevo mi vista inundada en llantos para encontrarme con los ojos aceituna del idiota de Hanzel y el cuerpo atlético de la rubia de Johana. Solo esto me faltaba.

—Miren a quién tenemos aquí —se echa a reír Johana, viendo, con crueldad, cómo he acabado tirada en el piso—. A la inadaptada de Tontalice.

—¡Uy! ¡Y está llorando! —añade Hanzel, fingiendo melancolía.

Suspiro, atormentada, ignoro sus insultos por que estoy segura que eso es lo que menos me duele en este momento, e intento levantarme apoyando el codo en el piso.

—¿Será que ya se dio cuenta de que es parte de una apuesta? —pregunta la idiota al idiota, con la voz supuestamente triste.

«¡¿Qué?!»

—¿Ustedes ya lo sabían? —Apenas me da la voz para susurrar.

Asienten, entonces abro la boca como "O" y vuelvo a caer al suelo. Y por supuesto: llorando como una loca; no sólo Christian se ha estado burlando de mí, sino que sus amigos también.

Ahora entiendo por qué se reían hace un momento.

—¡Ay por dios! —espeta Johana con aires de fastidio—. Nunca te preguntaste: ¿Por qué Christian cambió de la noche a la mañana contigo aun viendo el desastre que eres? Más claro no puede estar.

Cada palabra que sale de la boca de Johana me hace trozos el corazón; Hanzel se cruza de brazos tan tranquilo que me produce una ira insaciable, —Y no sólo nosotros lo sabíamos, ¿Adivina quién más? La mayoría de los estudiantes del Elit.

—¡No! —se me ahoga la voz, y el enorme nudo que tengo atorado en la garganta me impide respirar con normalidad. ¡Esto no puede estar pasando! ¡No me puede estar pasando a mí!

—Sí —lo afirma, la cruel de Johana, cruzándose de brazos—. ¿Por qué crees que gritaron y aplaudieron cuando te ubicaron junto a Christian en las parejas del momento? Sólo estaban burlándose, y tu creíste que estaban alabando tu relación, ¡Sí que eres estúpida!

—Ah, —dice Hanzel como si supuestamente olvidó algo— y si Christian te pidió vestirte con poca gracia el día de hoy, como lo haces siempre, fue por que nosotros le pedimos que lo hiciera para burlarnos de ti.

—¡Ya cállense! —les grito con toda la furia acumulada en mi voz, me levanto, y los aparto de un empujón para seguir mi recorrido por las escaleras.

Antes de bajar veo, desde arriba, que la reunión se ha extendido, y que algunos chicos de consejo directivo han llegado a tomar con los Collins y los otros dos amigos de Christian.

El Juego de Las Apuestas © [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora