Su vida cambiaría desde ahora.
—Piccolo —SeokJin intentó consolarlo—, esta tradición se ha seguido a lo largo de las muchas generaciones. La mayoría de los jóvenes estarían encantados de casarse con un aristócrata. No debes culpar a los mayores de esto. Intentaron disuadirle, los he oído.
Jimin asintió con la cabeza, pero las lágrimas surcaban ya en su rostro pálido.
La niebla era ahora densa como un manto y los cuchicheos por fin se quedaban tras las puertas de las casas. La noche había caído deprisa tal y como sucedía en las montañas, con sombras alargadas y el viento aullando lloroso entre los árboles. Su mundo. El mundo al que pertenecía, libre y salvaje, como los osos y los lobos. No debería estar prisionero en un palacio maligno y atroz, con gente que nunca lo entendería ni lo querría.
—Los mayores vendrán pronto. —advirtió el mayor— Debes calmarte bambino. No pueden notar tu desafío.
Jimin asintió con una extraña sensación de agradecimiento a SeokJin por no referirse a que tendría que marcharse pronto. Pensaba que no lo soportaría.
Recogió su disfraz y lo escondió con cuidado. Refugiándose en su trabajo, pospuso todas las ideas de huida hasta despues de la inminente prueba. Preparó el fuego e hizo una infusión de hierbas. Encendió varias velas por su aroma sosegador y puso unas cuantas más en el altar de la Virgen siguiendo la sugerencia de SeokJin, aunque tuvo que contenerse para no comentar que la Virgen debía de estar muy ocupada en algún otro sitio mientras el señor Jeon lo elegía a él.
Aunque se puso tenso al oír la llamada en la puerta, permaneció tranquilo con la cabeza baja mientras SeokJin hacia pasar a los dignatarios al interior de la cabaña. Los mayores evitaron mirarlo, incapaces de encararlo sin vergüenza, pero notó de inmediato el peso de la mirada del señor Jeon. Él continuó con la vista fija en el suelo.
Jungkook hizo una inclinación con respeto hacia SeokJin.
—Naturalmente, Signore SeokJin, procuraré lo necesario con generosidad para mi futuro esposo. Ya he mandado a llamar a las costureras para que se ocupen del traje nupcial y del vestuario adecuado que necesitará como esposo mío. Llegarán aquí muy rápido. Nos casaremos en la catedral en cuanto todo esté dispuesto.
SeokJin sólo le dio las gracias. ¿Qué más podía hacer?
Jimin estaba que echaba chispas. ¿Cómo se atrevía a entrar en su casa y dar órdenes tan de repente? ¡Ya había mandado a llamar a las costureras! ¡Qué frescura!
Jeon cruzó como si tal cosa la habitación para plantarse ante él, erizándole la piel otra vez. Su aire burlón de diversión no dejaba entrever si era consciente de su irritación.
Su sola presencia llenaba la pequeña cabaña y absorbía todo el aire, pues Jimin sentía que no podía respirar, nunca podría volver a respirar. Entonces colocó las manos tras la espalda, retorciéndose los dedos para no hacer alguna locura, como echarle la taza directamente en su perfecta y estúpida cara.
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𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.
Fanfiction《 FINALIZADA 》 Jimin toda su vida ha sido un tanto "diferente". A sus escasos 19 años es el sanador del pueblo en el que vive y es la alegría de sus vecinos, que lo protegen a él y a su peligroso secreto. Por eso, cuando se le convoca al Palazzo de...