Fue el rumor de un movimiento lo que despertó a Jimin.
Notó la alteración en el aire, los cambios de corrientes. Permaneció echado con la niña en brazos mientras su corazón latía con fuerza y él empezaba a recuperar la compostura. El fuego se había ido consumiendo hasta quedar en un suave relumbre naranja. Lo que quedaba de las velas chisporroteaba fundiéndose en su propia cera con un silbido y su fragancia aromática se perdía en el aire con un leve rastro de humo negro. El dormitorio se situaba en el ala del palacio que daba al mar y, pese a los gruesos muros, podía oír el golpeteo grotesco y el rugido de las olas mientras rompían contra las rocas irregulares. En cierto modo, el ritmo regular le daba cierto consuelo.
Echó una rápida mirada a la silla donde el señor Jeon había estado durmiendo. SeokJin seguía desplomado en la silla, su cuerpo frágil y largo apenas visible bajo el cobertor.
La niña se movió en sus brazos y arrastró la manita por el brazo de su cuidador hasta agarrar su mano con fuerza. Tenía su boca seca pegada a su oreja:
—A veces se susurran entre ellas durante toda la noche. —la voz era un hilo tembloroso, su cuerpo delgado estremeciéndose.
Él estrechó a la niña entre sus brazos, reconfortándolo mientras permanecían acostados en la enorme cama.
Era cierto que las recargadas esculturas parecían susurrar; podía oír el leve murmullo, como si rodeara la cama, sin posibilidad de discernir la fuente exacta. Las sombras en movimientos se volvieron tan profundas que las alas de las criaturas talladas daban la impresión de extenderse preparándose para el vuelo. Las garras curvas de la gárgola de aspecto malvado se alargaban, crecían estirándose hacia la cama, ensombreciendo de un gris más oscuro las imágenes talladas en el techo. Una zarpa se prolongaba por las vigas y aleros, una forma oscura como la mano de la misma muerte.
Parecía querer alcanzar algo, y Jimin casi se queda sin respiración mientras la sombra grotesca permanecía extendida en el techo sobre la cama.
Sophie sollozó en voz baja, con el sonido amortiguado contra su cuello.
—Calla, bambina, no permitiré que te hagan daño. —prometió Jimin con el tono mas suave y tranquilizador que consiguió adoptar.
Pero estaba asustado mientras observaba las sombras y sus juegos macabros, sin dejar de oír el espantoso murmullo. La garra sombría pasó por encima de sus cabezas y alcanzo a la araña ornamentada con múltiples hileras cargadas de velas. Entonces se curvó en torno a la base y la zarpa afilada se clavó en el punto de sujeción.
De manera inesperada vio que la araña oscilaba. Notó una onda de movimiento parecida al temblor que había atravesado la tierra en su llegada al palacio. Su corazón dio un brinco y se le quedo atragantado. Horrorizado, observó el enorme y pesado circulo de velas. Temblaba, no había duda, no era su imaginación. Esta vez el movimiento era mas pronunciado, un estremecimiento que hizo que varias velas medio quemadas derramaran su cera en el pulcro suelo. Los proyectiles derretidos no llegaron a alcanzar la cama, pero sí la silla donde SeokJin dormía. La araña crujió de forma alarmante, lanzando mas velas en todas direcciones en una espiral descontrolada por el aire.
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𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.
Fanfiction《 FINALIZADA 》 Jimin toda su vida ha sido un tanto "diferente". A sus escasos 19 años es el sanador del pueblo en el que vive y es la alegría de sus vecinos, que lo protegen a él y a su peligroso secreto. Por eso, cuando se le convoca al Palazzo de...