El silencio reinaba en la habitación.
Una corriente fría procedente de las mismísimas paredes parecía dar vueltas en torno a Jimin. Tiritó y oyó en lo profundo del corazón su propio grito de protesta no expresada. El mal campaba por el palacio.
Observó al señor Jeon y fijó su vista en su mirada. Furibunda. Intensa. De alma a alma.
Incluso dejó de notar la mano de SeokJin en la suya. Jungkook y él eran las únicas personas que existían. Él le miraba con atención, introduciendo su mente en la suya. Sentía a Jungkook ahí, en su mente, esperando en silencio a que él le condenara como el culpable de la desaparición de Hoseok.
La imagen de arañazos en sus nudillos regresó irreprimible, y la comprometedora gota de sangre en su por lo demas inmaculada ropa. Jimin notó los latidos cada vez más incómodos de su corazón. Su mirada continuaba taladrando sus ojos, pero Jimin era incapaz de volverse. Sabía que lo esperaba, esperaba a que él le denunciara como el malo del cuento.
El señor Jeon, Il Demonio del palacio. La maldición. Los susurros. Los rumores.
Jungkook permanecía de pie, estirado del todo, con sus ojos oscuros insondables y los rasgos cuidadosamente inexpresivos.
El rubio respiró hondo y soltó una lenta exhalación, mirando los profundos ojos de su perdición.
—¿Enviaría a sus hombres a inspeccionar en el fondo del laberinto, por favor? Tal vez Hoseok no consiguiera encontrar la salida.
Él hizo una inclinación.
—Al instante, piccolo. Y les mandaré a las colinas para ver si el joven no sufrió algún percance de regreso a casa. -añadió adrede para recordarle que eran muchos los viajeros que sufrían accidentes, víctimas de animales salvajes, del terreno accidentado o incluso de ladrones. Su voz sonó increíblemente amable, y el calor rozó las paredes de su mente.
Jimin notó un nudo en la garganta y tragó saliva con dificultad. Era difícil mientras Jungkook lo observaba con tal intensidad. Notaba ahora tambien los ojos de SeokJin mirándolo, tan acusadores como cuando miraba al señor Jeon.
—Usted fue la última persona que lo vio vivo, señor Jeon.
SeokJin dijo lo que Jimin callaba. Sólo su tono ya declaraba culpable al aristócrata.
—No sabemos si está muerto, Signore SeokJin. —indicó Jungkook en voz baja. Había un hilo de amenaza en su voz, como si se le estuviera acabando la paciencia muy deprisa. —Si el joven hubiera fallecido en el laberinto, habría aves carroñeras sobrevolándolo.
El alivio inundó a Jimin.
—Eso es cierto, SeokJin. —dijo.
Pero un horror terrible avanzaba por su mente y penetraba su alma como una sombra siniestra. Él se habría enterado si alguien estuviera herido, ¿o no? Siempre se enteraba, en cualquier parte, a la hora que fuese.
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𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.
Fanfiction《 FINALIZADA 》 Jimin toda su vida ha sido un tanto "diferente". A sus escasos 19 años es el sanador del pueblo en el que vive y es la alegría de sus vecinos, que lo protegen a él y a su peligroso secreto. Por eso, cuando se le convoca al Palazzo de...