Jungkook tomó el largo y ancho pasillo. Estaba agotado por completo, cansado hasta lo indecible. Le dolía el costado, en los músculos donde Chanyeol le había llegado con el estilete, pero más que la carne le dolía el alma.
Ahondar tanto en los asuntos de su antes querido hermano había sido como sumergirse en la maldad. Su hermano incluso mantenía un diario donde escribía con detalles sus actos macabros, pues en su desvarío creía de algún modo que cumplía con su deber hacia las próximas generaciones de descendientes Jeon.
Al menos el sol se había puesto y ya podía encaminarse con toda su aflicción hacia su dormitorio y hacia su esposo.
Jimin.
Su esposo era un soplo de aire fresco en el palacio, hacía milagros con su sonrisa luminosa, sólo su personalidad bastaba. Se reía con SeokJin, Bogum y la pequeña ahora a su cargo, Sophie, ofreciendo consuelo y amor. Conseguía arrastrar a su nonno hasta su círculo de luz de tal manera que incluso los criados empezaban a sonreírle al mayor de los Jeon. Pasaba tiempo a menudo en la habitación de SoHyun, hablando con ella y animándola, ofreciéndole consuelo y amistad. Se había acercado a la familia de Suho para ofrecerles ayuda y todo el aliento posible. Era el sanador y se ocupaba del joven soldado herido, SooBin, oculto en el palacio, y por supuesto, cuidaba de su marido. Jimin atendía con sumo desvelo sus heridas.
Jungkook no recordaba cómo había podido sobrevivir antes sin él. Además de una influencia sosegadora, su esposo descalzo también aportaba risa al palacio.
Lo necesitaba esta noche después de los desagradables Acontecimiento que sucedió. Necesitaba de su amor por la vida, su energía. Necesitaba el solaz de su cuerpo.
Abrió la puerta de la habitación y la encontró vacía, como había esperado. Era probable que estuviese aplacando las pesadillas de Sophie o realizando una última inspección del estado del joven SooBin antes de irse a la cama.
Con un suave suspiro pesaroso se estaba quitando la camisa, ya a medio camino de la enorme cama, cuando advirtió la puerta del baño parcialmente abierta. Permaneció quieto un instante, friccionándose la nuca con los dedos en un intento de aliviar los músculos tensos. Se quitó las botas y las dejó caer antes de andar por la habitación hasta el baño, descalzo sobre las lisas baldosas.
Jimin estaba tumbado boca bajo sobre el mármol al lado de la piscina, dejando que sus dedos dibujaran surcos en el agua. Las luces de las velas parpadeaban y danzaban sobre su piel desnuda, y las largas piernas le atraían la atención hacia la curva de su redondo trasero. Lo dejó sin respiración tanta belleza.
Profirió un sonido gutural, con los ojos negros fijos en él como un depredador sobre su presa. Jimin miró por encima del hombro, vio el ansia en su mirada y le sonrió provocativo.
—Confiaba en que llegaras a tiempo, llevo rato aquí tumbado pensando en ti.
Se volvió un poco, lo suficiente para que el mayor observara brevemente su torso y su miembro semi duro.
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𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.
Fanfiction《 FINALIZADA 》 Jimin toda su vida ha sido un tanto "diferente". A sus escasos 19 años es el sanador del pueblo en el que vive y es la alegría de sus vecinos, que lo protegen a él y a su peligroso secreto. Por eso, cuando se le convoca al Palazzo de...