Los muebles eran macizos, los colores oscuros, pero las ventanas iluminaban la estancia de modo que parecía espaciosa. Aquí no había grabados, ni esculturas monstruosas. Sobre el escritorio yacían pergaminos y varios mapas gastados. El rubio los observó mientras seguía al mayor hasta la amplia hilera de ventanas.
Parecía como si el anciano estuviera dibujando mapas nuevos de las tierras de la familia y zonas circundantes, pues las líneas eran limpias y precisas. Se percató de que algunos de los mapas más antiguos estaban gastados y finos por el uso.
-Tal vez debería hablar de ello- dijo con coraje Jimin. Era muy consciente de la puerta abierta y de los dos preocupados guardias apostados fuera, dispuestos a entrar deprisa en caso necesario.
-No puedo. -las lágrimas surcaban su rostro arrugado- Déjame solo, ahora.
Era un susurro firme, una súplica a causa del absoluto tormento,
Jimin acudió a su lado y le rodeó con los brazos en un intento de consolarle
-No puedo dejarle así. Es una locura guardarse algo tan terrible. ¿Cree que soy tan débil como para condenarle, como para irme corriendo?
Él lo apartó con el cuerpo tembloroso por alguna terrible verdad. Mantenía los puños cerrados a ambos lados.
-Era como tú. El sol la seguía a donde ella iba, su risa me llenaba el corazón. Qué hermosa era, un tesoro excepcional. -lo miró- Como tú, se parecía mucho a ti. Jungkook ha cometido una locura al traerte a este lugar. -dijo, y su voz se descontroló de súbito, despotricando en latín y condenando a su nieto a los fuegos del infierno.
Jimin se santiguó al tiempo que negaba con la cabeza en dirección a los guardias que daban muestras de claro nerviosismo. Tras consultarse brevemente, uno se apresuró a alejarse. El rubio puso una mano tranquilizadora sobre el brazo del abuelo.
-¿Cree en la maldición Jeon? ¿Por eso piensa que corro peligro aquí? Soy muy fuerte, nonno, y no me asusta plantar cara al peligro. -le llamó abuelo adrede para ayudarle a recuperar la calma.
Él bajó la vista a los ojos cargados de pena del joven.
-Mi Taeyeon tampoco tenía miedo. Y Jungkook se parece mucho a mí, a como yo era, veo la manera en qué te mira, con su corazón, su alma. Pero ve demasiado: el sol te sigue y también los ojos de otros hombres. -tragó el nudo en su garganta- ¿Entiendes qué es sentirte consumido por otro ser? Vivir sólo con un propósito, esa sonrisa, esos ojos... que sea tal la necesidad que no puedas respirar si tu ser amado no está contigo. Es un fuego en la sangre que no se puede sofocar. Observas cada movimiento, el gesto más leve.
Cerró los ojos con fuerza para bloquear los recuerdos que le observaban. Jimin se quedó muy quieto, no obstante, siguió agarrando el brazo pese a que estaba confirmando sus peores temores sobre la maldición de los Jeon. Celos nefastos. Corrían por sus venas. Creaban monstruos donde antes había caballeros.
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𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.
Fanfiction《 FINALIZADA 》 Jimin toda su vida ha sido un tanto "diferente". A sus escasos 19 años es el sanador del pueblo en el que vive y es la alegría de sus vecinos, que lo protegen a él y a su peligroso secreto. Por eso, cuando se le convoca al Palazzo de...