☾ Capítulo 12

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—¿Te ha tocado? ¿A qué te refieres con que te ha tocado? ¿Cómo lo ha hecho? —el mayor estaba escandalizado y muy pálido

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—¿Te ha tocado? ¿A qué te refieres con que te ha tocado? ¿Cómo lo ha hecho? —el mayor estaba escandalizado y muy pálido. —¡Tocando a un jovencito como tú! No deberías haber estado a solas con él. Jimin, deberías tener más juicio. —le reprendió, chasqueando la lengua un poco a causa de la agitación.

A su pesar, el rubio esbozó una sonrisa.

—Si me caso con el señor Jeon, SeokJin, imagino que habrá muchas ocasiones en que estaré a solas con él. —SeokJin le fulminó con la mirada.

—Eso es diferente, bien lo sabes, niño. No es cosa de risa. Los hombres se aprovechan a veces de la inocencia de los menores.

—Sobre eso te quiero preguntar. —contestó Jimin con ojos muy abiertos. —¿Cómo es eso? ¿Por qué me parece diferente cuando me toca él? No siento lo mismo si estoy con Hoseok o cualquier otro hombre.

Conocía obviamente la mecánica de la copulación; había crecido rodeado de animales de granja y asistido a muchos jóvenes de los que se habían aprovechado terriblemente. Pero no sabia qué se esperaba en concreto de él, y nadie parecía dispuesto a explicárselo.

SeokJin siguió ocupándose tenazmente de los cortes de Jimin, negándose a alzar la vista.

—No soy un hombre casado, Jimin. No sé nada de esas cosas, aparte de que hay que hacer todo lo que desee tu marido; él te guiará en ese tipo de cosas.

—¿Y si yo lo encuentro detestable? —insistió Jimin— ¿Y si es horrible?

—Es horrible que un hombre te toqué cuando no debería. —refunfuñó SeokJin. —Pero cuando es tu marido, no es malo y debe tolerarse.

Jimin meditó sobre sus palabras.

—¿Cómo puede ser, si es el mismo acto? —preguntó, curioso, moviendo la mano hasta su garganta donde persistía el calor de los dedos del señor Jeon.

Se tocó el lóbulo, con una pequeña caricia donde los dientes le habían mordisqueado. Las extrañas sensaciones no eran sólo recuerdos en su mente, sino en su cuerpo tambien. Podía percibir la oleada de calor moviéndose por él, una necesidad doliente que no entendía.

—¡Jimin! —SeokJin arrojó el trapo al cuenco con suficiente fuerza como para que el agua salpicara en todas direcciones. —¡Es suficiente! No hablaremos más de esto. Este lugar pagano te ha confundido el juicio. Es mejor que tales cosas se queden entre esposos.

Jimin alzó una pequeña ceja suspicaz, pero se frenó y no dijo nada. SeokJin sin duda no había contestado a ninguna de sus preguntas, y no estaba dispuesto a preguntarle a Jeon al respecto. El mero pensamiento había hecho que se sonrojara. Cuando se casaran, sin duda tendría ciertos derechos sobre él. Jungkook era un hombre grande; él era pequeño. ¿Cambiaba algo eso? No tenía a nadie para explicárselo. Suspiró sonoramente.

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora