❂ Capítulo 1

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El cuervo avanzaba volando a lo largo del borde del acantilado

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El cuervo avanzaba volando a lo largo del borde del acantilado. Debajo, las olas rompían contras las rocas, ascendiendo mas alto con cada embate, casi alcanzando el negro pájaro con su furiosa espuma. Se desvió para dirigirse tierra adentro a través de campos de flores silvestres, sobrevolando laderas peladas hasta llegar al límite de vegetación arbórea. Parecía ir sin rumbo fijo mientras se deslizaba lentamente por el cielo con los rayos decrecientes del sol fulgurando en sus plumas traseras. Algunos fragmentos de nubes empezaron a desplazarse por el horizonte, intercalándose casi en su estela como si el ave atrajera una sombra gris sobre la tierra que se extendía debajo.

Una vez que alcanzó el grupo de árboles, el ave cambió de velocidad y descendió en picado para maniobrar deprisa a través de las ramas frondosas y en torno a troncos de árboles, como si compitiera con el sol poniente. Luego solo lo mas recto posible por la ladera hasta el bosquecillo situado en la falda mas distante de la montaña, avanzando infalible hasta una rama gruesa y retorcida donde se posó.
Doblando las alas con cierta majestuosidad, fijo con gran atención sus ojos redondos y brillantes en el joven menudo que se encontraba bajo el árbol.

Jimin aplastaba con esmero la fértil tierra que rodeaba el pequeño helecho trasplantado hacia poco. Esta tierra era mas rica que la que se encontraba cercana a su casa, permitía florecer las variedades de plantas menos comunes que él tanto necesitaba. Empleaba sus extractos como medicamentos, para la gente de los villaggi y granjas de los alrededores. Lo que había empezado como un pequeño huerto en la ladera se había transformado en una enorme tarea, trasplantando finalmente aquí todas las hierbas y flores que precisaba para diversos remedios y pócimas. Con las manos enterradas en el fondo de la tierra, las ricas fragancias del herbaje la envolvían en medio del derroche de color de la vegetación diseminada a su alrededor, plantada por él mismo.

De pronto se estremeció cuando una nube gris oscureció los últimos rayos cálidos del sol, dejando en su mente el mal augurio de un desastre. Se levantó muy despacio, sacudiéndose la tierra húmeda de las manos y de su pantalón de tela, antes de ladear la cabeza y alzar la vista al pájaro posado muy quieto en el árbol por encima de él.

-En serio has venido a buscarme -declaró, en voz baja y ronca en el silencio del bosquecillo -Nunca me traes buenas noticias, pero te perdono Leiz.

El pájaro lo observó fijamente, con sus pequeños ojos redondos luminosos solo brillando para él. Un prolongado rayo de luz alcanzó las plumas dorsales del pájaro, volviéndolas casi iridiscentes antes de que las nubes grises oscurecieran el sol por completo.

Jimin suspiró y se hecho hacia atrás su cabello rubio y revuelto con pequeñas ramitas atrapadas entre los mechones sedosos. Parecía tan misterioso y místico como el cuervo negro, una criatura salvaje e indómito alli descalzo, con sus ojos cual cuarzo azul y rasgos delicados dorados por el sol.

Tal vez un brujo joven y bello creando sortilegios en medio de su espléndido jardín exótico.

El ave abrió el pico y emitió un agudo graznido, una nota disonante en el silencio del bosquecillo. Por un momento los insectos detuvieron el zumbido incesante y hasta la mismísima tierra pareció contener el aliento.

𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑱𝒆𝒐𝒏 ✧ 𝙺𝚘𝚘𝚔𝙼𝚒𝚗.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora