veinticinco

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Recuerdo que una vez,Tannat me habló de la importancia del primer párrafo en un libro. En otra ocasión me mencionó la relevancia de la primera línea de ese mismo párrafo. Cuando lo hizo inmediatamente me llegó una memoria de infancia,en la que una simple oración se grabó en mi para siempre. Aquel libro,
cuyo título olvidé, empezaba asi: "Cuando me morí" En aquel entonces no comprendí el porque esa frase me atrapó tanto, que de inmediato me puse a leer el libro. Hoy,sin duda,puedo decir que fue el impacto de saber que la historia estaba siendo contada por un muerto. Así como la primera frase o párrafo de un libro puede cautivar tu atención,
entregandote una impresión del contenido,las primeras palabras y actitud que tengas ante nuevas personas, puede hacer la diferencia entre ser aceptado o no.

Siempre he creído que las personas son como libros. La portada es lo primero que todos ven. Por eso es importante lucir bien. No hablo precisamente de verte hermosa,sino de lucir agradable a la vista porque lo queramos o no,nuestro aspecto es lo primero que todos juzgan. Después está nuestra actitud, las palabras,lo que hacemos y otro sin fin de cosas por las que somos evaluados y catalogados. Lo queramos o no,las personas somos constantemente reducidas a una categoría producto de un juicio silencioso al que somos sometidos por cualquiera en cualquier lugar. Yo estaba siendo sometida a uno de una forma agobiante y tal como armaba el primer párrafo de una historia, armaba también mi puesta en escena.

No me era cómodo estar entre los hijos de Tannat,que de diversas formas me estaban juzgando. Fueron cordiales conmigo,pero hay cosas que no se pueden disimular ni con los mejores modales o los más elegantes. Pequeños gestos involuntarios, tonos de voz,miradas;cosas que para alguien como yo no pasan inadvertidas. Cuando surge el desagrado inconscientemente, las personas,movemos el labio superior hacía atrás. Aquello dura un segundo cuando mucho,
pero es visible. Ese gesto me reveló que a Vados, no le agrade nada. Lo bueno es que no se esforzó por disimularlo ni tampoco lo contrario.

Durante la presentación,tuve problemas para recordar a quien pertenecía cada nombre. Por suerte no se me hizo necesario llamarlos para nada. Al fin creo que sólo tres de ellos me aceptaron genuinamente. Uno fue Awamo,también la mayor de todos, Cus y una chica redonda como un arándano. Era muy amable. Algunos fueron indiferentes en actitud. La verdad es que después de un rato deje de preocuparme de eso y hasta me relajé. Aunque eso no me libró de uno que otro cuestionamiento o comentario a mi relación con Tannat,como el que hizo la muchacha de las colitas.

-...Es como esas historias de las novelas cursis. La alumna enamorada del catedrático.

-eso es lo mejor de todo-le respondió Tannat-esas novelas siempre terminan bien.

Eso me hizo sonreír,aunque yo hubiera respondido otra cosa. Tal vez por la exaltación de los últimos días mi ánimo,en esa ocasión,sufrió una metamorfosis. Era un poco indiferente y con el transcurso del tiempo allí,esa actitud se acentuó. Si soy honesta no estaba del todo ahí. Y durante un tiempo no pude evitar sentirme fuera de lugar.Eran tan diferentes a mí y no lo digo porque en medio de personas como esas,me sintí como en una reunión de empresarios exitosos. Era otra cosa.

El amor siempre afecta a más de dos. Si tienes una relación formal con alguien,lo quieras o no, tendrás una relación con su familia. Es inevitable. También es inexorable el hecho de que estas personas,directa o indirectamente,influyan en la relación. Aún que la verdad, Tannat no era influenciable.

Comencé a sentirme un poco decaída y me retiré a una de las habitaciones,para descansar. Estaba por revisar mi glucosa, cuando él entró.

-¿todo está bien?-me pregunto desde la puerta.

-voy a ver-le dije mientras perforaba mi dedo y veía surgir la gota de sangre de siempre.

La puntas de mía dedos están maltratadas por las agujas y me les quede mirando un momento.

-89-leyó Tannat mirando la pantalla del glucómetro-¿no has comido?

-lo hice,pero estos días son así-le respondí.

-la tensión también influye-me dijo y saco de su bolsillo un caramelo que me ofreció.

-cierto,pero por unos días al mes, las mujeres, somos más susceptibles a sufrir
descompensaciones por bajas repentinas de azúcar y presión. Todo debido al volumen sanguíneo que perdemos en esos días. Si a eso le sumas la diabetes...

-ah... iré por algo de comer para que no sufras una hipoglucemia  -me dijo.

Volvio unos minutos después con un plato con una pequeña porción de arroz y vegetales. Me lo dió y se quedo de pie junto a mí.

-estoy bien ¿por qué no vuelves con tus hijos?

Miró de reojo por la ventana, como considerando cosas remotas. Parpadeo lento una vez y volvió sus ojos a mí,diciendo que no ocurriría nada malo si se ausentaba por un rato.

-pero...

-estoy aquí todo el tiempo y sólo vienen a verme dos veces al año-me dijo antes de que yo,pudiera terminar mi frase-si de reproches se trata,tengo los míos también.

Guarde silencio. Cuando el cuerpo comienza a regular los niveles de azúcar,surgen sensaciones algo desagradables.

-no todo es tan malo como parece-continuo levantando el plato que deje,vacío,en la mesa de noche-a algunos de mis hijos les agrada la idea de que seas menor que yo.

-me ven como una enfermera potencial-comente.

Y Tannat soltó una discreta risa.

-posiblemente,pero eso no es malo,aunque si lo analizamos un poco puede verse como algo bastante egoísta-señalo y se giró a la ventana para ver hacia el jardín-lo cierto es que llegada cierta edad,los padres se vuelven sólo una preocupación para los hijos. Una preocupación y un gasto indeseado.

Oírlo hablar así me hizo preguntarme algo ¿a que le temía Tannat? Todos tememos a algo y él,no podía ser la excepción. ¿A la vejez? No ¿A dejar de ser autosuficiente? ¿a perder la autonomía? Esa posiblemente era la respuesta correcta. Era un hombre que honestamente no necesitaba a nadie más. Pasar de eso a depender de otro para todo,sin duda,es un golpe muy duro. Tannat nunca se sentiría a gusto estando al cuidado de otros. Fueran sus hijos o una esposa. Su amor propio no aceptaría eso jamás.

-creo que a los que no les agradó es porque se sienten un poco celosos-comenté después de un rato,ganandome su atención -tal vez no fuiste el mejor y mucho menos el peor,pero estuviste comprometido con tu labor paterna, sin embargo, tú mismo me has admitido una lejanía afectiva.Un poco de enojo y celos, es natural, al ver como brindas esa proximidad y calor,que a ellos negaste, a una extraña.

-entiendes a las personas,Belén-me dijo con su habitual calma.

-no es algo difícil de hacer-le respondí.

-tal vez no,pero no todos se toman esa molestia. Descansa un poco. Vendré por ti cuando esté lista la comida-me dijo mientras se acercaba a mí.

Me tomo por los hombros y me hizo recostar en aquella pequeña cama.

-si alguien pregunta diré que estás cansada producto del "accidente"-agrego mientras me cubría los pies con una manta.

No proteste y una vez Tannat, cerro las cortinas cerré los ojos para descansar. No planeaba dormir,pero así pasó. Al despertar me encontré con Vados y la que entonces distinguía por su peinado de dos colas. Estaban ahí paradas,como si hubieran querido despertarme.

-lamento interrumpir su descanso-me dijo-pero es que moría de ganas de hablar con usted a solas.

Sonaba gentil. Sus ojos no lo expresaban otra cosa. Mire a la mujer parada tras ella y experimente una sensación de ser acorralada por dos lobos.

-nuestro padre esta ocupado a fuera-me dijo aquella-no nos interrumpirá.

El corrector de libros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora