diecinueve

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Mi beso lo despertó. Abrió los ojos lentamente y me quedo mirando un poco extrañado,
luego me sonrió.

-ha sido una agradable forma de despertar-me dijo e hizo una caricia en la mejilla-¿no has dormido?

-no,me quede escribiendo. Perdón por no haberte despertado,pero parecías muy cansado-le dije mientras se sentaba frotándose el cuello-aun qué,creo,dormiste un poco incómodo aquí.

-no,no es eso. Hace días que no duermo bien. Creo que he estado trabajando demasiado-comento y tomo mi mano mientras me preguntaba qué hora era.

-un cuarto para las siete-le dije y me le quede viendo.Realmente parecía agobiado-¿por qué no duermes unas horas más?

-creo que lo haré,pero tú también deberías descansar-me dijo-podemos hacerlo juntos. Tu compañía me haría muy bien.

Él sólo pidió dormir a mi lado y no había motivo para negarme, aunque me dió cierta ansiedad. Me prestó un pijama suyo que me puse detrás de un biombo de papel chino,que tenia en su alcoba. La habitación tenía un ventanal amplio que daba hacia las montañas verdes y húmedas. En esa región llovía bastante,esa mañana el clima amenazaba con dejar caer unas precipitaciones. Como no había televisión y la señal de celular era escasa,era difícil enterarse hasta del pronóstico del clima.

Al fin fui hacia la cama,Tannat ya estaba ahí y me señalo,me recostara a su costado. Lo hice usando su pecho como almohada,logrando que su mano cayera sobre mi cabeza y peinara mi cabello con esa paciencia que le brotaba en cada acción que realizaba. Realmente a Tannat, nada parecía alterarlo lo suficiente como para caer en la atolondrada prisa.

-¿me mostraras el borrador?-me  pregunto cuando casi estaba por dormirme.

-no,la verdad me sentiría incómoda si tú lo lees-le dije.

-comprendo,mas te daré este último consejo: corregilo dentro de una semana.

-¿por qué?

-porque tendrás una perspectiva diferente para entonces-me dijo e hizo una caricia en la mejilla-cuando la inspiración nos aborda,la cabeza arde de ideas y para que estás tomen la forma mejor tienes que estar más en control de tus pensamientos.

-bien,asi lo haré,pero tampoco te dejaré verlo-le señalé.

Se sonrió,me dió un beso y pronto me entregue a un pacífico sueño. Fue la lluvia la que me despertó,unas horas después. Para entonces estaba de cara a la ventana y el paisaje que miré,era bastante gris. Las nubes cubrían las laderas de las montañas dejando ver alguno que otro manchón verde petróleo. La lluvia bañaba las tablas de esa terraza con dos sillas y una mesa redonda,pequeña,en que una maceta acumulaba agua. No había más sonido que el de la lluvia y la respiración de Tannat, a mi espalda. Era como estar en un mundo alterno,en  el que no me hubiera molestado quedarme  para siempre.

Me giré hacia él y lo mire dormir por varios minutos antes de levantarme para ir por un vaso con agua. Era una casa muy grande,me perdí y termine en un  pasillo con varias puertas,que conducían a pequeños dormitorios que aún conservaban vestigios de quienes los usaban. El tiempo parecía haberse quedado atrapado allí como en un frasco de conservas. Me asome a algunas habitaciones,pero no me atreví a entrar en ninguna. La atmósfera de aquel lugar me obligaba a andar a pasos cortos y callados, como si temiera despertar algo que dormía allí. Así llegue hasta un estudio sin puerta,con una ventana enorme rodeada de libros,a los que se debía acceder por medio de una escalera que ya no estaba.

Aunque esa casa era enorme,todo en ella hablaba de una vida cómoda,pero sencilla y no pude evitar preguntarme cuantas veces,Tannat se sentó en esa silla de tapiz rasgado a corregir libros siendo interrumpido por uno de sus hijos. Me quedé allí,
observando la lluvia contra la ventana hasta que advertí a alguien detrás de mí.

-yo...buscaba la cocina-le dije a modo de disculpa.

-hay dos en esta casa-me dijo mientras caminaba hacia mí-una está en la entrada,la otra en la parte posterior y es la más amplia-añadió apartando la silla del escritorio para luego sentarse en ella.

Sus ojos se posaron en la ventana y allí los dejo,absorto en sus pensamientos.

-no he sido del todo honesto contigo-me dijo sin hacer contacto visual-incluso,creo,he sido bastante egoísta.

Se quedó callado un largo rato antes de girar su silla hacia mí y volver a hablar.

-siempre he sido un hombre muy estructurado y si he de ser honesto,no tolero aquello que va en contra de mí y a esto me refiero con ideas,conductas; cualquier cosa que no se ajuste al implícito orden que llevo de mi y mi vida. Esto me ha costado algunos conflictos con algunos de mis hijos y varias rupturas amorosas-hizo otra pausa prolongada-decidí cambiar eso, intentar ser más flexible y para eso debía entregarme un poco más a las emociones. Un campo que he mantenido en la mesura y que tú,dominas muy bien. Cuando leí ese relato,que escribiste, sentí cada emoción palpitando entre las líneas. Aún cuando era una prosa tosca y simple,lograste hacerme sentir cada emoción allí puesta. Eso me gustó-añadió.

No supe que decir a eso,pero una parte de mí se sintió algo molesta. Intente dejar esa habitación,pero entonces Tannat se levantó y se puso entre la puerta y yo.

-mi propósito para traerte aquí, puede caer en la treta se seducción más mediocre que pueda haber,pero es que este lugar es especial-continuo-muchas cosas están atoradas en estas paredes,incluyendo una parte de mí y egoístamente  te traje aquí,para descongestionar este espacio...

Su mano en mi mejilla me causó un cosquilleo en la espalda. Su eterna sonrisa había desaparecido y eso lo hacía ver más honesto,más cercano. Siempre me pregunte que mantenía esa barrera invisible entorno a él,hasta esa mañana. Tannat parecía gentil y lo era, también podía comprender rápidamente el sentir de los demás y mostrar empatía si así lo quería,pero respecto a sus propias emociones tenía bastantes trabas y por eso en ocasiones parecía actuar sin tino o precipitadamente,como la primera vez que estuve en su casa y quizo meterme en su cama.

Él,que parecía perfecto,me mostró su defecto como yo le mostré mi herida la noche anterior. Lo abrace entonces, con fuerza,casi como si me estuviera colgando de él,aunque la verdad era que Tannat era quien,estaba colgando de mi en ese momento. Sus manos en mi espalda me hicieron sentir eso.

¿Recuerdan que dije podía quedarme ahí para siempre? Pues lo reitero. Me hubiera gustado estar así eternamente, congelados en ese momento en que todo estaba bien y sereno.

Su cabeza en mi hombro,su suave respiración en mi cuello y ese beso travieso,en mi hombro, que me desestabilizo.

-soy paciente-me dijo en un susurro.

-gracias-le respondí poniendo mi mano en su cabello y nos quedamos allí.

La lluvia limpia y humedece los suelos para que los pastos broten. Así pasó ese día entre Tannat y yo,pero del suelo no sólo surge las buenas hierbas, aunque por esa jornada sólo fuimos él y yo.

El corrector de libros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora