Sanación

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PRESENTE


Receso de las Nubes.


Wei Wuxian despertó días después, abriendo sus ojos lentamente y cerrándolos de nuevo al sentir una luz tenue entrando por su ventana por la cual escuchó los inigualables sonidos de una cascada y el rumor de los árboles al ser mecidos por un viento ligeramente frío con el aroma de bambúes y magnolias. Al acostumbrarse a la luz de una mañana de invierno, parpadeó al ver un techo completamente desconocido para él, girando su rostro para ver alrededor. La ventana daba a un hermoso paisaje de montaña, a lo lejos se podía entrever una cascada a través de la neblina, miró al otro lado, el interior tranquilo, sobrio de una residencia cuya arquitectura no le fue desconocida. Su mirada tranquila se transformó en una de sorpresa al ver no muy lejos una escena que le hizo preguntarse si acaso no estaba muerto y estaba solamente teniendo visiones de una alma en el más allá.

En una salita adjunta a su recámara, estaban sus dos hijos con Han Lien en el medio remendando al Rey Fantasma que había sufrido un percance en el último juego. Wei Qiang estaba en una mesita muy concentrado pintando con su carbón en su cuaderno de dibujo, vestido en las ropas de la Secta Lan. Así se parecía más a Han guang-jun, hasta esa expresión al estar entretenido haciendo algo. Frente a él, del otro lado de la salita estaba Lan Tian, tocando el Quqin, ensayando lo que parecía ser una nueva melodía. El rostro de su primogénito fue como viajar al pasado, viendo esas facciones que alguna vez le pertenecieron, muy serio en ir enlazando correctamente las notas musicales, tan elegante en sus modales. Eran ellos, Lan Wangji y él en versiones cambiadas. Se dijo que no podía estar pasando aquello. ¿O acaso realmente estaban en Receso de las Nubes?

—Amo Wei —fue Han Lien quien notó que había despertado.

De inmediato los dos chicos dejaron de hacer lo que estaban practicando para levantarse e ir a su lado casi corriendo, mientras Han Lien ayudaba al Patriarca a sentarse cómodamente contra la cabecera. Todavía se sentía un poco débil, más extrañamente con su energía mejor equilibrada. Se percató que algo había sucedido con sus núcleos, porque el menor -que siempre había sido el original- ya no estaba impregnado de energía resentida, solamente el mayor por estar creado con ese poder. Con una mano en su pecho, observó a sus dos hijos, todavía sin poder creer que realmente estaban los dos ahí. Wei Qiang no resistió mucho una vez que su nana le dio espacio, acercándose a darle un abrazo casi desesperado que le hizo sonreír, llevando una mano a sus cabellos para cepillarlos.

—Ya, estoy bien —levantó su mirada hacia Lan Tian, el joven no se movió y no lo forzó— Gracias.

—Avisaré a padre —fue todo lo que dijo el muchacho, saliendo de ahí.

Wei Ying suspiró, tampoco podía esperar a que corriera a sus brazos, mirando en su lugar a Han Lien, quien se sentó en la orilla de su cama con su pequeño todavía prendido a él.

—Nana Lien, eres mi amuleto de buena suerte.

—Qué cosas dice, Amo Wei.

—¿Realmente estamos en Receso de las Nubes?

—Zewu-jun y Han guang-jun los trajeron, esta es la residencia del Señorito Tian, estamos ocultos. O es un decir, si me comprende. No se esfuerce mucho, fueron días en que nos tuvo a todos preocupados.

—¿Todos?

—Toda su familia, Amo.

El Patriarca se quedó en silencio unos instantes, digiriendo aquello. Sonrió a su hijo, tomando su rostro entre sus manos para verle.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora