Los dos dragones

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PRESENTE


Templo Guanyin.



—Es tiempo de terminar todo esto. Y toca el turno a mamá.

Antes de que Wei Ying pudiera siquiera parpadear, unas notas lanzaron esa cuerda de Guqin que le hubiera dejado una marca en el cuello, enredándose en sus muñecas y manos de modos que lo dejaron inmovilizado para crear talismán alguno. El agarre fue tan fuerte que la piel de sus manos quedó marcada a punto de cortarse por lo fino de la cuerda que apretó antebrazos, muñecas y dedos. Otras notas más y la cuerda estalló en esa misma energía de toda la matriz del templo, atacando la energía y núcleos de Wei Wuxian, quien se vio arrastrado por una fuerza invisible hacia la piscina donde cayó a los pies del Jefe de Cultivo, gritando por el dolor causado por la cuerda quemando su espíritu.

—¡Suéltalo! —rugió Han guang-jun, golpeando su barrera sin importarle las quemaduras.

—¡Jin Guangyao! —llamó Zewu-jun— ¡No tienes por qué torturarlo así!

—Te di mi palabra de que todos los presentes saldrían sanos y salvos, hermano, jamás te he defraudado ¿o sí? Solo estoy invocando a los dos dragones, no tenía manera de hacerlo, pero... lo que pasó en la Torre Koi me demostró que, si están anclados a algo en este mundo mortal, es a su madre. Un poco de paciencia, Maestro Wei, ya vienen en camino.

—¡Wei Ying! —Jiang Cheng jadeó, escupiendo algo de sangre por sus heridas.

—¡Esto es horrible! —exclamó Nie Huaisang, cubriendo su rostro casi a punto de desmayarse.

Lianfang-zun solo esperó para tocar la siguiente melodía, sus dedos listos a la señal que pronto aparecería. Todo el templo se estremeció, como si un temblor empezara, las puertas selladas empezaron a azotarse y se hicieron añicos cuando dos fuerzas entraron al mismo tiempo. Wei Wuxian escupió algo de agua, buscando ponerse de pie, justo para ver a sus dos hijos entrar con armas en mano volando directo hacia Jin Guangyao, quien sonrió, comenzando a tocar una melodía que el Patriarca reconoció con horror.

La Melodía de la Ira, parte de la Colección de la Confusión.

Han guang-jun gritó algo que no se escuchó por las pequeñas matrices vibrando. Pequeños estallidos en el cuerpo de Lan Tian lo hicieron girar en el aire y luego sin más, con los ojos inyectados en sangre, apuntó su espada a su desprevenido hermano menor. Fue el turno de Wei Ying para gritar, girándose hacia el nicho donde Jin Guangyao tocaba con tanta tranquilidad, provocando que ambos dragones comenzaran a pelear entre sí. No fue el único haciéndolo. Todos buscaron liberarse al ver esa pelea entre los dos chicos, primero dispareja, y a medida que la melodía avanzaba, se volvió más sangrienta. El siguiente mecanismo de la gran matriz se activó con la sangre derramada, formando hilos cual telaraña que lentamente fueron envolviendo a los dos enfurecidos dragones.

—¡Noooo! ¡NOOOOOOOO! —el Patriarca se encogió de dolor por la cuerda, cayendo al agua fría de nuevo, testigo de primera mano de aquella horrible pelea.

Lan Tian y Wei Qiang ya no estaban en sus cabales, atacándose con sus armas al punto que sus ropas comenzaron a rasgarse, ambos desconociéndose bajo el encanto de la Melodía de la Ira. Esa red que estaba creándose con su sangre fue creciendo, formando una especie de capullo alrededor del altar hasta que ya no hubo más espacio donde moverse para los dos jovencitos. Jin Guangyao terminó de tocar, separándolos usando esos hilos sangrientos que mancharon también el suelo como la piscina donde Wei Ying lloraba sin cesar, temblando de miedo. Ambos dragones quedaron en cada costado del Jefe de Cultivo, Wei Qiang de cabeza por el último de sus ataques, jadeando roncamente al ser quien había sufrido más heridas por su hermano. Lan Tian quedó del otro lado, con garras estiradas de un brazo hacia donde el pequeño.

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