Dragón del Cielo

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PASADO


Receso de las Nubes.


—L-Lan... Z-Zhan...

Wei Ying enterró su rostro en la sábana, tirando de ella con una mano llena de sudor, temblorosa ya por las fuerzas que estaban abandonando su cuerpo mientras Lan Wangji besaba su espalda, embistiéndole con ímpetu, jadeando contra su piel que llevaba unas marcas de una boca posesiva. Había sido extraño la primera vez, y ciertamente habían terminado riéndose por lo torpes, pero lentamente se habían conocido mejor como amantes. Y también como pareja. Ese primer mes dedicado a su matrimonio libres de los deberes, Lan Wuxian se había enterado más de la vida de Lan Zhan. La tragedia de sus padres, que explicaba mucho su manera de ser y la forma en la que a él lo trataba, siempre cuidándolo o haciéndolo perder la razón como en esos precisos instantes.

—¡L-Lan Zhan!

Un pasado doloroso, quizá más que el suyo, no lo podía decir ni tampoco quiso comparar. Mientras tanto, habían explorado lo que podían hacer en la intimidad. Lan Wangji resultó ser un amante muy dedicado, quizá demasiado, a sus deberes como esposo. Wei Ying se mordió un labio, queriendo apagar el grito que se le quiso escapar cuando ese miembro rozó con esa zona que le hizo arquearse contra el pecho de su esposo, tirando de las sábanas con fuerza al sentir que pronto terminaría. Así lo hizo mordiendo un poco de esa tela para no ser tan escandaloso. No era que pudieran escucharlos porque estaban en un pabellón aparte del resto, en el Jingshi, así que tampoco estaban tan alejados.

Cayó por completo a la cama en ese orgasmo, quedando con el cuerpo flojo para deleite de Han guang-jun cuyo peso sintió poco después al también rendirse al éxtasis, abrazándole posesivo mientras ambos recuperaban su respiración. Wei Ying ya estaba tomando el gusto por sentirlo así, cubriendo su propio cuerpo, piel con piel, estando unidos, un poco apestosos también. Sus párpados amenazaron con cerrarse del cansancio. ¿Cuántas veces ya lo habían hecho? Las suficientes para que en la mañana tuviera que valerse de su energía espiritual y no andar con una delatora cojera por los pasillos. Los labios de Lan Zhan alcanzaron su hombro y cuello subiendo a su oído.

—Me gustas.

Dos palabras que hicieron sonreír de oreja a oreja a Lan Wuxian, mordiéndose un labio y girando lo suficiente su rostro para besarlo.

—Quiero pasar el resto de mi vida contigo, Lan Zhan.

Lan Huan decía que parecían almas gemelas, en poco tiempo se habían entendido tan bien, se les notaba cómodos el uno con el otro. Quizá era cierto. No lo sabía, pero le encantaba. Su esposo le cuidaba tan cariñosamente que a veces Wei Ying no se sentía suficiente para él al verlo estudiar con tanto ahínco para tocar melodías curativas que ayudaran a sus núcleos, siempre estar atento a sus gestos por si necesitaba algo o incluso buscaba que le rescatara de algún momento incómodo porque la vida en Receso de las Nubes era muy diferente a Muelle del Loto.

—¿Lan Zhan?

—¿Mm?

—¿De verdad tenemos que hacerlo?

Han guang-jun levantó su rostro de su cuello donde se había quedado con ojos cerrados, sus manos acariciando lentamente los brazos de Lan Wuxian.

—Es la tradición.

—Sí, lo sé, es decir... ¡lo sé! No es que no quiera visitar cada Secta, es...

—Los Wen.

—Te ofendieron, me lastimaron. Y les han robado sus artefactos y libros a clanes pequeños. Sin mencionar otras fechorías. ¿Debemos estar ahí?

—Porque cada nuevo matrimonio en nuestra familia debe realizar una visita de felicitación a cada Secta luego de pasado el mes de conocimiento y cultivo. Es para evadir la mala suerte.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora