Un adiós

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PASADO



Túmulos Funerarios.


Wei Wuxian despertó con un grito, encontrándose en su cama dentro de la Cueva del Demonio Domado, con dos figuras a su lado, los hermanos Wen, cuya expresión decía lo muy agobiados que estaban... pero hubo algo más con ellos que al inicio el Patriarca no tomó en cuenta, levantándose para tomar a Wen Ning de la ropa y sacudirlo con desesperación apenas estuvo complemente consciente.

—¡¿SABES LO QUE HICISTE?! ¡¿SABES A QUIÉN MATASTE?! ¡¿QUÉ HARÁ MI SHIJIE AHORA?!

Vociferó hasta que se cansó, llorando y dejando en paz al acongojado General Fantasma a quien soltó. Realmente no había sido su culpa, después de todo, quien había guiado las acciones de Wen Ning fue el propio Patriarca de Yiling. Él era el único responsable de semejante crimen. Wei Ying se dejó caer de vuelta en su cama, encorvándose para llorar. Wen Qing miró a su hermano, asintiendo antes de acercarse a él, con una mano sobre su espalda donde el otro sintió un aguijonazo, irguiéndose con ojos abiertos al sentir el inconfundible efecto de ese sedante que iba a adormecerlo por varios días. La joven médico le sonrió mientras caía de costado.

—La Abuela Wen cuidará de A-Yuan y de A-Qiang, despertarás en tres días.

—... qué...

—Mientras dormías, llegó una carta de Lanling, si nosotros dos nos entregamos, perdonarán al resto de los Wen y podrán ser libres. Al igual que tú. Lo hemos decidido, Wei Wuxian, iremos a la Torre Koi.

—... sabes... ¿estás consciente de lo que les harán... si se presentan?

—Nuestra muerte solamente se retrasó, estos días viviendo en esta colina fueron un regalo, pudimos conocer al Dragón del Inframundo. Ahora no tenemos miedo porque sabemos que su reino nos dará la paz que no encontramos en esta tierra —Wen Qing se sentó a su lado, recostándolo con un ligero golpe de energía para completar la dosis— Wei Wuxian, solo quiero decirte... lo siento, y gracias.

—... ¡No...!

Las lágrimas cayeron de los ojos del Patriarca a su cama, con esos dos rostros tristes despidiéndose de él con una reverencia. Quiso gritar, pelear, más la medicina de Wen Qing era insuperable. Fue al tercer día que volvió en sí, saliendo de la cueva a tropezones porque el efecto todavía no pasaba. La Abuela Wen le pidió sentarse, pero él no pudo hacerlo. Solamente besó la cabeza de su pequeño dragón y luego la de Wen Yuan antes de ir directo hacia Lanling en busca de los cuerpos de los hermanos Wen con la desesperación comandando sus pensamientos. Llegando al territorio de la Secta Jin es que se enteró de que los hermanos habían tenido una muerte horrible, quemados vivos, sus cenizas serían esparcidas en Ciudad Sin Noche con un banquete con que honrar la muerte de Jin Zixuan.

Una furia se apoderó de Wei Wuxian al escuchar cómo escupieron sobre el nombre de las dos personas que siempre creyeron en él, por quien había tenido un bebé sano, un chico de corazón noble cuyo único pecado había sido ser traído de vuelta al mundo de los vivos por la vanidad del Patriarca de Yiling. Por intentar lo imposible. No midió las consecuencias de sus actos al atacar a cultivadores de Jin luego de interrogarlos sobre lo que habían hecho con los hermanos Wen, volviendo entonces a Luanzang para ver a sus dos pequeños en un estado febril que asustó a los demás. Ya no estaba pensando con claridad y eso se notó cuando tomó a su Dragón del Inframundo entre sus brazos para volver a Lanling, con la única finalidad de entregarlo a su Shijie como una compensación por haberle arrebatado la vida a su esposo.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora