Confesiones

881 110 22
                                    


PRESENTE



Cerca de la Aldea de Mo.



—Wei Ying.

El nombre pronunciado por Han guang-jun le sonó tan distante, como si estuviera hablándole a otra persona en su lugar. Manzanita fue tras otra de las frutas dispersas en el suelo, ignorando la tensión entre aquellos dos hombres mirándose sin atinar a moverse. Wei Wuxian al fin encontró voz y temple para tomar la iniciativa, con puños ligeramente apretados en sus costados.

—Han guang-jun.

De nuevo se quedaron en silencio, todo lo que pudieran decirse no fue dicho. Wei Ying miró las manzanas, como si apenas se diera cuenta que las había tirado, se agachó de pronto para comenzar a recogerlas, sintiendo que sus ojos le ardían. Manzanita le peleó una última fruta cuando se puso de pie, notando que Lan Wangji ya estaba más cerca, alejándose de inmediato mientras abrazaba el canasto contra su pecho cual protección o un muro que los separara.

—Wei Ying —la mirada de Lan Zhan pareció desesperada.

Aquel hubiera querido fingir locura de nuevo siendo Mo Xuan Yu, pero no pudo. Se reprendió por haber sido tan débil y haber tocado la melodía ahí mismo. Han guang-jun la debió escuchar al conocerla tan bien no importara si estaba lejos de la aldea. Él mismo se había delatado. Sumado a eso, seguramente Lan Tian le había dicho lo que pasó entre ellos o esa cultivadora del Clan Jin que habían rescatado. Había sido demasiado ingenuo dejando pistas.

—Wei Ying...

—No —Wei Wuxian se alejó al notar su mano queriendo tocarle— No.

—Vuelve conmigo.

—Esas dos palabras las dijiste hace mucho tiempo, ¿no? Con la misma intención que ahora.

—Wei...

—No, Han guang-jun —Wei Wuxian tragó saliva—Por favor, vete y déjame en paz.

—¿No te interesa saber por qué transmigraste?

—Lo averiguaré a su tiempo yo solo.

—Wei Ying.

—¡He dicho que no!

Con un movimiento rápido, Wei Wuxian dejó el pago por el cesto de manzanas, sujetándolas a un costado de Manzanita y del otro las flores de loto. Tiró de mala gana de las riendas, el animal se quejó ante el maltrato con un ligero rebuzno, alejándose de Lan Wangji quien le siguió.

—¡He dicho que...! ¡Suéltame!

Una mano veloz de Han guang-jun había capturado su muñeca. Wei Wuxian miró enfadado a Lan Wangji, desviando sus ojos hacia el suelo con el ceño fruncido, buscando zafarse de ese agarre tan firme.

—Vuelve conmigo.

—Suéltame, por favor.

—¿Es que no te interesa Lan Tian?

Wei Ying apretó sus labios, volviéndose al Segundo Maestro Lan. —No tienes derecho a decirme eso.

—Regresa conmigo a Receso de las Nubes, debemos...

—¡No! —con un giro de su muñeca se liberó, empujándolo— Yo no tengo nada malo, ¿por qué nunca pudiste entenderlo? Ahora, déjame en paz. No estoy molestando a nadie. Si es posible, me moriré aquí entre desconocidos.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora