Revelación

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PRESENTE



Fortaleza Luan.



Hubo un cambio en Wei Qiang, seguía siendo ese pequeño travieso y curioso, pero también taciturno y reticente a salir al exterior, como si el rechazo constante ya hubiera hecho mella en su percepción del mundo. Los días previos a su partida hacia Lanling, Wei Wuxian lo vio entrenando con su báculo, ayudando a Han Lien con los deberes dentro de la fortaleza o jugando con Wen Ning sin mencionar a nadie de afuera, ni siquiera a los otros muchachitos. Mientras anteriormente hubiera tenido curiosidad por saber más de su padre o de su hermano ahora parecía que había perdido interés en ello, pasando su tiempo jugando con sus colecciones poco comunes en su habitación.

—¿A-Qiang?

Wei Ying entró a verle, encontrándolo haciendo un dibujo con carbón de un ser del Inframundo que ojos mortales nunca habían visto. Tenía ya algunos así. Acarició la cabeza de su hijo, besando sus cabellos.

—Debo irme, cariño, promete que obedecerás en todo a Nana Lien. Se quedarán los dos, Wen Ning vendrá conmigo.

—/Sí, mamá/

—Te traeré unos dulces. ¿Quieres alguno en particular?

El pequeño negó, sonriendo apenas. —/No te metas en problemas/

—Oh, vaya, aquí la madre soy yo. No tardaré —Wuxian picó su nariz— Ya verás que cuando las cosas se aclaren, daremos muchos paseos.

Solo hubo un encogimiento de hombros por respuesta antes de que recibiera un beso en su mejilla y un abrazo rápido. El Patriarca suspiró, besando de nuevo sus cabellos antes de retirarse. Se llevó también a Manzanita para llegar al punto acordado, escuchando ese curioso trino que le guió a un callejón donde encontró un pequeño mapa que memorizó bien antes de quemarlo, dejando a su rebelde burrito encargado con el General Fantasma. Si había tenido la duda sobre ir a la Torre Koi por la advertencia de Nie Huaisang, pero eso cambió una tarde su dragoncito entró corriendo a su recámara muy asustado, buscándolo desesperado. Wen Ning, quien lo había estado cuidando, le dijo que se había puesto así de pronto, corriendo de vuelta sin dar ninguna explicación. Wei Ying lo tuvo que calmar para que pudiera decirle.

—/ ¡Se llevaron a Baxia! ¡Se llevaron a Baxia! ¡Van a usarla! /

—A-Qiang, tranquilo, ¿en qué van a usarla?

El pequeño gimió, sacudiendo su cabeza. —/ ¡No sé! ¡La callaron como al Señor Enojado! ¡Fue el mismo hombre de la flor dorada en el pecho que sacrificó al espíritu de Tanzhou! /

Wei Wuxian se quedó mortalmente serio, cargando a su hijo para tranquilizarlo. Fue aquel incidente lo que cambiaría sus planes, decidiéndose a ir a la Torre Koi a escondidas. Que usaran el sable de Nie Mingjue además de su cuerpo ya era preocupante. Alguna vez se había infiltrado igual, buscando justicia para el Clan Wen. Con el movimiento en la torre por todos los invitados, fue fácil escabullirse al interior sin encontrarse muchos obstáculos. El Patriarca siguió las instrucciones del mapa para dar con las habitaciones de Jin Guangyao, equivocándose de camino al dar de frente con el recinto perteneciente a Yanli, rodeado de flores de loto que Jin Zixuan plantara para ella.

—Shijie —murmuró con un nudo en la garganta.

Un ladrido de Hada le puso los pelos de punta, echando a correr sin pensar mucho hacia donde se dirigía, chocando con un pecho firme, casi cayendo salvo por el brazo que le sujetó. Lan Wangji estaba ahí, en ese arte que el Segundo Maestro Lan tenía de aparecerse cuando se hallaba en aprietos.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora