Acorralados

752 107 6
                                    


PRESENTE



Ciudad Yi.



—¿Me ayudarás o no a restaurar esa alma?

—Lo digo en serio, Xue Yang, ni el cultivo demoniaco más poderoso puede restaurar esta alma, no quiere volver. Es imposible hacerla retornar y con lo poco que... ¡espera!

Xue Yang ya había activado el poder del Sello del Tigre Estigio, con esa sonrisa torva al ver que Wei Wuxian trató de arrebatárselo.

—Sí, aprendí bien de ti, Maestro Wei.

—No es posible que sea el original, todo lo destruí...

—¿Eso crees? Entonces, ¿cómo hice esto? Fue difícil, pero lo logré. Sin embargo, tu talento para restaurar almas es insuperable. Por eso me veo en la necesidad de pedirte este favor entre compañeros de cultivo demoniaco. Si te niegas, levantaré un ejército de espectros que incluso tu hijo mayor no podrá combatir, y terminará devorado por ellos. O quizá lo ponga a pelear contra su hermano.

—Xue Yang, detente.

—¿Tanto amas a tu Dragón del Inframundo?

—Quizá pueda hacerlo... pero necesito tiempo.

—Claro.

—Y que dejes ir a todos los demás.

—Mm, no lo sé.

El Patriarca se había acercado un poco más, notando que ese Sello no era tan bueno como el que creara, de hecho, la mitad que le habían regenerado era defectuosa, por ello no era tan poderoso. No que eso significara que no podría ser usado para tentar a su hijo. Han guang-jun hizo una milagrosa aparición, lanzándose de inmediato contra Xue Yang, quien guardó el Sello del Tigre Estigio, buscando huir del Segundo Maestro Lan. Ambos desaparecieron en la niebla para frustración de Wei Ying, quien escuchó de nuevo el golpeteo del palo de bambú, acompañado de los pasos de todos esos chicos ya recuperados.

—Maestro Mo —Lan Sizhui se le acercó— ¿Qué podemos hacer nosotros? ¿Ayudamos a Han guang-jun?

—Tienen que cuidar de sus compañeros, necesitan recuperarse.

—¿Usted qué hará? Parece saber qué hacer.

—¿Yo? —Wei Ying alzó sus cejas, luego riendo un poco— Bueno tal vez tenga una idea, pero primero necesito saber que ha sucedido en esta ciudad. No es como... como dicen que era.

—El brazo marcó esta dirección, eso nos dijo Su Señoría —explicó Lan Jingyi— Pero ya hemos detectado una cantidad inusual de energía resentida. Las Torres de Vigilancia se han activado. No pensábamos realmente venir aquí.

—Yo les dije que mejor esperáramos a Han guang-jun, no me hicieron caso —se quejó Ouyang Zizhan.

—¡Tú cállate! —gruñó Jin Ling, cruzándose de brazos.

—No me callo, él y el Maestro Mo llegaron a tiempo o no estarías gritándome ahora mismo.

Wei Wuxian rodó sus ojos, escuchando que se acercaba el sonido del palo de bambú. —Los cadáveres que intentaron atacarnos obedecían a alguien más.

—Al Patriarca de Yiling —asintió Jingyi.

—No es...

—De no ser porque Su Señoría estaba con nosotros, hubiéramos terminado nuestros días siendo muertos vivientes.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora