Segundo asedio

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PRESENTE


Receso de las Nubes.



El Clan Lan tuvo la oportunidad de ser testigo del mundo al que pertenecía el Dragón del Inframundo sin planearlo. Después de la partida de Lan Xichen, cultivadores habían llevado al Mingshi un jarrón que presuntamente había contenido energía resentida. Al tratar de purificarlo, este se rompió, liberando un monstruo que no pudieron contener, rompiendo las puertas del recinto y atacando todo cuanto veía. La alerta fue dada, incluso Lan Tian fue para contener de nuevo al enorme monstruo que parecía un perro de espalda con vértebras prominentes y arqueadas con larguísimos brazos como extremidades en una piel amarillenta. Sin embargo, esa criatura evadió el corte de Aliento de Vida para ir corriendo a la parte posterior de la montaña cerca de la cascada donde se encontraba en esos momentos Wei Qiang.

Para sorpresa de sus padres, hermano y cultivadores, el monstruo se echó frente al pequeño apenas lo alcanzó, como si fuera un cachorro esperando ser mimado. Wei Qiang no se asustó al verlo de lejos, esperando a que se tumbara en el suelo con esos ojos sin córneas mirando al chico que posó una mano sobre la cabeza deforme y huesuda, palmeándola un par de veces. El monstruo desapareció en bruma violácea, haciendo que todos los testigos se quedaran confundidos. Wei Wuxian había reconocido a esa bestia del cuaderno de su hijo, un tal Ronquido si recordaba bien. Fue corriendo hacia su pequeño una vez que la bestia ya no estaba, poniéndose de rodillas frente a él.

—¿A-Qiang? ¿Q-Qué fue todo eso?

—/Solo vino a decirme que el Sello del Tigre Estigio se ha tragado a muchos de sus hermanos. Que lo hizo el hombre que tiene una flor dorada en el pecho/

Han guang-jun se acercó, una mano sobre la cabeza de su hijo.

—¿Vendrán más de esos seres a este mundo?

Wei Qiang negó, levantando su mirada hacia él. —/Tienen miedo. Hay una formación que se está comiendo todo/

—Lan Zhan.

—Es hora de las lecciones —este se giró, obviamente no queriendo hablar de eso frente a su hijo.

—Vamos, cariño.

Nadie en la historia de la cultivación había presenciado el ascenso de una criatura del Inframundo, esas que son energía fantasmal pura. Mucho menos ver a un jovencito tratarla como si fuera una mascota y esta ser mansa a su toque. Sería algo de lo que hablarían, olvidando de momento los problemas de afuera. Wei Qiang fue con sus padres, quedándose en la biblioteca a estudiar junto a Lan Tian, quien luego de su encuentro en el jardín no se había recluido de nuevo, pero se mantenía callado sin dirigirle la palabra al Patriarca de Yiling para desencanto de su padre. Wei Ying miró a sus dos hijos desde la entrada, ambos leyendo en cada extremo de la biblioteca todavía repeliéndose.

—¿Qué piensas? —preguntó Lan Wangji a su lado.

—En que Wei Qiang puede ser temible si se lo propone. Pero también pensaba en algo extraño, solo que mi memoria no me ayuda.

—Dime.

—Vagamente puedo recordar lo ocurrido con Jin Zixuan. Y muy poco sobre Ciudad Sin Noche, como si hubiera un velo en esos recuerdos. Sin embargo, tengo presente algo, la vaga sensación de que escuché una segunda flauta. Lo soñé apenas recién y no dejo de preguntarme si acaso no fui víctima también de una melodía cuyo efecto fuese alterar mi energía.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora