LA BALADA

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Templo Guanyin.


Wei Wuxian notó al Líder de Qinghe alejarse de un apabullado Lan Xichen, dejando de momento a sus dos hijos con su padre para ir a donde su hermano a quien llamó aparte.

—Que Zewu-jun no te presione.

—Nunca podría hacerlo.

—Hermano Huaisang, necesito saber... ¿quién era realmente Han Lien?

Una sonrisa triste apareció en el joven líder. —Su nombre real era Nie Han Lien.

—¿Qué...?

—Fue mi nana.

—Pero tú dijiste...

—Ella fue la primera persona que vio en mi otros dones que no eran el dominio del sable. Me regaló mis primeros pinceles, me decía que la espada más filosa era una mente sagaz. Pero mi padre descubrió su pasado, la mandó azotar y la exilió del clan. Jamás volvía a verla hasta que buscando a Mo Xuan Yu la encontré en aquel templo —Huaisang sonrió, tallándose un ojo para borrar una lágrima— Con solo verme me dijo: "¿Qué te sucede, mi niño? ¿Hay algo que esta nana pueda hacer por ti?" Así, sin más.

—Siempre supo leer a las personas.

—Le conté todo, le dije que necesitaba proteger a dos dragones. Tan solo me sonrió como solía hacerlo cada vez que yo tenía miedo. "¿A dónde tengo que ir?" Le advertí que era peligroso, que quizá habría una alta probabilidad de muerte. No le importó, porque era su niño quien le pedía ayuda. Con eso marchó a la Mansión Mo.

—Huaisang...

—Nadie sabía de ella porque su nombre y figura fueron borrados mucho antes de que todo comenzara. Jin Guangyao jamás imaginó lo que ella sería capaz de lograr. Lo que le pedí que hiciera y que sabía no iba a fallar contra sus planes.

—¿Por qué?

—Porque al contrario de Jin Guangyao, yo nunca vi a los dragones como dragones. Sino como los hijos de Han guang-jun y el Patriarca de Yiling. Él quería enemistarlos, yo siempre confié en que la esencia de sus padres los haría hermanos.

—Esto... —Wei Ying estaba atónito, resistiendo sus propias lágrimas— ¿Cuál fue ese pasado que le ganó el exilio?

Huaisang negó. —Por amor a ella no lo diré, recuérdala como la conociste, no por lo que tuvo que hacer de joven antes de convertirse en mi nana. ¿No es sorprendente cómo las pequeñas cosas son las que pueden derribar incluso al hombre más poderoso? Él no esperó que una anciana tan débil y acabada transformara los corazones de dos poderosos dragones. Siempre menospreció eso y por eso perdió la vida.

—Te doy mi palabra que el nombre y acciones de Han Lien no van a perderse. No lo permitiré, yo Wei Wuxian te lo prometo —juró el Patriarca haciendo una reverencia— Me has dado más de lo que podré pagarte el resto de mi vida.

—La tormenta se fue, ahora vive, hermano.

—¿Puedo pedirte un último favor?

—Adelante.

—Vive tú también —Wei Ying le sonrió— Por ese guardián, por Nie Mingjue, por Nie Han Lien, vive una vez más.

Se despidieron con una reverencia mutua, Wuxian regresó a donde su familia caminando primero tranquilamente y luego casi corriendo al escuchar el inconfundible sonido del ladrido de Hada, recordando que los demás cultivadores llegaban para asistirlos. Han guang-jun le sujetó besando su frente para calmarlo, llamando a sus hijos para retirarse. Ellos ya nada tenían que hacer ahí. Wei Ying aceptó de buen grado esa idea, alejándose de ahí, mirando por encima de su hombro cuando sintió que eran observados, cruzando una mirada con Jiang Cheng. Asintió con su cabeza con una sonrisa quieta, calmando esa inquietud que vio en los ojos del Líder de Yunmeng, dejando esa calle para desaparecer.

Los Dos DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora