Capítulo 23

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Eros

Poseía un fuerte dolor de cabeza, resultado de las pocas horas de sueño que he tenido en la semana. Pastillas, tés, café, respirar profundamente y concentrarme en mi lugar feliz (según Internet servía), pero la verdad es que no funcionaba, dormía cuando mucho tres horas antes de levantarme y caminar por toda la casa.

No podía controlar mi mente y eso me desquiciaba, proyectaba como si se tratara de una película, el beso entre mi mejor amigo y Eva, una y otra vez.

Una película de terror.

¿En qué momento perdí el control de la situación?

Cuando a Eva se refiere, supongo que nunca estuvimos en un punto controlado, la balanza siempre se inclinaba hacia el desastre. Sé que dije cosas que no merecía y me sentía como un imbécil por ello, sin embargo verlos de aquella forma tan íntima y que ni siquiera lo golpeara como hizo conmigo, me revolvió el estómago.

Mire sin ánimos el desayuno que me dejo Clare hace algunas horas, me tomé el café sin azúcar con gusto pero no pude ingerir la rebanada de pan tostado al verlo me recordó el gesto que tenía Eva conmigo cada mañana, me daba alguna de sus tostadas con mermelada de fresa y una de sus sonrisa amigables.

¿Por qué nada podía ser sencillo?

Llevaba recluido en el despacho todo el día, solo salía para cenar y eso era gracias a mis sobrinos, aquel día en la piscina por fin entendí que bajar un poco la guardia no me dañaría, son solo niños y están lidiando con mucho para que también tengan que lidiar con mis demonios personales.

Y cuando pensaba en mis sobrinos instantáneamente mis pensamientos se desviaban hacia aquella pelinegra con pecas, cuando la vi en su bikini rojo pensé que iba a desfallecer, tal vez no tenía las curvas más pronunciadas del mundo, sin embargo destacaba de cualquier lugar gracias a su sonrisa radiante.

Lo que sí había captado mi atención un instante fue su tatuaje, un corazón con las iniciales S.D lo envolvía unas espinas mientras goteaba sangre, estaba ubicado un poco más arriba de sus caderas.

Quise preguntarle, sin embargo no lo hice, parecía algo demasiado personal para hablarlo delante de los niños.

Decidí alejarme un poco de la empresa y trabajar desde la comodidad de mi hogar. Igual en la distancia podía despedir a cualquiera de mis empleados si no rendían como lo requería en el trabajo.

No habían llegado más mensajes o correos de la persona misteriosa y eso me mantenía alerta, ¿Por qué se mantenía en las sombras?, ¿estaba esperando que bajara la guardia para atacar?, ¿Eva nuevamente seria la victima de sus juegos?

Spencer mi ex empleado desapareció antes de someterse a su juicio y eso no me daba buena espina, Patrick estaba muy seguro que solo era un peón en el juego, sin embargo no podía darme el lujo de solo creer. Tenía que encontrar al culpable antes de que hiciera más daño.

La miré aburrido, Hela llevaba quejándose más de diez minutos y el dolor en mi cabeza no disminuía, la consideraba una vieja amiga eso no significaba que dejara de ser fastidiosa. No tenía sentido las miles de citas donde exigía verme y solo terminábamos hablando de lo mismo, hasta donde sabia mi equipo estaba haciendo su trabajo correctamente en su mansión de descanso, era ella quien alargaba el proceso queriendo ampliaciones cada mes.

Trabajar para una Zimmerman significaba buena publicidad, soportarla era el costo.

—Quería un tono pastel en la ampliación de mi cocina, no un limón chillón — evité masajear mis sienes.

—Hela, debes hablarlo con el decorador de interiores, no es mi trabajo — revisé un documento que me llego por correo de Patrick.

Mi amigo estaba actuando de forma extraña, dejó de venir luego de besar a Eva, no contesta mis llamadas y mucho menos los mensajes que le dejaba, al menos que sea por un asunto del trabajo.

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora