—Necesito una explicación de inmediato señorita Dixon.
Estaba como tan solo él podía estar en una mañana tranquila a pocos minutos de que el sol salga.
Molesto.
—No hay mucha explicación lo único que debe saber, es que no va ir a su trabajo— sonreí.
Hoy era un buen día para llevar a cabo mis planes, teníamos mucho por hacer y lo menos que necesitaba es al señor Perfecto desapareciendo como siempre lo hace, desentendiéndose de todo a su alrededor.
—Usted no puede tomar esa decisión por mí, hágase a un lado por favor — estábamos a pocos pasos de la puerta principal, obviamente no lo iba dejar salir. Me costó mucho saber a qué hora se levantaba para poder interceptarlo como debía — señorita Dixon, me va hacer molestar.
—Siempre está molesto, estoy muy segura que hasta durmiendo está molesto — su expresión no cambio, sino se intensificó — Va comportarse y colaborarme como el adulto que se supone es, esto es importante. ¡Hay que preparar una fiesta!
— ¿Fiesta? — Repitió confundido antes de mirar su costoso reloj de muñeca impaciente — si no me voy, llegaré tarde — no eran ni las seis de la mañana — deje los inventos para los científicos y déjeme pasar o le juro que la quitare del camino, no debe pesar mucho.
—Oh... no se atrevería — lo mire lo más amenazante que podía.
—No me conoce — frunció el ceño y dio un paso hacia mí.
— ¿No sabe qué día es hoy? — Volvió su expresión confundida — hay un gran calendario en la cocina, donde están los cumpleaños y hoy es...
Le di unos segundos para que captara la información, yo no lo supe sino hasta ayer y empecé con mi súper plan de fiesta sorpresa de último momento.
—Siempre recuerdo los cumpleaños, es imposible que se me haya olvidado— pues para todo hay una primera vez — ni siquiera he comprado un obsequio.
El ser humano era increíble, podía pasar por distintas emociones en segundos. Eros era el mejor ejemplo.
—Debe calmarse antes que se desmaye — indique de forma tranquila — por eso tengo mi plan, haremos una fiesta y no se preocupe por los regalos, ya lo tengo todo cubierto.
— ¿Quién hace una fiesta un miércoles?
— Pues nosotros — le dije como si fuera lo más obvio del mundo — así que deje de estar en modo gruñón, cambie su traje por algo más cómodo, tenemos trabajo que hacer.
—Harold está esperándome — negué con una sonrisa divertida en mi rostro — ¿Qué le hizo a mi conductor?
—Nada malo — le saque la lengua — fue a buscar unas cosas junto a Clare.
— ¿A esta hora? — Asentí con alegría — usted es mi empleada, ¡debe hacer lo que le ordeno!
Oh si, macho pecho peludo.
—Hoy no será el gran señor Goldssom alias señor Perfecto y grano en el trasero para medio mundo — no me miraba de una forma muy amable — Hoy será un simple hombre, quien es tío antes que cualquier otro título — me crucé de brazos— así que, si yo fuera usted, voy eligiendo algo más cómodo porque con cinco niños deseara estarlo.
~*~
— ¿Sabe cocinar? — le pregunté apenas puso un pie en la cocina.
No duro mucho tiempo cambiándose y se veía aún más atractivo. Sabía lucir muy bien unos simples pantalones de mezclilla, camiseta roja y unos zapatos deportivos negros. Si eso era para él la comodidad, no me quejaría. Además, tenía una vista perfecta de su trasero y sus brazos musculosos, si parecía un dios griego.
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Aquello Que Ocultamos
RomanceUn trabajo, una nueva oportunidad, fue lo que pensé cuando el apellido Goldssom llegó a mi vida. No solo fueron nuestros caminos los que se cruzaron sino también nuestros secretos. Y aquello que ocultamos resultó ser una pieza decisiva en el juego...