Eros
El jardín parecía una feria, solo faltaban sus atracciones, había un puesto de palomitas, algodón de azúcar, perritos calientes y un montón de dulces que no conocía, por donde sea que viese los colores rojo y blanco estaban, además de una musiquita de circo fastidiosa.
No sé cómo Eva pudo organizar todo en tan poco tiempo, tampoco sabía cómo explicar lo que sentía al ver mi espacio invadido. Seguramente me hubiese molestado y mandaría a quitar todo rápidamente, sin embargo al ver las caras felices de mis sobrinos, la idea desapareció.
La mañana se convirtió para mí en algo sorpresivo, estaba muy molesto cuando esa pequeña mujer de sonrisa loca se interpuso en mi camino, pero a medida que las horas pasaban mi molestia resultaba estúpida.
Si debo admitir mi nerviosismo por compartir con mis sobrinos, los veía poco a pesar de vivir juntos, me gustaba mantener cierta distancia, sin embargo, ella me saco de mi zona de confort y no me dejó solos con ellos. Eva estaba en todos lados, sabía que hacer o decirle a los niños para calmarlos, verla tan decidida me gustó, resultaba extraño, pero no hizo que la sensación de gusto se fuera.
La pequeña Freya fue una total sorpresa, aunque todavía le faltaba mucho por mejorar su lenguaje, se comunicaba a su manera y todo lo que me dijo cuándo la cargue me dejó pensativo.
Hablaba de Eva como si fuera lo mejor del mundo, quien con sus cuentos de princesas guerreras, con dragones que se convertían en príncipes, hacían feliz a ella y su hermano.
Los niños la querían de una forma inexplicable y me daba cuenta un mes después.
—La chica es buena en su trabajo —observé a mi amigo. No recuerdo haberlo invitado, tenía en mi defensa que no supe nada de la fiesta hasta la mañana —cuando me llegó un correo a las tres de la mañana, pensé que era una broma tuya, luego recordé que tú tienes el sentido de humor de una roca —se rio y le di un no tan suave golpe en la nuca — calma, no me maltrates en público — sonrió y negué aburrido — todo lo que ha hecho por mi tía es impresionante, tiene mi respeto y por eso no será una de mis conquistas.
—Patrick siempre pensando con su aparato reproductivo — sonreí de forma burlesca— debes buscar tu camino.
— ¿Ahora sonríes?, ¿estas enfermo?, porque puedo llevarte a urgencias — lo golpee nuevamente— Auch. Entendí, estas bien — entrecerré sus ojos grises hacia mí, ya estaba preparado para lo que sea que me dijese— no fuiste a trabajar, Hela me llamó preocupada y termino preocupándome, sin embargo, al verte noto que estas calmado y es muy raro — Patrick no podía quedarse callado nada y por eso evitaba contarle muchas cosas — ¿Qué pasa Eros?
Este día de descanso me sentó mejor de lo que pensaba o tan solo Eva Dixon me lanzó uno de sus hechizos.
La aludida estaba vestida como una niña de 13 años, llevaba una camiseta blanca hasta los codos y encima un overol amarillo holgado, su atuendo no estaría completo sin unas converse grises. Se veía muy guapa cada vez que sonreía, estaba con los mellizos e Isak dando vueltas y vueltas en un círculo. Aleksander quien cargaba a Nathan los observaba divertido, mis sobrinos habían dejado de parecer tan tristes por la pérdida de sus padres, el dolor seguía presente en sus vidas pero ella los ilumino con su alegría y forma de ser.
—Ahora estás pensativo Eros, me asusta un poco, aunque no pareces dañado mentalmente— hice una mueca, me fastidiaba que quisiera saber cada detalle de mi vida — iré a felicitar a mi tía y molestar un rato a mi dulce hermanita.
Calíope y Patrick, a pesar de ser hermanos no tenían una buena relación, solo trataban de ser cordiales cuando Clare estaba cerca.
—Eros debes probar las palomitas dulces — sonrió y capto toda mi atención — y debes compartir con tus sobrinos, es una orden amigable.
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Aquello Que Ocultamos
RomanceUn trabajo, una nueva oportunidad, fue lo que pensé cuando el apellido Goldssom llegó a mi vida. No solo fueron nuestros caminos los que se cruzaron sino también nuestros secretos. Y aquello que ocultamos resultó ser una pieza decisiva en el juego...