Capítulo 9

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Calíope no pudo contener su risa cuando me vio en la mañana, mi cabello seguía rosado, bueno una parte. Al parecer había anotado mal la dirección del envió porque mi tinte nunca llegó, seguramente puse la dirección de la casa más cercana, tendrían un tinte de cabello gratis.

—Es raro pero te luce, tal vez sea porque tienes la mitad del cabello rosado — estaba limpiando la encimera con mucho ánimo mientras Clare preparaba el desayuno.

Los niños aún estaban dormidos, Spencer fue muy amable de hacer algo con mi teléfono de trabajo (no tengo idea que fue), pero las cámaras de cada una de las habitaciones estaban conectadas a mi teléfono. Le otorgue un nuevo apodo; Spencer genio en la tecnología.

La idea apareció en mi mente desde que pasó lo de Freya, si los niños tenían pesadillas quería estar ahí para ayudarlos. Estaba segura que si entraba en la habitación de Aleksander, él me lanzaría una piedra para que lo dejara en paz.

—Clare, dime la verdad, ¿se ve mal? — no era insegura, pero no todos los días tienes el cabello del color de un flamenco.

—Te quedó muy bonito — sonaba sincera — cuando tenía tu edad recuerdo que llevaba el cabello de un color azul eléctrico y luego le añadí unas mechas rojas — la mire sorprendida, no podía imaginármela — Cariño, todos fuimos jóvenes en algún momento. No me creas tan vieja.

—Yo quisiera teñírmelo de rojo — Cali sonaba esperanzada.

Rojo.

Color favorito del señor Perfecto.

Eso no es importante.

—Solo quiero tener mi cabello negro, no creo que sea muy difícil— intente no sonar tan triste.

—Cali, ve con Carl y pregúntale si van a desayunar.

—Tía, pero estoy limpiando aquí.

—Calíope no le vas a sacar más brillo a la encimera — La chica se fue algo molesta. Clare me observo más tiempo de lo que deseaba, apago la hornilla dónde se cocinaba una rica avena y se acercó a mí — Sé que Aleksander lo hizo— miro directamente hacia mi cabello — como también sé que no le dijiste a Eros lo que paso realmente, sino hubiese temblado la tierra, tiene un mal temperamento.

— ¿En serio? — Fingí hacerme la sorprendida — No se nota ese detalle.

Ella simplemente rio, no sé qué le daba gracia, tampoco podía entender como soportaba a Eros.

—Te quiero pedir un favor, si no es mucha molestia — asentí — ayúdalo.

Bueno, ayudaba, cuidaba de sus sobrinos.

—Ya lo hago.

—No estás entendiendo, ayuda a Eros a salir de la burbuja en donde se ha metido— empecé a reírme, estaba loca si creía que yo haría eso — él es otro niño Goldssom que necesita de ti.

Un niño muy grande, debía hacer esa pequeña acotación. Lo mío es cuidar niños menores de 18 años.

— ¿Qué puedo hacer yo? — dije cuando pare de reír.

—Estoy segura de que sabrás que hacer — eso no ayudaba en lo más mínimo — eres diferente y eso es bueno, porque puedes lograr muchas cosas y sé que tienes lo necesario para ayudar a alguien que se siente perdido.

Era una rara petición sin embargo podía ver la preocupación en sus ojos grises. Se veía como una mama preocupada por uno de sus hijos, ahí entendí más que la unión que tenía con Eros era muy fuerte.

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora