Capítulo 30

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Eros

El sonido de las notificaciones hizo que despertara, sabia el contenido de los mensajes y apague mi teléfono. Necesitaba desconectarme, no quería recibir alguna mala noticia que acabara con la tranquilidad que he tenido los últimos días.

Gire mi cuerpo quedando acostado de un lado mirando directamente hacia la cuna donde su pequeño cuerpo subía y bajaba con lentitud.

Deseaba ser pequeño nuevamente y no tener tantas cargas.

Le seguía ocultando ciertos detalles a Eva, pero luego de verla tan mal, casi al borde de la histeria, entendí que la solución más acertada es que no supiera nada.

Estoy seguro que si sabe sobre mis pequeñas mentiras, todo terminaría mal.

¿Qué más podría hacer?

Tenía la necesidad de protégela del mismo modo que a mis sobrinos y eso me llenaba de frustración, Eva Dixon se metió en mi sistema como si fuera un virus y lo peor, es que no deseaba una vacuna contra eso.

Siete días, es lo que apenas llevaba en esta casa y terminaré yendo a un psicólogo si sobrevivo a estas mujeres.

Las Dixon son un trío único, Gretchen es una mujer muy bromista y directa, Isabella es dulce, alegre y considerada con quienes están a su alrededor, Eva es sin duda una combinación de ambas.

Mis sobrinos estaban encantados por las atenciones de las Dixon, al igual que con todo el lugar.

Cuando Eva dijo que la villa era mágica, quise reírme por tal pensamiento, al conocer mejor la villa, entendí sus palabras.

El segundo día de nuestra visita conocimos los campos, fue imposible no quedarse maravillado al ver las siembras, ganados, incluso arboles de distintas frutas adornando todo el lugar. El recorrido fue guiado por Gretchen Dixon quien explicaba cuando fue creada la villa y a qué sector iba dirigido todo lo que veíamos.

La madre de la niña de 13 años tenía a Nathan entre sus brazos mientras le tarareaba una canción, note como varias veces Eva los miraba con tormento, quizás estaba viendo fantasmas donde no habían.

A medida que pasaba la semana, hacían algo diferente, las Dixon llevaron a los niños a cabalgar, Alek e Isak disfrutaron mucho de la experiencia, Freya se enamoró de un pequeño caballo el cual apodo princesa y aunque no lo monto con la ayuda de Isabella peino su pelo.

Frey se mantenía distante de la diversión y Eva desapareció con él. Ese día regresaron tarde y al ver lo que llevaba en sus manos mi sobrino no supe que decirle.

Teníamos un nuevo miembro en la familia Nemo Goldssom, un pez payaso, mascota de Frey. Nunca lo había visto tan sonriente y comunicativo conmigo, Eva nos miraba con emoción e intente no prestarle atención a las miradas raras de su abuela hacia mí.

Me ponía los nervios de punta esa mujer, no podía verme porque aseguraba que debíamos hablar. Yo no tenía nada que decirle, aunque eso no le importaba.

Y Eva, Dios... Eva.

Venir fue la mejor decisión, ella estaba radiante.

Sonreía y todo su rostro se iluminaba, el estar con su familia tenía un efecto sanador. Ya no tenía ojeras, su piel estaba un poco bronceada, sus pecas sobresalían más y me picaban las manos por querer tocarla.

Dormía con su madre, estaba huyendo de mí, no la culpaba... compartir una cama era muy íntimo y no sabía si pudiera controlarme con ella cerca.

Me volvía loco, todo el tiempo quería sus ojos oscuros viéndome y cuando me sonreía se me secaba la boca.

Tenía que ser la casa, no podía verla de otra forma.

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora