Capítulo 17

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.Eros.

— ¿Lugar favorito del mundo? — en sus manos estaba la taza con el té que había preparado minuciosamente.

—No lo sé — dije con sinceridad pero noté que no me creía.

—Oh vamos Eros esfuérzate, te daré tiempo para que lo medites bien — asentí.

No tuvo que haberme importado su problema para dormir, pero una noche la vi caminar directo a la cocina con lágrimas en los ojos y solo repetía: Fue un sueño, no es real.

Tardé una semana en darme cuenta que sus visitas a la cocina resultaban ser muy recurrentes, así que por un acto impulsivo decidí unirme a ella.

Dos meses haciendo lo mismo cada noche y no llegaba a ser aburrido.

—Mientras lo pienso un poco, ¿puedes decir tu lugar favorito en el mundo?

—Eso es tan fácil — sonrió, cuando lo hacía de una forma extraña sus mirada adquiría un brillo haciendo que sus ojos oscuros se iluminaran— mi hogar, estar en la pequeña granja donde crecí me hace sentir feliz, siempre se ha sentido el lugar correcto — su emoción me eclipsó por completo.

—Cuéntame más sobre tu hogar, es interesante escucharte— sus mejillas adquirieron un tono rosado y reprimí las ganas de acariciarla justo en esa zona.

Töpen es un municipio en el distrito de Holf, es un pequeño pueblo con una población que no supera las 2000 personas, eso lo aprendí exponiendo en la escuela — se rio y lo encontré divertido — tampoco es una cosa súper maravillosa para quienes viven ahí, sin embargo mi hogar me resulta tan acogedor y siempre huele bien gracias a la comida de mi abuela, mamá cocina pero jamás como la abuela Gretchen.

— ¿Cómo se convirtió en lo que es actualmente? — sabía que su municipio pertenecía al distrito de Holf el cual está en el estado federado de Baviera, la economía de Töpen está basada en la ganadería.

—Oh bueno, es una historia larga que resumiré — dejó la taza a un lado — mi abuelo Edward un militar de alto rango Ingles, vino a este país por asuntos de su trabajo y el primer encuentro que tuvo con mi abuela fue gracioso, ella le lanzó un zapato creyendo que era un pervertido.

—Ya veo que lanzar cosas es hereditario — asintió sonriendo — prosigue.

—Mi abuela al notar que se había equivocado, se disculpó invitándole un café y de una forma loca se dieron cuenta que tenían muchos gustos en común, congeniaron al instante, cien citas después la abuela tenía por apellido Dixon.

—De ahí proviene tu apellido inglés, interesante — aunque ya lo sabía por el expediente que tenía cuando vino a la entrevista.

—Pues... mi abuela no deseaba irse del país, por eso mi abuelo tomo la decisión de dejar su puesto como militar y quedarse en Alemania, ese fue el comienzo de todo, buscaron el lugar perfecto para establecerse, trabajaron mucho para montar la pequeña villa, lograron su objetivo ya que es una de las que más exporta productos del distrito, luego tuvieron a mi mama y ella a mí, con el humano que se hace llamar mi padre.

— ¿No tienes información de tu padre? — Soltó un bufido — si no quieres hablar, lo entiendo.

Era la primera vez que hablábamos de un tema más serio, siempre habían sido cosas sobre comidas, deportes, culturas o alguna ocurrencia que saliera de su mente.

—Es solo que no comprendo... mi mamá es una mujer hermosa de sentimientos y a él no le importó, la dejo sin dar ni una sola explicación — notaba la tristeza en su mirada y decidí sentarme en el taburete que ponía cierta distancia entre ambos.

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora