Capítulo 25

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Todo mi cuerpo estaba entumecido, escuchaba voces a mi alrededor y quise desaparecer del lugar, nada podría calmar el dolor que sentía, hacía sino crecer en mi interior.

Eros se mantenía tan firme como un edificio, no sabía cómo lo podía lograr, yo no podía dejar de llorar aunque ya desde hace varias horas ni una sola lagrima salía de mis ojos.

—Eva — ni siquiera pude alzar la vista — te traje un poco de té, no es rojo pero servirá — negué y apoye mi cabeza en mis rodillas — necesito que me colabores, debes ser fuerte.

¿Cómo serlo ante nuestra situación?

Un maldito psicópata había entrado en la casa y... no podía siquiera pensarlo.

—Déjame tranquila — mi voz sonaba rasposa — solo quiero silencio.

Escuche como suspiraba.

—Señor Goldssom — alcé la vista hacia la voz— puede verlo, ya hemos hecho todas las pruebas necesarias... — me desconecté por completo de la conversación.

—Vayamos a verlo Eva — no quería — después te arrepentirás sino lo haces — suspire con pesar y me levanté, mis manos ya no tenía el rastro de su sangre, Eros me había limpiado con mucha delicadeza pero aun así vi pequeñas gotas en la punta de mis zapatos.

Caminos juntos para verlo y solo podía sentirme triste.

No deseaba que fuera la última vez.

~*~

5 horas antes.

— ¡Nathan está muerto Eros! — golpee su pecho con mucha molestia y no hubo queja de su parte — ese maldito loco entro y ¡le hizo daño a un bebe! — volví a sollozar.

— ¡Dios bendito que ha pasado aquí! — No me moleste en mirarla — ¿eso es sangre? — Ninguno respondió — ¿Alguien puede explicarme que paso?, Eva me llegó un mensaje tuyo diciendo que debía jugar...

— ¡Cállate Astrid! — estaba sentada en el regazo de Eros mientras me mecía como si fuera un bebe.

—La persona que ataco a Eva, estuvo en la casa nos metió en su juego y ahora Nathan...— pude oír cómo se le quebraba la voz — todo es un desastre Astrid, preferiría hablar luego.

Se escucharon pisadas a nuestro alrededor, quería a Astrid pero justo ahora deseaba que desapareciera. Su presencia solo conseguía alterarme más.

—Es muy probable que este dopado — comento — no sé qué medicamento le inyectaron... necesitan llevarlo al hospital más cercano, su herida es muy profunda.

— ¿De qué hablas Astrid? — La mire furiosa — hay mucha sangre y no llora.

—Porque le habrán inyectado un calmante — tenía en sus brazos el cuerpo de Nathan que parecía sin vida, llevo dos de sus dedos a su muñeca — su pulso es muy débil, tienen que ser rápidos si desean salvarlo.

— ¿Cómo sabes todo eso? — me levanté y acorte la distancia entre nosotras, casi grito de la emoción al ver como su pecho subía y bajaba de forma lenta.

—Soy enfermera, aunque no es importante ahora — coloco a Nathan entre mis brazos — me quedaré aquí con Patrick para cuidar a los niños...— ¡Dios los niños!, me había olvidado por completo de su existencia.

— ¿Dónde están?, ¿están bien? — Astrid agarro mis hombros.

—Cálmate o tu presión sufrirá varios cambios y lo menos que necesitamos es que te desmayes — asentí ante su mirada determinada — los niños están dormidos en la habitación de la diversión, tu mensaje decía que fuera... apenas entré alguien me empujo y cerraron la puerta con llave, no grite para no despertarlos — ¿en qué clase de juego terminamos? — Ahora eso no tiene importancia, vayan a un hospital ¡ahora! — tenía razón.

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora