Capítulo 27

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¿A quién le gustaba el ardor en la garganta después de vomitar?

La respuesta es a nadie, uno se siente débil, sudoroso y con malestar en el estómago, es como si todas tus energías se fueran mientras expulsas todo el contenido de tu interior.

No sé cuánto pasó hasta que termine de vaciar por completo mi estómago (tampoco es que hubiera tanto que vaciar), tampoco sé el momento exacto en el que apareció Eros ayudándome con mi cabello para que no estorbara en mi proceso de expulsión de fluidos.

Estaba ocupada en lo mío que no me importó que presenciara la escena con asientos vip. No comento nada, tampoco se quejó del olor, simplemente se mantuvo ahí, dándome su apoyo.

Un pequeño gesto que significaba todo.

Ahora que nuestro momento romántico había pasado, no podía decir lo mismo, su mirada marrón me escudriñaba, sabía que esperaba una explicación de lo sucedido, dudaba mucho poder dársela.

—Deja de pensarlo tanto y bebe todo el contenido — mantenía su seriedad intacta.

—Eso hago — di pequeños sorbos para que dejara de mandarme, el agua calmó un poco el ardor en mi garganta — debería estar con los niños, no aquí en la cocina perdiendo el tiempo.

—No pierdes el tiempo — aseguró con molestia — estuviste varios minutos vomitando y esa no es una reacción normal Eva, así que no vas a huir de la conversación — fingí sorpresa — aunque lo dudes, te conozco y sé que usas a mis sobrinos como una tonta excusa para no querer hablar cuando te conviene.

—Ay como crees — tenía razón, aunque no se lo diría — no siento que debamos hablar, ha estado todo bien.

—Te aferras a Nathan como si fuera un salvavidas, tienes que darle un respiro, no puedes estar todo el tiempo encima suyo — ejercí presión en mi agarre del vaso— ¿te cuesta tanto aceptar que tienes miedo?

—Vaya, si esperas que te cuente algo, debes usar otra técnica Eros — deje el vaso a un lado — ser tan directo nunca es bueno.

— ¿Entonces tengo que disfrazar las palabras para que te sientas mejor?, si uno va directo al tema, se soluciona más rápido el problema — tenía un punto a su favor, nuevamente — algo te dijo la trabajadora social que te puso tan nerviosa y quiero saber que fue para poder ayudarte.

—Hablar no es tu fuerte, lo sé — me levanté de mi asiento — no finjamos que no sabes lo que me pasa, porque estoy muy segura de que lo sabes — intente mantenerme indiferente — y con respecto a Adalguesa o como se llame, hablo sobre mí. En ningún momento nombró a tu familia por ese lado quédate tranquilo — respire profundo — tengo cosas que hacer, como cuidar a tus sobrinos y una pequeña acotación, no sé cómo después de todo lo sucedido puedes estar tan tranquilo en esta maldita casa.

~*~

La cena transcurrió en un incómodo silencio, incluso en un cementerio habría más ruido que todo el comedor, los niños se dieron cuenta de la tensión entre su tío y mi persona, tampoco es que hice mucho para cambiarlo, no estaba de ánimos para hablar y como cosa rara él tampoco.

Así que solo me preocupe por ellos, ignorando la mirada acusatoria de Eros al verme mover la cena por el plato de un lado a otro.

No me apetecía comer.

No quería hablar con él.

No deseaba estar en esta casa y los niños no tenían nada que ver con mi pensamiento.

Cada vez que daba un mísero paso, sentía como si mis pies fueran de plomo, ni con toda la fuerza de voluntad que poseía podía olvidar lo que pasó. Nathan fue atacado y casi muere en la que es su habitación, ¿Quién supera eso?

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora