No se tenía que ser un genio para saber cuándo no puedes dormir, llevaba una semana en lo mismo desde que paso la situación con el intruso, estaba recuperada y aunque los moretones apenas eran visibles, sentía el miedo recorrer por mis venas.
Con el ánimo por el subsuelo me levanté de la cómoda cama, me coloqué mis pantuflas de Bob esponja y salí de la habitación, necesitaba una buena taza de té.
La cocina se estaba convirtiendo en mi lugar favorito, debían ser la una de la madrugada, siempre era una buena hora para beber té, lo que me tomó por sorpresa fue no encontrar la habitación vacía.
—Buenas noches Eva — intentaba salir de mi estupor, ahí a contraluz estaba el cuerpo alto de Eros Goldssom, sentado en uno de los taburetes con una taza de té frente suyo— me tome el atrevimiento de preparártelo.
—Sí, sí, buenas noches... — no era muy común esta situación — ¿no deberías estar durmiendo? — busque asiento lo más alejado de su persona, deje dos taburetes como espacio.
—Es una pregunta que funciona para ambos — asentí.
Se estiró moviendo la taza por la encimera, dejándola delante de mí, no pude evitar ver como la camisa de su pijama se alzó un poco con la acción, dejando a la vista parte de su estómago bronceado.
—Gracias — decidí concentrarme en la taza que había entre mis manos, al ver el líquido rojo una pequeña sonrisa luchaba por salir — ¿Cómo sabias que estaría en la cocina? — tome un sorbo y mi cuerpo se fue relajando un poco.
—Porque es normal tu actitud — alcé una de mis cejas, no lograba captar el significado de sus palabras — alguien atentó contra tu vida Eva, es normal que tengas miedo — me encogí en mi asiento — sé que llevas una semana sin poder dormir y vienes a la cocina como mapache por comida.
— ¿Con que ahora soy un mapache? — Pregunte divertida — no voy a mentir Eros... es aterrador y antes que salgas con que todavía tengo tiempo de irme, no lo haré.
—Entiendo que desees quedarte por los niños, sin embargo tu vida es importante, si algo te pasara... no me lo perdonaría Eva — podía notar la preocupación y la carga de algo más que desconocía, en su mirada.
—Es que no lo entiendes porque no compartes con tus sobrinos — sorbí un poco de la taza nuevamente — ellos tienen algo que te hace quererlos al instante, son divertidos, amables y cariñosos, se han ganado un puesto en mi corazón — y hablaba muy en serio, no sé qué tenían los niños Goldssom pero no podía no quererlos.
—Los quieres mucho y en tan poco tiempo — asentí orgullosa— entonces, deberías intentar dormir, dudo mucho que puedas rendir en el trabajo bien si solo duermes cinco horas o menos.
—Lo intentaré... Eros — alzo su mirada y a pesar de la leve oscuridad, todavía se notaba ese marrón claro característico — ¿Por qué tampoco puedes dormir? — Y ahí estaba la bendita mirada perturbada — puedes contarme, prometo que no va salir nada de mis labios, soy una tumba.
Por un instante vaciló y pensé que saldría de la cocina dejándome sola, sin embargo, fue valiente y hablo.
—Ser la cabeza de la familia es... agotador, nunca me prepare para asumir este rol.
—Creo que nadie lo está, diría que haces un buen trabajo, pero no es así — su ceño se frunció y no pude evitar reírme — te cambiaré tu apodo, de Señor Perfecto a Señor ceño fruncido.
—No lo hagas por favor, ¿te cuesta tanto llamarme por mi apellido?
—Eh... si — sonreí ocultándolo con la taza — a lo que me refería, es que haces un trabajo excelente en cuanto a que nada le falte a los niños económicamente, sin embargo eres muy pobre con la parte del afecto.
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Aquello Que Ocultamos
RomanceUn trabajo, una nueva oportunidad, fue lo que pensé cuando el apellido Goldssom llegó a mi vida. No solo fueron nuestros caminos los que se cruzaron sino también nuestros secretos. Y aquello que ocultamos resultó ser una pieza decisiva en el juego...