Capítulo 33

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Eros

Para todos fue una sorpresa la muerte de la vaca, se me hacía incomodo llamarla por su nombre. Podían tildarme de insensible, pero ¡por Dios!, es un animal y como toda bestia causaba muchas enfermedades, mi pensamiento dejo de tener importancia cuando la vi llorar.

Le dolía profundamente.

Ella no fingía, siempre mostraba cuanto le afectaba cualquier situación, podría llegar a ser tan transparente sin darse cuenta. Nos quedamos en un completo silencio, ambos lo necesitábamos y tampoco quería soltar cualquier palabra que tomara a mal, estaba a la defensiva.

Como siempre.

Llego un punto donde no escuché más sus sollozos y me alarme, la tranquilidad invadió mi cuerpo al ver como dormía cómodamente entre mis brazos. A decir verdad sentía los brazos como muertos, sin embargo no era necesario despertarla, necesitaba descansar porque mañana cuando despertará se daría cuenta que no fue un sueño y su vaca murió.

Seguía siendo extraño ese pensamiento, las vacas mueren todos los días... gracias a los carnívoros (me incluyo). Además podía ser un poco hipócrita, ya que Eva también pertenecía a esa clase.

Intentaba meterme la idea que su vaca era como una especie de perro, así como lo era para algún niño llorón deseoso de tener un animal a su lado toda la vida.

Dios, incluso analizando lo que digo es un poco atroz.

Tal vez no sienta mucha empatía hacia los animales porque no me gustan, seguramente si Eva pudiera leer mentes me golpearía por tales pensamientos.

No pensaba quedarme a dormir en el suelo lleno de tierra y pasto, el cual era la definición clara de gérmenes y eso podía llevar a una enfermedad. Con mucho cuidado y mucha fuerza logre levantarme, a pesar de tambalearme un poco y casi soltar a la bella durmiente, pude mantener la estabilidad. Eva podía ser delgada pero era un peso muerto y mis brazos estaban agarrotados.

Respire profundamente antes de caminar de vuelta a la casa Dixon.

La observé, todavía me resultaba un poco abrumador mi deseo de querer mirarla siempre. Su rostro era la personificación de alguien que estuvo llorando, sus mejillas llenas de pecas me recordaban al cielo estrellado, sus ojos oscuros aunque estuvieran cerrados me gustaban, a veces se veían negros otras marrones, no los podías clasificar si quisieras, sus labios rosados y carnosos provocaban ciertos pensamientos de los que no deseaba hablar, se removió un poco y al final soltó un pequeño suspiro.

Era hermosa, como una flor en primavera.

Qué asco.

¿Acabo de pensar en ella como una flor?

A mí ni me gustan las flores, pero ella sí.

Todo sería más sencillo si no me gustara, no quería que fuera tan importante para mí, mucho menos que me metiera en la mente sus pensamientos; como el ver a una vaca como mascota.

Yo no sé cómo lo hacía, tal vez es una especie de bruja que al hablar me tenía en sus manos, seguía sin entender porque se fijó en mí. Con su actitud risueña y su peculiar forma de ser podía tener a quien quisiera.

No a un hombre que todavía resuelve su vida caótica.

Solo esperaba que el desenlace de la historia tuviera por primera vez un final feliz, ambos lo necesitábamos.

~*~

Estaba sentado en uno de los taburetes de madera en la cocina mirando hacia una tetera de porcelana pensando, en algún momento de la madrugada entraron a la habitación, pensé como cualquier persona normal que sería un ladrón y cuando fui atacar, la voz de una Eva asustada hizo que me detuviera.

Aquello Que OcultamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora