El tiempo es amable y pasa volando, y es un jueves simple de alguna semana, de alguno de esos meses, de ese mismo año, cuando el pintor y su musa deciden regresar a donde pertenece, a ese lugar en donde sus talentos y almas se mezclan hasta convertirse en uno solo.
Volver a Art Deco se siente como un respiro de aire fresco, y Hellene está increíblemente contenta de que el señor Bellerose dejara su terquedad al respecto y le concediera el deseo de ir nuevamente a la empresa artística. Lo ha echado de menos, el ambiente, el estudio, ese aire inspirador en cada una de las habitaciones en conjunto al artista que se encuentra en su hábitat con los dedos cosquilleando por la emoción de volver a crear en la comodidad y la accesibilidad de tener todo lo que necesita a su alcance.
En esos instantes, aquel par de amantes se encuentra en el ascensor en dirección al tercer piso, ese que alberga la oficina del señor Bellerose y un par de cuartos más en los que Hellene no ha podido curiosear por alguna razón que no tiene presente. El corto viaje sucede entre besos calientes y torpes y risitas bajas y ligeramente sorprendidas, y Hellene es capaz de admitir que le gustan estos tiempos, estos en donde él ama su cuerpo más que ella misma, estos en los que él la consiente y le hace saber lo mucho que la ador, en donde no se siente tanto como Hellene y más como su Godiva.
Es un sentimiento bastante grato y lo cierto es que a ella le encanta, porque puede compararlo como estar en un pedazo de nube flotando en el cielo sin la más mínima pizca de aquel vértigo que todavía la maldice. Con el señor Bellerose no se percibe de esa forma, sin embargo.
Una sonrisa se atora en sus labios cuando el pintor la rodea por la cintura tan pronto salen del elevador, colocándose detrás de ella mientras caminan con cierta torpeza en dirección a la oficina. Gira el rostro para encontrar su boca, y se deja besar al mismo tiempo en el que el rubio abre la puerta. Un quejido femenino resuena en las cuatro paredes, y Hellene arruga las cejas desviando la mirada hacia la morena desnuda que se balancea con fervor contra el cuerpo de su pareja.
Se le alzan las cejas al ver el contorno de su silueta, la curva de su cintura, los músculos de su espalda escondidos detrás de aquella cabellera oscura que se rebota al mismo tiempo en el que ella lo hace. Su vista es bloqueada casi de inmediato por la mano del señor Bellerose en el instante en el que se le alzan las cejas por la impresión, y casi quiere reírse al respecto mientras se aprieta más contra su pecho.
El pintor se queja en voz alta llamando la atención de los presentes.
—Pero ¿por qué es que siempre tienen que follar en mi oficina?— Reclama, sin apartar la mano de la cara de Hellene, quien ha recostado la cabeza de su hombro y le ha rodeado el brazo que todavía sigue en su cintura abrazándola.
La morena deja escapar un gimoteo y Hellene ni tiene idea del gesto ofensivo que le ofrece al artista con el dedo mayor sin dejar de moverse. La saca de allí casi de inmediato, y sólo cuando cierra la puerta detrás de ellos es que el pintor le quita la mano de los ojos.
Hellene sacude las pestañas antes de arrugar la nariz en una pequeña mueca de incomodidad por haber tenido que presenciar un acto íntimo por segunda vez y la risa de Luke le inunda los oídos provocando que lo mire con cierta curiosidad.
—No pongas esa cara de disgusto, Godiva. No pareces estarlo cada vez que te hago mía— Murmura en una especie de reproche que ni siquiera suena como tal.
A Hellene se le ponen los vellos de punta y se muerde la esquina de la boca porque sinceramente no tiene una respuesta para contradecir aquel hecho. El señor Bellerose es consciente de ello, por eso sonríe y le deja un beso antes de tomarla de la mano y llevársela por el pasillo.
No tiene demasiado tiempo para preguntar a dónde se dirigen, porque tan pronto abre la boca, ingresan a una habitación con paredes completamente amarillas. No es molesto a la vista, en realidad Hellene se encuentra a sí misma ligeramente fascinada por aquel tono, porque es alegre, y cálido, y no está ni un poco cerca de fastidiarla en absoluto.
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Art Deco [#1] | ✓
Fanfiction"Abre las piernas y déjame ver tu belleza" Bienvenida a Art Deco. ¿Te gustaría un café, un té, un beso? No importa, ponte cómoda, deja que te pinte, tengo diferentes brochas para pasar por el lienzo que es tu piel; tengo gruesas, finas, mis labios. ...