treize

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A Hellene se le caen los párpados por incontables minutos, unos en donde es capaz de experimentar el corrientazo que le recorre cada esquina del cuerpo.

Se siente sofocada, y a duras penas puede aferrarse a la camina ajena, esa que tiene impregnada la fragancia del hombre que la sostiene y la toca como nunca nadie ha hecho jamás en su vida. Se le abre la boca casi por inercia, y solo un miserable jadeo es capaz de escapar desde lo más profundo de su alma.

Se le cae la cabeza hacia atrás mientras siente como fuego en la piel las caricias que le brinda el pintor, entre las piernas, justo en ese punto dulce que carga la mayor de las sensibilidades en su cuerpo. Le gustaría concentrarse en lo que hace, Hellene en serio quiere hacerlo, pero no es capaz ni de siquiera enfocarse en su propia respiración, porque además de la manera en la que le frota los dedos entre la humedad del alma y el espíritu, el artista le va dejando desastrosos besos en la curva de su cuello y barbilla.

Y es celestial, se siente como si estuviera sentada en una nube. Sin embargo, todavía es consciente de donde realmente se encuentra.

Puede escuchar el pequeño clic de la cámara al ser disparada, así como también puede percibir la luz del flash a través de sus párpados cerrados. Y le encantaría saber por qué la fotógrafa captura un momento tan íntimo como ese, en donde está siendo tocada por primera vez por un hombre que definitivamente puede ser considerado como tal, mientras sus estomago se retuerce con fuerza y lo siente como un nudo a punto de ser liberado. No obstante, no le interesa en aquellos minutos de gloria inducida, brindada.

Por un instante se cuestiona por qué nunca ha intentado algo como esto antes, porque jamás consideró la masturbación como algo que podría ser un respiro de aire fresco. Y no obtiene una respuesta propia, porque tampoco es que es capaz de saber cualquier cosa cuando su punto sensible es tanteado con delicadeza exquisita, con parsimonia enloquecedora.

Las piernas le tiemblan por un segundo, el brazo alrededor de su cintura se aprieta todavía más, sosteniéndola, manteniéndola en su lugar para evitar que se mueva de la posición en la que se encuentra y pierda el tacto en aquel lugar de su entrepierna. Un gemido bajo sale de su garganta sin que pueda evitarlo, y escucha una suave risa acompañada de la luz de un flash.

—Ya lo encuentra— Susurra su jefe en un ronroneo que le pone los vellos de punta y la estimula increíblemente. —Oh Godiva, voy a hacer que te corras como sé que nunca te han hecho hacerlo.

Aquellas palabras son peligrosas, terriblemente, porque Hellene las siente en sus oídos como la tentación en persona, ensordecedoras incluso, que consiguen marearla hasta el punto en el que la cabeza le da vueltas.

El señor Bellerose hace esto de presionar ligeramente aquel bulto sensible, sin intención de lastimarla ni mucho menos, al contrario. Logra hacerla soltar un nuevo gemido al que le acompaña una arcada de espalda, y Hellene está segura de que mientras más la toque allí, más estrellas será capaz de ver por debajo de sus párpados.

De repente, y para su completa sorpresa, el artista le deja un beso en la comisura del labio, y Hellene de verdad puede sentir cómo toda su alma abandona por completo su cuerpo y se va directo a los brazos del pintor.

Lloriquea cuando sus entrañas se retuercen con insistencia, y se deja llevar por las oleadas incesantes que le recorren de pies a cabeza. Recibe espasmos al mismo tiempo en el que el último flash se hace presente y percibe cómo algo estalla en su interior, fuerte, abrasador, casi tan intenso como la presencia del hombre que no la ha soltado ni un solo instante.

—Eso es Godiva— Le susurra nuevamente, con la voz de terciopelo exquisito, —Córrete para mí, musa. Termina por mi, solo por mi.

Y es demasiado, más de lo que puede soportar, y no tiene idea de cómo es que no pierde la consciencia al escucharlo hablar de esa manera, sobretodo porque sus palabras consiguen empujarla de aquel acantilado en el que ha estado parada desde que la ha empezado a tocar.

Art Deco [#1] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora