trente-six

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Capítulo 36

Para Hellene el trayecto en coche es lo más triste de todo el asunto, porque en algún momento piensa en el silencio del asiento trasero que debió de haberse quedado en casa con su madre y no acompañar al señor Bellerose en primer lugar. Quiere echarse a llorar, tiene ganas de ahogarse entre sus lágrimas porque no se siente bien consigo misma, porque la sonrisa que le ha visto a Luke mientras charlaba con aquellas mujeres se mantiene en su cabeza en una imagen tortuosa y no puede sacarse de la cabeza absolutamente nada de eso.

Ve las delgadas manos aferrarse a los brazos del pintor, escucha las risas encantadoras y lo ve a él, tan cómodo, tan sencillo entre todas esas féminas divinas mientras ella no cree acercarse ni a lo más mínimo de ellas.

Se siente miserable, y está tan sumergida en su propio suplicio que no se da cuenta de lo preocupado que se encuentra Luke por ella, que ha logrado ver el brillo de tristeza en los ojos de su Godiva, y en su mente trata de analizar qué es lo que ha pasado con ella que se encuentra al borde del llanto.

No le ha hecho ninguna pregunta al respecto, y sabe que debería, pero lo cierto es que no puede evitar sentirse culpable al creer que está en aquel estado por él.

Consiguen llegar al hogar del artista, una casa enorme con un jardín delantero que provoca que Hellene luce las cejas al verlo. El vehículo entra por el alto portón de hierro y se desplaza hasta llegar a la entrada de la casa. El chofer les abre la puerta, Hellene es la primera en bajarse y Luke la sigue de cerca.

El tintineo de las llaves resuena en el silencio que se forma entre ellos, cruzan la puerta en cuanto está abierta y Luke digita un código en el aparato cercano a la pared para desactivar la alarma de seguridad. Se acerca a ella casi de inmediato.

—¿Qué ha pasado, m'amour?— Cuestiona en un murmullo suave, rodeando sus mejillas con las manos.

Hellene aparta la mirada, menea la cabeza en una negación.

—Nada— Contesta en un susurro.

—¿Como que nada, Godiva?— Inquiere, bajando la cabeza para buscar su mirada con el ceño fruncido. —Recuerda que puedo verte y no soy estúpido, estás afligida y eso no me gusta. Así que dime qué sucede, por favor.

Hellene traga saliva y piensa que es tan patético decirle la verdad inútil más bien, porque una parte de ella sabe que él negara cada palabra que escape de sus labios y piensa que la única razón por la que lo dice es solo porque está allí y nada más, no porque realmente pensara en nada de eso.

Se aparta de él suavemente, retrocediendo, provocando que su pareja frunza todavía más el entrecejo.

—Yo... yo te vi con aquellas chicas— Balbucea, sintiendo el nudo formándose en su garganta como una piedra de tamaño descomunal. —Todas esas chicas altas y lindas, con vestidos realmente bonitos y sonrisas enormes y bellas, y, estabas con ellas.

Luke menea la cabeza como si no consiguiera entenderlo.

Hellene está a punto de echarse a llorar.

—¿Y qué con eso, Godiva?

—Lucías feliz— Insiste, como si esa fuese la respuesta a cualquier pregunta. —Lucías tan bien junto a todas ellas, todas ellas más lindas, mejores, de seguro eran malditamente divertidas y encantadoras.

—Tú lo eres mucho m...

—No— Le interrumpe abruptamente, sintiendo la desesperación creciendo en sus entrañas cuando no cree que Luke la está tomando en serio. —No, estás ciego, eso es. Ellas eran tan lindas y te miraban como si fueses el hombre más guapo del mundo y el único, y todas ellas se notaba que querían estar contigo, y— Deja escapar el aire dándose por vencida. —¿Por qué demonios estás conmigo teniendo mujeres así a tu alrededor?

—Hellene, no estoy entendiendo a dónde va esta conversación— Dice Luke, sin dejar su tono suave, intentando acercarse cada vez que ella retrocede.

A estas alturas, Hellene es un mar de lágrimas cuando va a pronunciar las siguientes palabras, apartándose el cabello de la cara y sintiéndose asmática de repente.

Ella explota alzando los hombros en un encogimiento.

—¿Quién diablos me querría? ¡No soy suficiente!— Exclama en un sollozo, su rostro se deforma en una mueca dolorosa. —Puedes tener a todas las mujeres del mundo y lo sabes y yo lo sé, puedes estar con quien quieras, porque eres tan guapo y encantador, y yo simplemente soy un espanto a comparación de todas ellas— Hace una pausa para soltar un hipido inevitable, y hace todo lo posible por respirar. —Y es tan horrible, tan espantoso no sentirse... Es un asco verse todos los días y preguntar por qué no puedes ser diferente. Y tú en serio puedes tener a alguien más delgada, con lindos ojos y lindo cabello, alguien más linda. Nadie quiere estar conmigo, por eso Ashton me engañó, no soy suficiente.

Y quizás Luke no había entendido la gravedad de la situación hasta este mismo instante, y existe esta posibilidad de que se sienta impresionado de que ella en serio tenga esa perspectiva de sí misma, que piense de su propia persona de aquella manera tan despectiva hasta el punto de culparse por la infidelidad de aquel que nunca la valoró como se lo merecía.

Y es triste, Luke siente tanta empatía y no puede hacer más que volver hacia ella y atraparla entre sus brazos, incluso si ella lucha, se esfuerza en envolverla y hacerle saber que hay un refugio para su alma en su pecho.

Chasquea la lengua al sentirla temblar, y cierra los ojos brevemente.

—Hellene, ¿cómo no puedes ver que para mi eres como el aire? ¿Cómo es que no consigues ver que para mi eres como el único aliento que tengo?—Dice, provocando un sollozo por parte de ella, la aprieta un poco más, colocando la mano sobre su cabeza. Suspira profundamente. —Eres tan suficiente que el día en que te vayas va a ser el día de mi muerte. No estoy perdiendo el tiempo, no necesito a ninguna de esas mujeres, te tengo a ti y eso me es suficiente. Eres lo más maravilloso que tiene el mundo, y si tú no puedes verlo entonces déjame enseñarte, permíteme mostrarte que eres como esa luz que alumbra las noches en vela, mis noches. Y no necesito a nadie más, ¿por qué siquiera piensas que necesito y debo estar con otra persona que no seas tú?

—Porque tú lo eres todo— Murmura contra su pecho, con la voz fañosa, casi ronca. —Eres famoso, eres un artista, cocinas delicioso y, y yo solo soy nada. No tengo más que un departamento rentado y una madre enferma que no le presta atención a aquello. Tú lo eres todo, yo soy nada.

Una suave risa amarga sale de los labios de Luke mientras la estrecha un poco más cerca, hasta que pueda escuchar los latidos apacibles de su corazón, ese que late por ella y nada más. Tiene el alma hecha trizas ante la pena que lo abarca por el recuerdo del desprecio que se tiene Hellene y quiere cambiar eso, desea tanto alterar esa perspectiva.

Respira.

—Oh, Godiva, me temo que aún no has entendido mi concepto de la vida.

—¿Y cuál es ese concepto?— Cuestiona casi en un susurro, las lágrimas siguen cayendo de sus ojos, pero con menos intensidad, y quizás Hellene se pierde en las solapas de la chaqueta que él lleva puesto.

—Tú.

Art Deco [#1] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora