Sus labios se mueven en una sincronía maravillosa. El señor Bellerose la sujeta de la cintura con cierta firmeza de por medio, como si no quisiera que ella se fuera a escapar de sus labios y lo privara del dulce néctar que es su boca, mientras que Hellene se sostiene a su espalda cuando siente que en cualquier instante se puede caer, porque se besan como si fuesen los únicos ciudadanos en toda París, como si fuesen los únicos amantes que quedan en todo el mundo.
Y es alucinante, y ninguno de los dos quiere apartarse, pero entonces los pulmones se les quejan y tienen que hacer una pequeña pausa que se basa en el pintor dejándole diminutos besos en los labios mientras inhalan y exhalan en silencio, y todo se siente un poco diferente ahora que son una pareja formal, y a Hellene le fascina en secreto la manera en la que su corazón le late en básicamente todo el cuerpo.
—Mañana quiero que llegues temprano, ¿si?— Le pide el artista en un murmullo suave, deslizando los labios por la línea del mentón, memorizando el estremecimiento que le ocasiona a Hellene. —A las ocho y treinta si puedes, ?de acuerdo?
Hellene asiente tontamente.
—Está bien.
—Nos vemos mañana entonces. Godiva. Que tengas una buena noche.
Y eso es suficiente para que le dé un par de besos más, se despida unas dos veces de sobra que son algo innecesarias tanto de ella como de su madre y eventualmente se marcha. Hellene suspira profundamente, apoyada en la puerta, con el corazón la boca, totalmente encantada por la increíble velada que ha pasado.
Esa noche Hellene duerme de maravilla, sin despertar a mitades de horas ni con ninguna sensación que no sea la alegría inmensa que siente al saber que es la novia de Luke Bellerose y que a su madre le ha agradado lo suficiente como para quedar sencillamente encantada con él.
Le resulta bastante fácil el despertar al día siguiente, temprano después del sol para estar en Art Deco justo como su jefe le ha pedido. Se ducha en un santiamén, se alista a la misma velocidad, le deja el desayuno listo a su madre como siempre lo hace y se marcha con su bolso en el hombro y la sombrilla en la mano. Recorre las calles parisinas como si todo fuera de color de rosa, y quizas la felicidad de la vida se le nota en el rostro porque todo el que le pasa por el lado se le queda mirando, y quizas en cualquier otro instante se hubiese sentido insegura hasta morir, con la cabeza llena del pensamiento de que hay algo mal con ella. Sin embargo, hoy no puede importarle menos, porque lo único que quiere es llegar a los brazos del pintor y quedarse allí escondida hasta el fin de sus tiempos.
No suena como una mala idea, y cuando llega a Art Deco y entra, su corazón da un vuelco que le hace vibrar hasta el pecho. Los labios se le abren en un jadeo silencioso cuando ve el camino de rosas rojas que llegan hacia la escalera, y se inclina a cada paso que da para recoger cada una con la intención de no dejar ningún desastre de por medio. Sigue el recorrido, y llega hasta el tercer piso sin muchos problemas.
Las flores se acaban delante de una puerta blanca y Hellene lleva la mirada hacia la nota adhesiva que hay pegada en ella.
"Sonríe para mí, ma 'mour".
Y se le hace un poco imposible el evitar que las comisuras de los labios se le expandan en una suave sonrisa. Con la nota y las flores en mano, Hellene gira la cerradura de la puerta y entra, encontrándose con un desayuno exquisito y precioso, junto a una cama de sábanas blancas y pétalos de rosas regados encima.
—Buenos días, mi amor— Saluda el señor Bellerose, pronunciandose con su voz profunda y su belleza delante de ella. Hellene arrastra la mirada hacia él, y observa cómo se levanta de la silla tan solo para ir hacia ella.
Le sujeta la mano con sencillez y le regala este beso en el dorso que le saca un suspiro, y quizás hace esto de rodearle la cintura con el brazo, pegarla a su pecho y atraparle la boca en un beso que les roba hasta el aliento. Luke parece querer quedarse en sus labios por una eternidad, pero recuerda lo que ha preparado para ella y se obliga a sí mismo a apartarse con el dolor de su alma.
—¿Qué es todo esto?— Pregunta Hellene en un murmullo, apoyando la mejilla en el pecho de su jefe, deleitándose con el olor de su camisa y perdiéndose un poco en la calidez de su cuerpo.
Respira suavemente, y el pintor la abraza por los hombros, dejándole un beso en alguna parte del cráneo en un gesto que provoca que Hellene se conmocione más de lo que debería.
—Es nuestro primer día como pareja formal, y quería de cierta forma, hacerlo especial para ti— Le responde en voz baja, porque la cercanía es íntima, porque no le apetece decir nada que no sea en susurros. —¿No te gusta?
—Me encanta— Confiesa en el mismo tono, sus entrañas carcomiéndola viva de emoción, y luego se ríe mientras arruga suavemente las cejas. —Pero no entiendo qué hace una cama aquí.
El artista consigue reírse ante la mención y le regala otro beso.
—Ah, es que Lis toma siestas aquí de vez en cuando— Le explica con sencillez, como si eso tuviera todo el sentido del mundo. —Y también se folla a Liam de vez en cuando. Pero, tranquila, cambian las sábanas todos los días.
Hellene quiere sentirse sorprendida al respecto, pero lo cierto es que de alguna forma ha conseguido acostumbrarse a la idea de lo atrevida que puede llegar a ser la morena.
El señor Bellerose llama su atención al alejarse de ella, sin embargo, la recompensa sujetando su mano, para entrelazar sus dedos y llevarla hacia la mesa que aguarda por ellos. Se la sienta en el regazo, le pasa un brazo por la cintura rellena y se dedican a degustar el desayuno que él ha organizado para ella. Hablan en murmullos, se ríen, se besan, se miran a los ojos y se adoran el uno al otro como si no hubiese absolutamente nada más bueno en el mundo además de esto.
Y así es como se siente, como si solo fuesen ellos en aquella habitación, con aquella cercanía que mantienen, con el roce de labios, las rosas por doquier, el exquisito café y un par de corazones latentes que sólo sus oídos son capaces de escuchar.
Y este puede ser, potencialmente, el mejor día de la vida de Hellene.
ESTÁS LEYENDO
Art Deco [#1] | ✓
Hayran Kurgu"Abre las piernas y déjame ver tu belleza" Bienvenida a Art Deco. ¿Te gustaría un café, un té, un beso? No importa, ponte cómoda, deja que te pinte, tengo diferentes brochas para pasar por el lienzo que es tu piel; tengo gruesas, finas, mis labios. ...