A Hellene le toma unos buenos instantes el reunir todas sus fuerzas, o al menos las suficientes como para tocar la puerta y llamar la atención del par de personas que se encuentran dentro. Aguarda unos segundos antes de abrir la madera, y entra con cierto disimulo al estudio.
Le duele en el alma ver la cercanía interrumpida entre aquella mujer y el señor Bellerose, y de alguna manera quiere tantísimo echarse a llorar cuando el pensamiento de que el señor Bellerose se ha cansado de ella con la rapidez de un rayo, la inunda.
Se tiene que tragar el nudo que se le forma en la garganta y la sangre le viaja directo hacia las mejillas cuando aquellos cuatro ojos se posan sobre ella. Se desliza con cuidado con la intención de acercarse a su bolso y conseguir su condenada ropa interior para salir de allí de una buena vez.
—Lamento interrumpir— Dice en un suave murmullo. Espera que puedan escucharla porque no cree ser capaz de alzar más la voz. —Solo vine por mi bolso.
El pintor la mira de arriba a abajo durante unos cuantos segundos y una sonrisa se desliza en sus labios como si nada estuviera sucediendo, como si no se diera cuenta de su falta de ropa interior y el bochorno que la invade hasta el cuello.
—Ven, Godiva. Déjame presentarte— Le pide, haciéndole una seña para que se acerque.
Hellene mueve la cabeza en un asentimiento, pero se apresura a agarrar su bolso primero. Se lo aprieta contra el pecho, cubriendo cualquier vestigio de la tristeza repentina que la invade y tal vez protegiéndose aunque sea un poco de lo que sea que esté sucediendo.
Se acerca a ellos, y ambos se ponen de pie delante de ella. Hellene traga saliva.
El señor Bellerose coloca una mano en la espalda baja de la mujer.
—Hellene, esta es Megan— Señala. —Megan, esta es Hellene, la nueva modelo de Art Deco.
—Es un placer— Murmura Hellene, aunque es más por ser amable que cualquier otra cosa.
Sin embargo, se arrepiente un poco cuando Megan la mira de arriba a abajo, de esta forma tan despectiva que llega a hacerla sentir hasta incómoda.
Megan no le responde, simplemente regresa su mirada hacia el pintor. El señor Bellerose se aclara la garganta, y junta las manos en un breve aplauso antes de sonreír.
—Bien. Hellene, tienes el resto del día libre. Tengo que hacer varias cosas con Megan, así que ya no es necesario que te quedes— Le informa.
Y aunque su tono de voz no es maligno ni parece tener segundas intenciones en sus palabras, a Hellene le duele como nada la forma en la que él y Megan comparten una mirada que resulta ser más cómplice que cualquier otra cosa.
Contiene la respiración, sacude las pestañas para disipar las lágrimas que se le empiezan a acumular en los ojos y mueve la cabeza en un asentimiento casi brusco. No dice nada, no se despide, ni mucho le pregunta por qué ha decidido cambiar de opinión con respecto a ella, Hellene simplemente camina hacia la puerta y sale del estilo.
En aquel silencio sepulcral regresa al tercer piso y encuentra el camino de vuelta hacia aquel precioso baño que ahora se convierte en su lugar privado para llorar.
Y lo hace, mientras se viste correctamente, mientras en su mente se repiten las escenas en aquel estudio de arriba y todo el cariño que ha sentido estando con él.
¿Lo ha fingido?
¿Ha mentido sobre sus sentimientos para acostarse con ella y nada más?
¿Ha sido todo un simple plan para robarle el alma y luego dejarla vacía?
Hellene piensa que sí ha sido aquello, entonces le ha funcionado, porque ahora está devastada y con la creencia de que realmente no vale la pena, que si Ashton pudo serle infiel y que el señor Bellerose ha conseguido olvidarla con tanta facilidad es porque el problema está en ella.
Ella es el factor destructivo.
Un sollozo se le escapa de los labios antes de que pueda reprimirlo, y se sube los pantalones dejando que las lágrimas caigan una tras otra sobre sus mejillas. Termina de vestirse y sale del baño sin siquiera mirar al frente, enfoca la vista en el suelo y se apresura a entrar al elevador para salir de allí.
Y piensa que debió de haber si no algo, haber hecho algo aunque sea, decirle al pintor que es un completo idiota por haberle mentido para meterse entre sus piernas, tal vez golpearlo por ello. Sin embargo, todo está en su cabeza, y no se hubiese creído capaz de hacer absolutamente nada de lo que piensa.
Así que se rinde, y baja del ascensor, y piensa que no puede comportarse como una niña a la que le han roto el corazón, aun cuando eso es exactamente lo que le acaba de suceder. Necesita el empleo, independientemente de todos sus sentimientos, porque requiere del dinero para cuidar a su madre y pagar todas las cuentas que tiene sobre su espalda.
No puede permitirse perder nada de eso, porque lo necesita, así que simplemente se traga el dolor junto con la saliva y a pesar de que el pintor le ha quebrantado el espíritu, decide seguir adelante y nada más.
No sabe con qué cara le contará esto a su madre.
Se aprieta el bolso contra el costado y se para en seco delante de la puerta cuando se da cuenta de que, al salir de Art Deco, el cielo se está cayendo.
La lluvia es fuerte y brutal, el cielo está increíblemente negro y todo el mundo tiene un paraguas en las manos.
Todos menos ella.
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Art Deco [#1] | ✓
Fanfic"Abre las piernas y déjame ver tu belleza" Bienvenida a Art Deco. ¿Te gustaría un café, un té, un beso? No importa, ponte cómoda, deja que te pinte, tengo diferentes brochas para pasar por el lienzo que es tu piel; tengo gruesas, finas, mis labios. ...