"Quiero que te reflejes como el mar hace con el cielo"
A Hellene le toma varios segundos el razonar las palabras que llegan a sus oídos. Ella en serio requiere de unos instantes para comprender que aquel magnífico artista, ese que ha sido un anhelo y ejemplo a seguir en su vida, de verdad le ha puesto los ojos encima y le ha pedido que entre a su oficina.
Las miradas han caído sobre ella, por supuesto. El millar de chicas presentes la han observado de pies a cabeza, y en cualquier otro momento a Hellene la hubiese invadido la inseguridad y la incomodidad por recibir toda aquella atención, sin embargo, no tiene tiempo para ello, porque está demasiado ocupada teniendo un pequeño e interno ataque de nervios mientras se las ingenia para mover las piernas y poder empezar a caminar.
Ni siquiera es plenamente consciente de cómo es que da cada paso, tampoco sabe cómo es que la sombrilla sigue entre sus dedos, contra su pecho al mismo tiempo en el que se acerca cada vez más al pintor. Evita alzar los ojos hacia él a toda costa, porque no cree soportar el tener aquellos orbes celestiales sobre ella, porque piensa que en cuanto lo mire devuelta se dará cuenta de que quizás está cometiendo un error al dejarla pasar a su oficina, porque tiene por seguro de que en el minuto en el que consiga enfocar su rostro perderá el alma por completo y no le quedará nada.
Así que Hellene, con la mirada fija en el suelo y los nervios a punto de hacerla vomitar, se apresura a cruzar la puerta, seguida por el pintor. Traga saliva como puede cuando tiene la garganta demasiado seca, y pega un diminuto respingo cuando la puerta es cerrada detrás de ella. Puede sentir cómo el corazón le late con demasiada fuerza en el pecho, cómo las palmas de las manos le comienzan a sudar y la ansiedad se apodera de cada rincón de su cuerpo hasta el punto en el que ni siquiera se da cuenta de que ha empezado a aguantar la respiración.
Sostiene el mango de la sombrilla con más fuerza de la que es necesaria y se llena los pulmones de aire cuando recibe el pinchazo de recordatorio. Lo siente moverse a su espalda y en silencio, y Hellene aprieta los labios cuando de soslayo lo ve caminar hacia el bonito y largo sillón que se encuentra a una esquina de la habitación.
El pintor toma asiento, y hace esto de extender la mano en dirección al mueble que se encuentra justo delante de él. Hellene sabe que eso es una invitación para que se ocupe el lugar, pero se encuentra tan nerviosa que las piernas le fallan y las señales del cerebro no le llegan lo suficientemente rápido al cuerpo como para siquiera actuar en ese instante. Le toma varios segundos el arrastrar los pies hacia el mueble individual y se encuentra tan insegura de sí misma con respecto a todo que tiene que sostenerse a los reposa brazos tan solo para asegurarse de quedar sobre el cojín y no caer al suelo en un accidente terriblemente torpe.
Se aclara la garganta, deja la sombrilla sobre su regazo junto a su bolso y enfoca la mirada en algún punto de la habitación.
El artista se relame los labios y ladea ligeramente la cabeza sin despegarle la vista de encima. Hay un atisbo de sonrisa en una de sus comisuras que Hellene no consigue apreciar porque está demasiado ocupada evitando el contacto visual.
—¿Cuál es tu nombre?— Pregunta, de repente, quebrando con el silencio sepulcral que ha estado a punto de convertirse en peso muerto sobre los hombros de la muchacha.
Hellene aprieta los párpados por un mísero segundo, guardando para sí misma la exquisitez en aquel acento francés y el grosor de su voz colándose por sus oídos. Se tiene que obligar a abrir los ojos en su dirección y se regaña mentalmente por no ser capaz de esconder la fascinación que sinceramente siente por él.
Piensa que debe de estar pasando el bochorno de toda su vida.
Respira con disimulo.
—Mi nombre es Hellene— contesta en un murmullo, lo suficientemente alto como para que él, por obra del mismo cielo, pueda escucharla, porque hay algo majestuoso en ver su rostro y está increíblemente cerca de caer por él.
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Art Deco [#1] | ✓
Fanfiction"Abre las piernas y déjame ver tu belleza" Bienvenida a Art Deco. ¿Te gustaría un café, un té, un beso? No importa, ponte cómoda, deja que te pinte, tengo diferentes brochas para pasar por el lienzo que es tu piel; tengo gruesas, finas, mis labios. ...