8.- Lascivo

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Los dos días siguientes transcurrieron con la misma normalidad, Heechul mantuvo su rutina de cuidado y ejercicios de la manera más habitual con excepción de la tarde que Donghae apareció por su casa con un gran bote de helado de chocolate para ped...

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Los dos días siguientes transcurrieron con la misma normalidad, Heechul mantuvo su rutina de cuidado y ejercicios de la manera más habitual con excepción de la tarde que Donghae apareció por su casa con un gran bote de helado de chocolate para pedir perdón por haber hablado de más.

De todas formas no podía estar demasiado tiempo enojado con su dongsaeng, por muy molestamente despistado que llegara a ser el pez, así que todo quedó perdonado después de eso, no sin una nueva advertencia ya que incluso Siwon se había visto interesado por el tema.

Afortunadamente no tuvo que volver a verlo en esos días, así que pudo olvidarse del tema como antes. La noche indicada se arregló bien, con su cabello blanco cepillado hasta convertirse en lustrosa plata, un poco de maquillaje para resaltar algunos de sus rasgos, sobre todo sus ojos. Completó su imagen con un entallado pantalón de piel negra y una playera holgada del mismo color que dejaba al descubierto su pecho y su cuello.

"Eres un íncubo" recordó la voz de Siwon mientras se admiraba en el espejo de cuerpo completo, en momentos como ese estaba casi de acuerdo con la afirmación. Claro está que él no robaba la esencia de sus "víctimas", por el contrario era su sangre la que era entregada... aunque esa parecía ser la única diferencia con los demonios carnales.

El timbre sonó cuando estaba dando los últimos toques a su peinado, algo sorprendido se dirigió a la puerta pues aún era algo temprano para que su cliente llegara. Pero er Siwon quien lo esperaba en el umbral, cubierto contra el frío como si realmente lo sintiera.

—Pareces sorprendido de verme —comentó el pelinegro con una sonrisa leve.

—Claro, no dudé que vinieron pero no creí que te presentarías a la puerta, es la primera vez que lo haces —se defendió Heechul.

—Entiendo, pero quería que supieras que estoy aquí, así te sentirías más seguro.

Una pequeña sonrisa de ternura quiso asomar en el rostro de Heechul, pero la contuvo justo a tiempo.

—Comprendo, bueno pues gracias por preocuparte por mí.

—No lo agradezcas, es, a fin de cuentas, mi trabajo ¿no es así?

Heechul asintió antes de volver a entrar aunque Siwon no lo siguió, supuso que se dirigiría al cuarto inferior para esperar.

Pasó alrededor de otra hora hasta que volvieron a tocar al timbre, para dar paso esta vez al chico que probablemente había sido convertido alrededor de los 28 años, su rostro redondo y su sonrisa fácil lo convertían en un chico afable, aun cuando sus ojos brillaron violetas ante el olor de Heechul no parecía amenazante ni mucho menos.

—Sungmin, que bueno volver a verte. Por favor sé bienvenido a mi casa por esta noche, —no importaba qué tan lindos o inofensivos se vieran sus clientes, Heechul jamás bajaba la guardia.

El chico de cabello algo largo entró entonces y abrazó con efusividad a Heechul, aunque con un abrazo más relacionado con la amistad que con la pasión que podían llegar a experimentar juntos.

El anfitrión lo llevó directo a la habitación indicada, a pesar de lo cual Sungmin se quedó en el centró, sólo mirándolo. Aunque tenía ya cierta antigüedad, la criatura normalmente se comportaba con una tranquilidad que rayaba en la timidez, aún mientras se alimentaba era uno de los clientes que mostraba mayor ternura.

En efecto Sungmin esperó hasta que fue el mismo Heechul quien se acercó a él y lo rodeó por el cuello con los brazos para comenzar a besarlo lentamente, beso que el pelinegro aceptó gustoso. En medio de aquello Heechul lo fue empujando hasta que llegaron a la cama, en la cual sentó al contrario para quedar sobre él a horcajadas.

Podía sentir sus manos frías mientras comenzaba a cobrar confianza y a explorar su piel aún por debajo de la playera holgada; se incorporó un poco, solo lo suficiente para poder deshacerse de dicha prenda y echar la cabeza hacia atrás para dar acceso libre a su compañero.

Sungmin no desaprovechó la oportunidad y comenzó a saborear aquella piel suave y dulce a su disposición, escapándosele un pequeño gemido cuando Heechul enredó los dedos en su cabello y ejerció cierta presión, sin embargo no se apresuró, un manjar como él debía disfrutarse con su debido tiempo.

Incluso se embebió con los suaves botones de su pecho que parecían interruptores para los sonidos que hacía Heechul, las manos mucho más tibias que él mismo ya lo habían despojado también de sus prendas superiores y para ese momento se paseaban sin tapujo por toda su piel.

Se separaron un momento mientras el humano se movía para recostarse por completo sobre la cama, abriendo las piernas en una invitación que Sungmin no dudó en aceptar, acostándose sobre él. Comenzó a besar desde el borde del pantalón de Heechul, subiendo lentamente por su abdomen, incluso se dedicó a remarcar con los labios las costillas del contrario.

Al final llegó a su objetivo, posando sus labios sobre el pecho del peliblanco, justo sobre las vibraciones que su corazón creaba. Rodó la lengua un par de veces sobre aquella zona, alimentando el anhelo de ambos hasta volverlo insostenible. Hasta ese momento dejó que sus colmillos penetraran la blanca piel, otorgándole la ambrosía que tanto deseaba.

Sintió como Heechul arqueaba el cuerpo contra él, jadeando mientras el placer estallaba en su interior y recorría su cuerpo en grandes oleadas, Sungmin bebió sumido en el mismo éxtasis que el peliblanco, con tanta intensidad que seguro dejaría un chupetón en la piel tan sensible; en cuanto sintió que Heechul se tranquilizaba cerró la herida que había abierto.

Se movió un poco para quedar recostado a un lado del humano, recargando la cabeza sobre el pecho contrario de manera que aún escuchaba el corazón del que se acababa de alimentar, no pasó mucho antes de que sintiera los dedos de Heechul acariciando de manera distraída su cabello y su espalda.

—Si esto fuera una novela rosa, me pedirías que me quedara a tu lado —comentó Sungmin desde aquella posición, a lo que recibió una risa baja de Heechul.

—Soy más dado a los papeles de villano, si te pidiera que lo hicieras probablemente sería para abrir la ventana durante el día —respuesta con la que se ganó un golpecito.

—¡Que malo!

—Por eso sería el villano.

—Aunque tengas la belleza de esas señoras elegantes y malvadas de las novelas, sé que no lo harías.

Hacía ya muchos años Sungmin se había visto en aprietos pues el amanecer lo sorprendió demasiado lejos de su guarida, afortunadamente Heechul le había ofrecido cobijo y, aunque había tenido que dormir en la misma habitación que su silencioso guardaespaldas, había sobrevivido al día.

—Tal vez podría convertirte en un pastel de calabaza, como la bruja de Hansel y Grethel, estoy seguro que serías muy dulce.

Su voz sonaba pausada, y cuando Sungmin levantó la vista notó que tenía los ojos cerrados, así que se deshizo de su abrazo y se levantó.

—Creo que debo irme, no quiero volver a quedarme atrapado y que me hagas pastel.

Rio mientras se inclinaba a dejar un último beso en los labios de Heechul.

Servicio Feérico (SiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora