21.- Lascivo

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Heechul pasó el resto de la noche, así como una parte de la mañana, en un estado de duermevela mientras la fuerza iba regresando a su cuerpo

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Heechul pasó el resto de la noche, así como una parte de la mañana, en un estado de duermevela mientras la fuerza iba regresando a su cuerpo.

Un par de veces se descubrió sollozando, a lo cual se secaba las lágrimas furiosamente. No quería llorar por él, el maldito se había ido después de que le confesara sus sentimientos... aunque más bien la confesión le había sido arrancada, el punto era que después de conocerlos Siwon había optado por marcharse y dejarlo ahí solo.

Luego de haberle arrancado la voluntad y de someterlo al grado que, de hecho, había terminado disfrutando, el bastardo se daba el lujo de abandonarlo. No, no iba a llorarle a alguien así.

Ya era casi media tarde cuando se levantó, aún esos pensamientos en la mente.

—No lo necesito, ni a él, ni a Hangeng ni a nadie más —gruñó en voz alta.

Se decidió a salir entonces, necesitaba distracción y mucho alcohol. Sacó su teléfono para hablarle a Donghae y que fuera con él, sin embargo se detuvo justo antes de pulsar el botón de marcar.

"He hablado con EunHyuk para que te consiga a alguien más" recordó la voz de Siwon. Eso quería decir que tanto él como Donghae ya sabían lo que había ocurrido.

No quería contestar a preguntas sobre eso, no quería hablar del tema y, sobre todo, no quería la lástima de ninguno de ellos dos. Al final arrojó el celular a la cama y fue a arreglarse para poder salir, ignoró el ligero escozor de su hombro mientras se duchaba.

Para esa ocasión se decantó por una peluca pelirroja que ocultara sus rasgos albinos, así como ropa con un ligero toque Goth, acompañó todo el conjunto con un collar choker del que colgaba una cruz y algunas cadenas de plata, hacía demasiado tiempo que no lo ocupaba.

Para esa ocasión se decantó por una peluca pelirroja que ocultara sus rasgos albinos, así como ropa con un ligero toque Goth, acompañó todo el conjunto con un collar choker del que colgaba una cruz y algunas cadenas de plata, hacía demasiado tiemp...

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—Estoy harto de todas esas malditas criaturas, por hoy no quiero saber nada de ellas. —dijo a su reflejo mientras acariciaba la fría cruz.

Luego de algunos toques de maquillaje alabó el resultado en el espejo, fácilmente podría pasar por un chico alrededor de sus veinte años.

—No necesitamos a ningún chupasangre cuando tenemos esta belleza —volvió a hablar consigo mismo antes de salir.

Por algunos momentos pensó en ir al bar de siempre, pero aún quería algo diferente, no quería nada que le recordara a las dos criaturas que habían preferido abandonarlo. Ya dentro de su auto rebuscó en su teléfono hasta encontrar lo que buscaba: un nuevo antro que habían abierto en la zona centro de la ciudad. Si había conseguido un look tan juvenil, lo mejor era aprovecharlo en un lugar igual.

Y en efecto no fue una decepción, el antro era un gran establecimiento lleno de jóvenes bailando una música estruendosa y bebiendo mucho, era justo lo que buscaba. Pasó un buen rato bailando, su imagen le granjeó muchas parejas de baile y muchas bebidas gratis.

"¿Lo ven? No necesito a nadie más para divertirme, puedo pasarla perfectamente entre mis congéneres" en cuanto aquel pensamiento llegó a su mente su humor volvió a ensombrecerse.

Soltó una maldición antes de volver a la barra y pedir uno más de aquellos cócteles tan dulces como cargados. Eran una delicia aunque ya tenía algo de tiempo sintiendo que el alcohol le había llegado a las neuronas.

Se rascó distraídamente el hombro mientras miraba a la pista de baile, y es que aquellos jóvenes no eran sus congéneres, por mucho que se pareciera a ellos en ese momento no era así, desde su naturaleza extraña, su apariencia y su edad, todo lo recordaba que no era uno más de aquellos humanos.

—No pertenezco a ningún lado ¿no es así? —habló al pequeño vaso en su mano antes de terminarlo de un solo trago.

Pensó que tal vez Donghae sí que podría divertirse allí así que le mandó un mensaje con su ubicación. Aunque se quedó mirando la pantalla una vez que lo envió, Hae era de su misma naturaleza, y aún así era tan diferente a él, tan simple y ahora feliz con su pareja.

—Maldición —gruñó guardando el aparatito, casi lo tira debido a la torpeza que el ocasionaban las bebidas.

Respiró profundo, intentando despejar su mente tanto de las ideas negativas como del alcohol que la nublaba. Volvió a rascarse el hombro mientras miraba a los bailarines, algo le estaba picando, probablemente algún adorno de su playera.

Lo pensó mejor entonces, no hacía más de un par de semanas que conocía a Siwon, era muy pronto para enamorarse, sí, pero también muy pronto para rendirse. Lo que necesitaba era hablar con él, aclarar bien las cosas y entonces, si aún quería largarse, podría aceptarlo mejor.

Decidió que eso iba a hacer, le pediría a EunHyuk que lo contactara para poder hablar, simplemente hablar, incluso podría ser en el mismo restaurante en el que se conocieron. Allí podrían hacerlo, intentaría no volver a coquetearle ni a molestarlo hasta que todo se aclarara.

Volvió a tocarse el hombro con molestia, incluso intentó acomodarse mejor la playera pero la molestia no desaparecía. Además ahora lo sentía mojado, quizá alguien le había derramado una bebida sin que se diera cuenta, quitó la mano para poder verla...

Todo el alcohol pareció evaporarse de su cabeza al ver su mano, aun bajo las luces fluorescentes podía reconocer las manchas rojas en sus dedos: estaba sangrando.

De pronto recordó que había sido justo ahí donde Siwon lo había mordido la última vez.

—Mierda, esto es malo.

Debía volver a casa de inmediato, la situación era sumamente peligrosa. Sin embargo, a pesar de que su mente parecía haberse liberado de los estragos, su cuerpo seguía igual de torpe, más aún gracias al choque de adrenalina que le dió al descubrir que sangraba. Casi se cae al levantarse del taburete y chocó con varias personas mientras intentaba salir. En algún punto incluso perdió su peluca roja pero era ya lo que menos importaba, con el olor de sangre fluyendo libremente era poco lo que le ayudaría el disfraz.

El aire frío del estacionamiento no ayudó a su estado, sin embargo estaba más cerca de estar a salvo, una vez que llegara a su coche podría encerrarse en él y conducir hasta su hogar.

Casi lo logra, ya había llegado hasta su vehículo cuando sintió aquella oleada de aire frío que ni siquiera sirvió de aviso, pues un segundo después llegó un golpe seco en su cabeza que lo hizo caer de rodillas.

Lo último que percibió fue cómo le arrancaban el collar, acompañado con una risa que sonaba completamente malévola. Después de eso solo quedó el frío silencio de la inconsciencia.

Servicio Feérico (SiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora