11.- Especial EunHae

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Mitad sueño y mitad recuerdo, Donghae rememoraba esas primeras ocasiones con su EunHyuk aun mientras dormitaba entre sus brazos, a la espera del día

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Mitad sueño y mitad recuerdo, Donghae rememoraba esas primeras ocasiones con su EunHyuk aun mientras dormitaba entre sus brazos, a la espera del día.

Aquella primera noche había roto la regla que su hyung le había indicado, de mantenerse oculto cuando tenía visitas. Fue más bien un descuido pues solo había ido a la cocina por algo de tomar antes de volver a su cuarto, sin embargo se había topado con él.

En un primer momento le pareció sumamente guapo, con su cabello negro algo revuelto luego de haber estado con Hee-hyung. Desde que lo acogió le había contado todo, desde la naturaleza que compartían hasta la manera en que él la utilizaba en su beneficio.

Aunque dada su prohibición no había tenido casi oportunidad de ver a otras criaturas como él, más allá del acompañante eterno de su hyung. Pero EunHyuk le pareció muy guapo, y la cara de sorpresa con que lo miró, aunado a la manera en que sus ojos habían cambiado del negro al lila, le había hecho sonreír.

Lo saludó con toda naturalidad, como si fuera alguno de los compañeros de la escuela a la que iba por el día. Aunque en ese momento notó la mirada ceñuda de Hee-hyung, así que se apresuró a volver a su cuarto.

No se salvó del regaño que siguió después, pero poco le importó.

—¿Quién era él? —le preguntó aún en medio de su regaño, a lo que volvió a dedicarle una mirada ceñuda, sin embargo su hyung cedió ante su "rostro de petición".

—Ah, bueno, se llama EunHyuk, no es tan antiguo como otros, tampoco suele venir mucho.

Por alguna razón aquella última frase fue algo triste para el menor. Dejó de escuchar a su hyung mientras pensaba, ¿Cuánto tendría que esperar antes de poder volver a verlo?

—Te gustó, ¿no es así? —preguntó de pronto Heechul.

—No, bueno sí, no lo sé, —sintió de pronto mucho calor en el rostro, sin saber exactamente por qué.

Heechul comenzó a reír y le revolvió el cabello como si de un chiquillo se tratara.

—No es muy seguro enamorarse de ellos Donghae, solo te advierto eso.

Y salió del cuarto, aunque unas semanas después vino con la buena noticia: EunHyuk había vuelto a hacer una cita para la semana siguiente, y suponía que era por la misma razón pues EunHyuk no solía hacer peticiones tan pronto.

Algo ansioso Donghae planeó una ligera travesura: en cuanto Hee-hyung le avisó que EunHyuk había llegado y fue a recibirlo, se apresuró al baño de su cuarto especial, por lo que pudo escuchar cómo la criatura había preguntado por él y había demostrado interés en conocerlo.

Después de aquello, Hee-hyung había acordado una cita para que pudieran conocerse. Poco caso hizo a las condiciones y reglas que el mayor le iba contando con los dedos mientras se lo decía, en su lugar se lanzó a abrazarlo.

—Te recuerdo que eres un pez, no un koala —le recriminó su hyung, sin embargo reía ante su gesto.

Pasaron algunos días más que a Donghae se le hicieron eternos, aunque intentaba pasar su vida diurna normal hasta que llegó la noche indicada. Por la tarde Heechul había insistido en vestirlo con un suave suéter claro con cuello de tortuga y pantalones entallados, además de que peinó su cabello hacia arriba e incluso le puso algo de maquillaje. No entendía por qué hacía aquello, si solo iba a platicar con EunHyuk en la misma barra de la casa, sin embargo su hyung era mucho más experimentado en ese sentido así que lo dejó hacer.

Y había acertado, pues cuando llegó EunHyuk se veía tan elegante como la noche en que lo vió por primera vez, así que no desentonaba con él. Aunque a Donghae no le importaba mucho la ropa que llevara, sí le intrigó que portara un par de anteojos con marco de metal.

—¿Las criaturas también pueden necesitar lentes? —preguntó una vez que los saludos de rigor terminaron.

Con una sonrisa EunHyuk se quitó los anteojos para girarlos un poco.

—No en realidad, pero son un buen disfraz, si llega a escaparse algún reflejo de color es sencillo que la gente piense que se trata sólo de un reflejo en los vidrios, —explicó con paciencia.

—Pues creo que se ven bien en tí —comentó el humano con naturalidad.

La mirada que le dedicó entonces EunHyuk lo hizo imaginárselo sonrojado, aunque por lo que le había explicado su hyung ellos no podían hacerlo.

—Donghae, ¿no me tienes miedo? —preguntó de pronto el otro con un susurró.

Donghae lo miró con el ceño fruncido, ladeó la cabeza mientras intentaba comprender el sentido de su pregunta.

—No, ¿por qué? ¿Debería?

No entendía por qué debería temerle, y no solo porque Heechul y Hangeng estaban a solo un cuarto de distancia y que si algo salía mal, solo con llamarlos acudirían en su ayuda. En realidad no encontraba en EunHyuk ninguna actitud o razón para temerle, aunque conocía su naturaleza nada en él le parecía amenazante.

—Yo no te haría ningún daño, pero hay otros que son como yo y que podrían hacerlo.

—Pues a esos otros sí que les tendría miedo, pero no a tí.

—Nos alimentamos de su especie, —insistió el pelinegro.

—Y nosotros lo hacemos de las vacas y los peces.

—Eres demasiado inocente —comentó entonces EunHyuk, a lo que de nuevo volvió a sonreír.

—Ja, lo mismo dice Hee-hyung, aunque yo podría creer que, más bien, a ustedes les sobra malicia.

Por fin pudo ver una sonrisa en el pelinegro, una que parecía auténtica.

—Sí, supongo que también es una forma de verlo.

Y así pasaron un rato más platicando, Donghae le contó de su vida diaria, cómo iba a la escuela por las mañanas y trabajaba en las tardes en el local de hamburguesas de Shindong, un amigo de Heechul que lo había contratado medio tiempo para que pudiera estudiar.

De igual manera EunHyuk le contó algunos detalles sueltos de su vida, sobre todo de cuando era humano. Ni siquiera se dieron cuenta del tiempo que pasaba hasta que a Donghae se le escapó un bostezo, pues a diferencia de su hyung no estaba acostumbrado a ese horario nocturno.

Acordaron volver a verse, aunque las pautas de Heechul se mantuvieron en sus primeras interacciones poco a poco fueron ganando confianza.

A tal grado que ahora se encontraba ahí, entre los brazos fríos de su EunHyuk y a punto de quedarse dormido. Levantó un poco la cabeza para poder verlo y el beso del pelinegro en sus labios no se hizo esperar.

Habían pasado ya varios años de eso, pero lo recordaba muy bien pues ahí era donde había iniciado la mejor etapa de su vida.

Servicio Feérico (SiChul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora