42. Promételo.

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Correcto.

¿Correcto?

¿Qué era lo correcto?

Aquellas preguntas rondaron su cabeza apenas el pelinegro huyo de su campo de visión. No tardó mas de diez segundos en darse cuenta de que era lo “correcto”.

Sabía que hablaba del olor de su cabello, no era tonto. Lo supo al escuchar las fragancias que mencionó, pero su mente decidió negarse hasta el ultimo momento a tomar aquello como posibilidad siquiera.

Y notando la mirada brillante en aquellos grandes y negros ojos, confirmó que hubiese preferido mantenerse ignorante.

Aquello no podía suceder, no debía suceder. Se negó a creer en la posibilidad de que fuera cierto.

Sólo estaba malinterpretando todo, el pelinegro era una nueva persona en su vida, y él en la del otro, y ambos estaban empezando una amistad, nada más.

Jeon no tenía mas pensamientos que amistosos sobre él. Se convenció de aquello, porque de lo contrario el otro saldría lastimado, y según como iba su creciente relación, él también saldría lastimado por consecuencia.

Con los días siguientes el rubio pudo calmar aquellas absurdas conjeturas. Llegando a dejarlas en el pasado. La relación que ambos tenían seguía como antes, no hubo alguna otra mención de ese estilo por parte del pelinegro, lo cual confirmó que se había equivocado y de todas formas el otro no tenía sus mismos gustos, con eso en mente finalmente pudo relajarse a su alrededor.

Se sentía confuso, demasiado confuso. Aquel sentimiento relajado se había vuelto en una constante montaña de emociones que no podía separar o descifrar.

¿Por qué había dicho eso? No lo sabía. El rubio ya estaba marchándose cuando el habló. No supo porque ni como es que aquellas palabras escaparon de su mente para soltarlas de un momento a otro.

Lo único que hasta ahora entendía era que eso era nuevo, y tenía un único motivo, un motivo de cabello dorados y labios acorazonados.

En un intento de definir aquello comparó el sentimiento con las pocas relaciones externas a sus padres que había tenido. No pudo afianzarla a ninguna.

No se sentía como aquel rechazo hacía los compañeros que lo invitaban a fiestas. O aquel recelo e incomodidad a las chicas que se acercaban demasiado a su espacio, y exceptuando por las platicas espontáneas y sin sentido que lo hacían disfrutar, no había nada parecido a la relación que tuvo con su primo.

Aquello lo hizo pensar que tal vez era porque era la primera amistad que formaba, su primo había sido un compañero en sus solitarias tardes, pero no dejaba de ser parte de su familia.

Con el rubio era distinto, antes del proyecto sólo lo había visto unas cuantas veces por los pasillos o cafetería, sin reparar mucho en él. Pero ahora había empezado a conocerlo mejor, ahora podía sentir que había un mundo afuera de su habitación. Asoció los nuevos e indefinibles sentimientos a eso, a una amistad nueva que aún debía definir.

Jungkook buscaba con sus ojos a su ahora compañero de almuerzos sin encontrar rastros de este.

No lo había visto en todo el día, pero era normal, hoy no compartían clases juntos. Aunque había esperado verlo en la cafetería para almorzar como lo hacían ya hace una semana.

¿Debía haberle avisado que comerían juntos?

Sintiéndose algo decaído decidió almorzar solo, ya mañana le preguntaría que había pasado…

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora