5. Tal vez sí.

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Jimin se hallaba en su habitación, estaba costado en su cama mirando al techo con los ojos rojos, el rostro frío y su cabeza hecha un lío.

Los recuerdos que tanto quiso borrar ahora volvían a él, atormentándolo y jugando con su mente.

Después de un minuto de que su vista divagara por toda la parte superior de su habitación, sintió la realidad cayendo a él. No sabía exactamente como había llegado a su habitación. No se acordaba siquiera de haber abierto la puerta de su casa.

Negando con la cabeza jaló sus cabellos frustrado. Lo idiota que había sido yendo allá. Él sabía lo que se podía encontrar… o quienes lo podían encontrar a él.

Fue un total y completo idiota, lo sabía, lo aseguraba y lo confirmaba. Nunca debió haber siquiera pisado aquella instalación, él ya no pertenecía a aquel lugar.

No sabía que mierda había pasado por su mente para hacer aquella estupidez. Al parecer su cerebro se había apagado por unos instantes.

Era aterrador pensar en que hubiera pasado si no llegaba Minho. Tal vez no mucho ya que estaban en la Universidad y él tenía una orden de protección… que rompió al ir allí… era un jodido imbécil.

-No, maldita sea, ahora él puede alegar que yo lo acoso… -soltó casi en un sollozo.

-Hey rubio, ¿Qué te pasa? -preguntó un desconcertado e incómodo pelinegro que se hallaba de pie en la entrada de la habitación.

Jimin al verlo allí, secó la poca humedad había en sus ojos y se paró agachando levemente la cabeza, ocultando sus ojos con sus rubios cabellos.

-¿Cómo entraste? -dijo con la voz algo ronca.

-Tu puerta estaba abierta -respondió simple el pelinegro, mientras señalaba la puerta de la habitación y luego entraba en ella como si fuera la propia.

-Me refiero a mi casa, ¿Cómo rayos entraste a mi casa?

-La puerta estaba abierta, ya sabes, zona de niños ricos -contestó burlón el pelinegro.

-Esta casa tiene seguro por dentro. Y yo puse… mierda -gruño-. Aunque estuviera abierta tenías porque entrar a mi casa sin permiso -le dijo enojado, pero aún ocultaba sus ojos de la mirada del pelinegro.

-Si por mi fuera no hubiera entrado, pero Minho se puso muy extraño, por cierto, no sabía que conocías a mi primo -el pelinegro caminó hasta la cama sentándose en ella, dejando a un molestó Jimin mirando la puerta.

-¿Tu primo? -volteó a verlo desconcertado.

-Sí, ya sabes, los hijos de los hermanos de tus padres -respondió con burla.

-Ya sé eso, lo que no me  esperaba es que alguien como tú fuera primo de alguien como él -soltó con tono despectivo.

-Sí… el pobre. Yo me quedé con toda la belleza e inteligencia de la familia -el pelinegro ignoró el comentario mordaz, y empezó a tocar algunas cosas encima de la mesita de noche.

-¡Deja eso! -el rubio le dio un leve golpe en la muñeca, haciendo que el pelinegro dejara el pequeño cuadro que estaba agarrando.

Jeon fijó su vista en Jimin. Park por su lado atinó a sentarse en el otro extremo de la cama, tomando su cabeza con las manos y masajeándola.

Jungkook lo dejó estar ahí un momento, por lo que le había dicho su primo.
No era tonto el había visto los restos de lágrimas en los ojos del rubio al entrar en la habitación. Así que lo dejaría respirar y recuperar la compostura.
Él no era un insensible.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora