3. Y mañana...

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Después de que saliera casi huyendo, el rubio fue al encuentro de Jungkook, quien estaba en la entrada del lugar, esperando con las bicicletas al lado.

-¿Por qué te fuiste así? -preguntó apenas llegó al lado del pelinegro.

-Estaba tardando mucho -dio una simple explicación.

-Sí… tienes razón, mi tío es algo parlanchín -murmuró bajo. -Por  cierto aquí están los cincuenta dólares -le extendió un billete.

-Está bien, tú pondrás los materiales para el huevo -se montó en su bicicleta ignorando al rubio.

-¿Eh? Jeon, lo que yo aportaré vale bastante menos de cincuenta -se paró frente al pelinegro alzando el billete frente a su rostro.

-Rubio, tu tío prácticamente nos regaló la mitad de los materiales, y estoy seguro de que si hubiera ido yo solo, no lo hubiera hecho, así que esta bien que yo ponga lo que originalmente debió tocarme -le dijo  serio mientras le miraba a los ojos.

-Eso no tiene sentido, debemos dar la mitad sea cual sea el precio, así que recibe los cincuenta de una vez -volvió a extenderle el dinero, pero esta vez casi dejándolo en la mano que el pelinegro tenía libre.

-Park, por favor, no voy a dejar que tú o tu familia me regalen algo, y ya, súbete a la bicicleta y vámonos -dijo harto de la insistencia del rubio, no quería que nadie pagara nada por él. Él podía sustentar perfectamente sus gastos.

-Pero, -el rubio fue cortado.

-Si quieres gastar ese dinero, pide unas pizzas o no sé, pero yo no voy a recibirlo  -sentenció y empezó a pedalear sin esperar alguna respuesta del rubio.

El rubio vio desconcertado como se marchaba el pelinegro, pensando en que rayos le pasaba.

Sacándolo de su mente, una voz habló a su espalda.

-¿Tiene carácter, no? -preguntó el moreno de la tienda deportiva.

-Yo lo llamaría orgullo -dijo mientras veía al pelinegro detenerse en una esquina alejada pero no lo suficiente como para no verle. -Tony, debo irme, nos vemos luego, gracias por cuidar las bicicletas.

-No es nada Chimchim, vuelve cuando quieras -dijo y le desordeno el cabello como a un cachorro, Jimin solo río por el actuar del moreno, tenía una forma especial de tratarlo, como si fuera un niño pequeño, y aunque antes eso le fastidiaba, ahora lo apreciaba.

Dándole una sonrisa se montó en su bicicleta, colocó la bolsa que tenía en la canasta y empezó a pedalear hasta donde se encontraba el pelinegro, quien con los ojos entrecerrados lo observaba.

Jimin levantó las cejas en respuesta a su mirada, pero el pelinegro no dijo nada.

Y aquí iban otra vez, ambos manejando en silencio. Esta vez Jeon de primero, quien al parecer ya se había grabado el camino.

Jimin desde atrás veía al pelinegro, pensando en lo que harían llegando a su casa. Sin duda este trabajo no sería fácil.

El trayecto fue mas rápido, a pesar de traer peso extra el pelinegro iba el doble de rápido que cuando fueron al establecimiento, y al rubio no le quedaba más que igualarlo, o se quedaría atrás.

Ya estaban en la calle del rubio, el pelinegro bajo la velocidad y cruzó por el jardín para llegar a la puerta, todo ante la atenta mirada de Jimin, quien veía con la boca abierta como sus bellas flores eran cruelmente aplastadas.

-¡Jeon! -gritó enojado para que este dejará de arruinar sus plantas.

Pero aquel grito asustó al pelinegro quien por frenar de repente y tener un pantalón suelto, se enredó con la cadena de la bicicleta y terminó cayendo estrepitosamente al suelo, siendo seguido por la bicicleta, la cual se entrelazo con su pie aplastándolo y haciendo gruñir de dolor al pelinegro.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora