7. Extrañamente bonita.

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Ambos llevaban en silencio por casi dos horas, aunque bueno, silencio era un decir. Ya que el rubio estaba escuchando una de sus canciones favoritas mientras la cantaba en susurros y tarareos olvidando que el pelinegro podía oírlo, y aunque Jeon se enojó cuando lo oyó cantar, se le paso cuando noto que el rubio lo hacia bien, y además tenían casi los mismo gustos musicales, así que este también cantaba a la par del rubio.

Después de terminar de armar la cama y aparadores del cuarto de “su hijos”, Jimin se quitó los audífonos, siendo sorprendido por la voz del pelinegro que cantaba en voz baja la misma canción que el estaba escuchando, con disimulo miró los odios de este, y comprobó que no traía audífonos, así que entro en un pequeño bucle en el que se ponía analizar como el pelinegro podía estar cantando justo la misma canción que el estaba escuchando, iba a culpar a la terrible casualidad, pero eliminó esa opción cuando con vergüenza recordó que el cantaba mientras escuchaba música, nunca se daba cuenta, pero por lo que le decían sus amigos o hermano, lo sabía.

Así que con las mejillas levemente sonrosas raspo un poco su garganta para llamar la atención del pelinegro quien había dejado de cantar y giró su cabeza lentamente a ver al rubio, dedicándole una aburrida mirada.

-¿Qué? -murmuró saliendo molesto de su concentración en la canción y en el armazón de la casa que estaba creando.

-Ehh, yo… -tartamudeo en contra de su voluntad el ahora tomate Park.

-Mira, rubio, si vas a actuar como un inútil, esta bien, pero no tienes porque llamarme para verlo, ¿Bien? No es divertido, da pena -dijo tratando de enojar al rubio, lográndolo totalmente, pues el rojo de las mejillas del rubio ahora eran por puro enojo.

-Cierra la boca jodido Stuart Little -respondió apretando la mandíbula con rabia, no sólo por las palabras del pelinegro, sino también por la tradición se su cuerpo al hacerlo tartamudear delante de la persona menos indicada.

-¿Qué has… -Jeon fue interrumpido.

-Basta, ya, bien. Lo que quería decir era que ya terminé todos los muebles de la habitación y quería saber si vas a necesitar que agregué algo más para la casa, no sé, puertas, ventanas o bisagras -dijo ya más calmado el rubio, quien trataba de demostrar que era el maduro en la relación, esperen, ¿Relación? De trabajo, sí, eso…

-Ahora que lo dices sí, estaba terminando las piezas para unirlas y me ha parecido una genial idea hacer la casa como un retablo, me refiero al formato  de vista y las puertas, para eso voy a necesitar unas bisagras y decoraciones para la parte interna de las puertas -dijo en un murmuró pensativo mientras miraba las piezas separadas de la casa e imaginaba que más podría necesitar.

-Oh, esa es una muy buena idea, iré a pedirle unas bisagras a TaeTae, ya que las mías son muy pequeñas y no servirán bien -comentó en voz alta el rubio mientras se estiraba un poco ante la atenta mirada del pelinegro y salía del garaje hacia la casa de su amigo y vecino, notando que ya había oscurecido.

-No solo sus bisagras son pequeñas -dijo con sorna para sí el pelinegro que observó cuando el rubio estiraba sus brazos pudiendo notar sus pequeñas manos y lo extrañas que eran.

Ignorando aquel fugaz pensamiento de los dedos del rubio molesto, prosiguió con su trabajo, la concentración en su labor era sin duda admirable, con su lengua levemente fuera y sus ojos fijos en su mano ligando con firmeza la madera, dejándola completamente lisa y sin ninguna astilla o deformidad en su pulcra apariencia. Estuvo tan concentrado en su trabajo que no notó que el rubio había tardado ya casi treinta minutos en volver.

No salió de su ensoñamiento hasta unos minutos después que un alto moreno de pelo color metal entraba y llamaba su atención con su grave voz, asustándolo en el proceso.

Un hijo... ¡¿JUNTOS?! || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora